Lector, o lectora: si has ido al cine a ver Ted y te han dado repelús las escenas en las que el osito de peluche arrima la cebolleta con chicas bien dispuestas, olvídate de este informe. Y no digamos si ese comentario de Norah Jones ("No estuvo mal para alguien que no tiene pene") se te indigestó. Porque, viciosillos de nosotros, vamos a revisar esas ocasiones en las que los personajes del cine pasan a mayores con compañeros o compañeras que, o bien no son humanos, o no están vivos, o directamente no son de este planeta. Vamos, esos momentos que, más que sensuales, resultan enfermizos o patéticos. ¿Estás preparado para enfrentarte al lado oscuro de la sexualidad cinematográfica?
Con un perro
La película: La criatura (1977)
El coito contranatura: Ay, este Eloy de la Iglesia, qué morboso era... Unos años antes de contagiar al 'cine quinqui' de homoerotismo, vía Callejeros y El pico, el director vasco convirtió a Ana Belén (nada menos) en el cincuenta por ciento de una relación adúltera con un voluminoso pastor alemán. Y el marido Juan Diego, ultraderechista él, apenas se entera, porque está viendo por la tele el entierro del Generalísimo. ¿Será una metáfora?
Con un cadáver decapitado
La película: Re-Animator (1985)
De todas las escenas de este informe, esta aberración pergeñada por Stuart Gordon y Brian Yuzna es una de las más inquietantes. No sólo porque quien pretende hacerle guarreridas a Barbara Crampton sea la cabeza de David Gale (sostenida, oportunamente, por el cuerpo difunto del susodicho), sino porque a diferencia del resto de encuentros estamos ante una violación con todas las de la ley.
Con un pato antropomórfico
La película: Howard: Un nuevo héroe (1986)
El coito contranatura: Cuando George Lucas se decidió a producir una adaptación de este cómic satírico marca Marvel no sabía lo que le esperaba. Para empezar, la película le salió más mala que la quina y, para seguir, el público 'familiar' se puso de los nervios ante la idea de un kiki entre el protagonista palmípedo y su chica, Lea Thompson.
Con un chimpancé
La película: Max, mi amor (1986)
El coito contranatura: El mismo año en el que 'Tío George' la pifiaba con Howard: Un nuevo héroe, el director de El imperio de los sentidos, Nagisha Oshima, probaba suerte en el cine occidental orquestando una historia de amor zoofílico entre Charlotte Rampling y un chimpancé. Lo más peculiar de todo: antes que en el morbo, la película se centraba en el lado romántico de la relación, y en los celos del marido de ella.
Con una alienígena 'macizorra'
La película: Species - Especie mortal (1995)
El coito contranatura: Vale, sabemos que en este filme Natasha Hernstridge no daba vida a una extraterrestre, sino a un híbrido con ADN de otros mundos. Pero eso no quita que el principal propósito de sus encuentros sexuales sea acumular simiente humana para engendrar un ejército alien que conquiste la Tierra. En lo que a invasiones se refiere, las hemos visto peores...
Con una lengua-tentáculo
La película: La lengua asesina (1996)
El coito contranatura: Vendida en su momento como un producto modernísimo, con extraterrestres cachondos, drag queens perrunas y música de Fangoria, esta película de Alberto Sciamma nos dejó bastante fríos. Pero, eso sí, jamás podremos olvidar el casquete que echaba la protagonista Melinda Clarke con su gigantesca lengua mutante. La cual, para colmo, hasta se echaba el cigarrito de después.
Con una reina xenomorfa
La película: Alien Resurrección (1997)
El coito contranatura: Por suerte para nosotros, el director Jean-Pierre Jeunet rehusó mostrarnos esta escena en toda su crudeza, y la dejó bastante abierta a la interpretación del espectador. Pero nos tememos que las conclusiones son obvias, y que tanto a Sigourney Weaver como a los viscosos depredadores les dio por hacer bueno aquello de "los que se pelean, se desean". En tres décadas y cuatro películas, jamás habíamos visto a Ripley tan sensual y relajada.
Con un caballo
La película: Zoo (2007)
El coito contranatura: En 2005, un ingeniero aeronáutico llamado Kenneth Pinyan falleció a causa de las heridas provocadas por la cópula con un semental. Atraído por esta improbable historia, el director Robinson Devor realizó en 2007 este documental, nominado al Premio Especial del Jurado en Sundance y ganador del Premio New Visions en Sitges. Zoo recorre un submundo terrorífico y surreal con una mirada completamente desapasionada, y por ello es todavía más espeluznante.
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