[Crónica FICXixón 2012] Una luz al final del túnel

'Crulic' pone cierre oficial a Animaficx, mientras que la sección oficial no deja de tropezarse con '88' de Jordi Mollá y una irritante película japonesa. Por PABLO GONZÁLEZ TABOADA
[Crónica FICXixón 2012] Una luz al final del túnel
[Crónica FICXixón 2012] Una luz al final del túnel
[Crónica FICXixón 2012] Una luz al final del túnel

En la crónica anterior hacíamos alusión al nivel medio de la sección oficial de esta 50 edición del Festival de Gijón apuntando a que a grandes rasgos no encontrábamos ninguna película realmente mala (con la excepción de Viaje a Surtsey), y que la dinámica de selección parecía haber sido de la siguiente manera: traer al certámen asturiano trabajos que hayan ganado premios del público en otros festivales y, para rellenar, alguna preseleccionada para los Oscar (que siempre queda bien en la comunicación de prensa). Pues 24 horas después tenemos que desdecirnos porque la séptima jornada del FICX50 ha sido particularmente desastrosa en lo que respecta a sus películas a concurso en la categoría principal. Dos de dos, un trabajo japonés y otro español que ponen el listón a ras del suelo, aunque ambos por cosas diferentes.

[Crónica FICXixón 2012] Una luz al final del túnel

La mañana comenzó mal con About the Pink Sky, una producción independiente japonesa dirigida y escrita por Keiichi Kobayashi, que cuenta la historia de una adolescente rebelde que se verá obligada a trabajar en un periódico para arreglar una de sus trastadas. El argumento del filme es mínimo, siendo más bien una captura del día a día de este personaje y de dos de sus amigas en el Japón moderno, una (mala) suerte de anime histriónico filmado en blanco y negro que hace un uso del sonido especialmente horrible, consiguiendo que tras diez minutos de proyección a uno se le levante dolor de cabeza. Antipática e irritante, su actriz principal (Ai Ikeda) consigue que la odiemos hasta límites que rozan la ilegalidad. Un trabajo torpe que no sabe qué quiere contar ni (por descontado) cómo hacerlo.

[Crónica FICXixón 2012] Una luz al final del túnel

Para hablar con propiedad de 88 de Jordi Mollá habría que llamar al equipo de Origen para introducirse en su cabeza y explorar las capas de su subconsciente. Y probablemente ni así acabaríamos de entender esta película extrema, valiente pero realizada sin ningún tipo de habilidad. A grandes rasgos podríamos hablar de ella como una versión castiza de Carretera perdida con la estética de un anuncio de lencería y secuencias o ideas robadas de, entre otras, El resplandor, Caché o, según sus propios responsables... 2046 de Wong Kar-wai. Dos personajes interpretados por hasta cuatro actores y un hotel con una habitación perpetuamente cerrada (la 88, claro) en la que se escuchan llantos de un bebé. Una caja con un VHS inquietante y una máscara, personajes salidos de una pesadilla lynchiana... Mollá demuestra tanta valentía como poco talento para llevar a cabo una película suicida que se siente tan libre como ridícula, que utiliza la música para generar climax hasta cuando un personaje se ata los cordones de los zapatos. Lo más surrealista de todo es que pese a forzar las pistas para que nos anticipemos en su resolución final, dejándolas claramente a la vista, llegado su tercer acto es un festival de giros de guión sonrojantes. De mala, casi da la vuelta y se convierte en buena. Casi.

Por su parte, Animaficx ya tiene todas sus cartas sobre la mesa. La nueva sección del festival en esta edición ya ha proyectado todas sus películas a concurso, confirmándose que ha sido lo más atinado de toda la selección de este FICX50. Ha cerrado por todo lo alto, con una película que se encuentra entre lo mejor de este año y que responde al título de Crulic - The Path to Beyond (Crulic - Drumul spre dincolo, 2011). Desde Rumanía y con la dirección de Anca Damian, se trata de un superlativo documental animado que aprovecha todas las técnicas posibles para contar un caso real sucedido en 2007 sobre un hombre (el Crulic del título) que falleció tras hacer una huelga de hambre en una prisión polaca. 300.000 euros de presupuesto, nueve meses de trabajo y un equipo de cinco personas. Son éstas las cifras que definen una producción sacada adelante por un equipo que no dominaba el medio y precisamente es ahí donde encuentra el film toda su fuerza y rigor: sin anclarse en los códigos tradicionales del medio, aprovechan todo lo que tienen en su mano como herramienta para contar una historia de forma cruda pero sin caer en el pesimismo. Un trabajo exigente y riguroso, un sucesor directo de Vals con Bashir (Ari Folman, 2008) que logra todo aquello en lo que fallaba otra de las películas vistas en esta edición, Couleur de peau: Miel (Approved for Adoption).

Children Who Chase Lost Voices (Hoshi o ou kodomo, 2011) de Makoto Shinkai es otro de los puntos altos del día, el segundo largometraje animado procedente de Japón (tras From Up on Poppy Hill de Studio Ghibli) en competición. El realizador independiente es uno de los nombres clave del anime moderno desde que comenzase a trabajar en la clandestinidad y en éste, su tercer largometraje -y el más comercial- nos cuenta una historia de fantasía épica muy al estilo de Miyazaki, creando un universo propio donde la tecnología y la magia conviven y los personajes aún esperan a la vuelta de sus semejantes tras una travesía. El guión -del propio Shinkai- está suficientemente cuidado y se guarda bajo la manga un climax espectacular, veinte minutos finales que encierran algunos de los mejores momentos de la animación reciente. Menos sólidas son Pinocchio de Enzo d'Alò y Le magasin des suicides de Patrice Leconte.

La adaptación italiana del relato de Carlo Collodi funciona exclusivamente como película infantil, siendo demasiado blanda y apostando claramente por este público en lugar de intentar llegar más lejos. Cuidada animación y guión simple para un trabajo al que técnicamente no pueden ponérsele reproches (especialmente en cierta secuencia onírica, espectacular) pero que se queda lejísimos de versiones del cuento como la modesta P3K: Pinocchio 3000 de Daniel Robichaud y claro, sobre todo, el lirismo y vitalismo del clásico de Disney dirigido por Ben Sharpsteen y Hamilton Luske en 1940. Le magasin des suicides es un musical con buenos instantes de comedia negra durante su primera mitad, ablandándose en la segunda hasta casi cambiar por completo la idea de la película. Leconte no es capaz de controlar el tono de un filme simpático pero que tenía potencial para ser un pequeño nuevo clásico de animación europeo. Se queda pues en el intento, sin poder negársele que es moderadamente entretenido aún con su frialdad.

El balance general de la sección Animaficx ha sido así muy positivo, con dos grandiosas películas (Ernest et Cèlestine, Crulic), varias de gran nivel y apenas un par más inferiores pero que para su público (los infantes) pueden funcionar sin mayor problema. Ronal barbaren, película que cierra el bloque aunque esta vez ya fuera de competición se queda más bien en tierra de nadie, tratando de abrazar el contenido adulto a la manera de South Park pero no llegando demasiado lejos por caer de lleno en lo vulgar. Con una animación algo irregular y simpatía intermitente, la cinta danesa de Einstein Film se paseó por Sitges el año pasado y consiguió ciertas carcajadas pese a que no sea más que un remix de contenidos ya vistos. Se deja ver, pero Crulic habría sido el perfecto broche para el gran acierto de este año en el FICX50.

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