[Crónica Goya 2014] Vivir con un Goya es más fácil

'Vivir es fácil con los ojos cerrados' se alza con el Goya a Mejor Película y Mejor Dirección, aunque 'Las brujas de Zugarramurdi', de Álex de la Iglesia, la supera en estatuillas. Marian Álvarez y Javier Cámara ganan como mejores intérpretes en una gala insípida. Por ANDREA G. BERMEJO
[Crónica Goya 2014] Vivir con un Goya es más fácil
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Decían que ganaría La herida y lo que pasó es que llovió. A cántaros, jarreaba. La alfombra roja era un barrizal y las colas de los vestidos chorreaban como los peinados relamidos de algunos invitados. No acertamos con los pronósticos que situaban a la ópera prima de Fernando Franco como favorita de la 28 edición de los Premios Goya, que se celebraban esta noche en el Hotel Auditorium bajo una manta de agua. En cambio, ganaron los Trueba. Se redimía así la Academia de Cine por no haber premiado al pequeño, Jonás, hace dos años (Todas las canciones hablan de mí) ni haber nominado su segunda película, Los ilusos, en la presente edición. Ganó David Trueba el cabezón a Mejor Dirección, ganó su cuñada Cristina Huete el Goya a Mejor Película, ganó también Natalia de Molina –mejor actriz revelación– y –por fin; seis intentos–, Javier Cámara, como Mejor Actor. Sólo faltó que ganase ese profe que enseñaba inglés con los Beatles y que inspiró la película. Sólo tendría que haberse levantado de la butaca, pues ya era uno más de los Trueba.

Fue la primera pero no la última. Manel Fuentes llegó con su voz de dibujo animado y sin que le diese tiempo a hacer un chiste (“por fin una sala de cine llena”) y ya estaba dándole una colleja al ministro de cultura, José Ignacio Wert, la ausencia más comentada de la gala. Luego llegaron las pullas de siempre a los nominados mientras estos sonreían y aplaudían y Pablo Berger se marcaba un nananaaaa na nanaaaana (sí, eso estuvo bien) para una “declaración de amor” que parecería corta después de los agradecimientos del primer premiado, Javier Pereira (la noche empezaba low cost), Goya al mejor actor revelación por la autofinanciada Stockholm. Luego la cosa se puso bruja, ganando los habituales de Álex de la Iglesia los galardones a mejor montaje (Pablo Blanco), mejor dirección artística (‘Biaffra’ y ‘Arri’) y (Paco Delgado) mejor vestuario, que recogió ¿su mini yo?

Al Presidente de la Academia (Enrique González Macho) le entró la prisa y se saltó algunas nominaciones para decir lo del año pasado (que “hacer cine es un acto casi heróico”), enumerar las razones: no hay ley, hay piratería y el IVA sigue arriba, y citar a Machado, mientras Ignacio González, Presidente de la Comunidad de Madrid, uno de los pocos populares sentado en la platea, iba buscándose un nuevo trabajo. ¡Aprendimos! Juntaron las nominaciones de los cortos y ganaron Minerita (documental), Cuerdas (animación), Abstenerse agencias (ficción), y hubiésemos ganado todos de no haber sido por la pianola de Álex O'Dogherty. Por eso enseguida sacaron a Javier Bardem al escenario para que repartiese glamour, collejas (al ministro de “anticultura”) y el cuarto Goya (Terele Pávez, mejor actriz de reparto y mayor ovación de la noche) a Las brujas de Zugarramurdi.

Preferimos las jotas en diferido de Jaime de Armiñán al momento musical desafinando. Sin comentarios. ¿Qué habrá pensado Josh Rouse y Pat Metheny (mejor canción y mejor música original) de ese ataque de canción patriótica? Las brujas de Zugarramurdi iba ya por su séptimo Goya (mejor sonido, mejores efectos especiales y mejor diseño de producción) y el lagrimón de Natalia de Molina (actriz revelación de Vivir es fácil con los ojos cerrados) compitió con el monzón que seguía cayendo fuera, y eso que David Trueba todavía no se había puesto sentimental con su homenaje a la España desconocida que merece la pena. Y así, colleja al Ministro va, colleja al Ministro viene, llegó el premio asegurado de Marian Álvarez por La herida, que hizo una cosa tan bonita como acordarse de su director de fotografía. Tendrían que haberle dado dos Goya, uno por la película y el otro, por el discurso, pero ese segundo se lo llevó Fernando Franco, su director, a Mejor Dirección Novel.

Caníbal pegó su único mordisco de la noche (mejor fotografía) y el cameo de Chicote fue delicioso, pero los académicos –¿se sentían culpables por no haberla nominado a mejor película?– seguían desviando los cabezones hacia Las brujas de Zugarrmurdi, mientras Julio Medem ponía cara de susto y Joaquín Reyes enseñaba las tetas. La voz (Sacristán) le entregó el Goya a mejor actor de reparto a Roberto Álamo pero la pelota volvía enseguida al tejado de Las brujas de Zugarramurdi y con éste iban 8 a la de Álex de la Iglesia. Haneke (Amor) se llevó el premio europeo y los venezolanos hicieron historia (Azul y no tan rosa) ganando el Goya por primera vez. “Qué difícil es emocionarte cuando te lo dice el director y qué fácil es aquí”, entre lágrimas compartió Javier Cámara su Goya a Mejor Actor y a “no se puede ser más majo”. Y ganó a Mejor Dirección un perdedor de los de toda la vida, David Trueba, sólo para anticiparnos que la noche era de los Trueba, pues su cuñada, Cristina Huete alzaba tímida el Goya a la mejor producción por (Vivir es fácil con los ojos cerrados). La herida no se iba con las manos vacías pero no era la vencedora que todos pensábamos. Cuando el río suena, agua lleva. Pero este agua nos cayó encima.

Palmarés completo de los Goya 2014.

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