Compañeros de aventura que nunca debieron serlo

Cuando la falta de afinidad, una lucha encarnizada de egos o un cásting claramente desacertado hacen que la química entre actores protagonistas brille por su ausencia.
Compañeros de aventura que nunca debieron serlo
Compañeros de aventura que nunca debieron serlo
Compañeros de aventura que nunca debieron serlo

En la historia (reciente) del cine hay bastantes ejemplos de películas donde la falta de colegueo es un problema. Hemos hecho un gran esfuerzo para recordar todos aquellos títulos donde la pareja protagonista chirría y nos hemos dado cuenta de que o hay un grave problema de egocentrismo por una de las partes, un error garrafal de cásting, una dirección endeble o un guión para tirar a la basura.

Johnny Depp y Armie Hammer

Isabel Coixet dijo en una ocasión: "Johnny Depp sólo tiene química con Johnny Depp". Y aunque precisamente la directora española lleva años sin tener química con los espectadores, no tenemos más remedio que darle la razón. Sí, es cierto que Depp es uno de nuestros actores predilectos a la hora de pagar una entrada, porque nos encandiló con el más tierno retrato de un freak (con tijeras en vez de manos) que se haya hecho jamás, porque nadie ha llevado los jerseys de angora como él (Ed Wood), porque ha sido el mejor fugitivo del western moderno en Dead Man, porque su paseo por Las Vegas a tope de psicotrópicos nos dejó majaras, porque cuando quiere se pone tierno (como hizo con Binoche en Chocolat) y porque, qué narices, es el mejor pirata de la historia. Sin embargo, con sus compañeros de reparto nunca forma un buen equipo. La última prueba fue en El llanero solitario, ¿alguien se creyó que Armie Hammer llevara bien eso de compartir escenas con Johnny 'roba planos' Depp? El desapego entre ambos es latente.

Jean-Claude Van Damme y Dennis Rodman

¿Dónde coincidieron? El director Tsui Hark los juntó para protagonizar una de las películas de acción más chabacanas de los 90, Double Team.

Van Damme necesitaba relanzar una carrera que se había teñido de cierto color grisáceo tras el fracaso en EE UU de Al límite del riesgo. Pensó que juntándose con algún personaje popular recuperaría el ritmo ascendente y eligió al diablo en persona, a uno de los tipos más polémicos de la historia del baloncesto, a Dennis Rodman. Como era de esperar el entendimiento entre ambos fue nulo. Es verdad que la película se vendió precisamente como la relación de dos tipos que no tienen nada que ver, pero ni eso fue suficiente para sacar a flote la película de Tsui Hark. ¿Qué hace un recto agente antiterrorista (que se entrena en su casa levantando la bañera llena de agua) con un tío excéntrico y apayasado con el pelo de colorines, tatuajes y ropa multicolor lleno de pendientes por todo el cuerpo? Pues, efectivamente, congeniar no. ¿Y a qué vienen todas esas bromas sobre el baloncesto del personaje de Rodman? Una vale, pero tres son demasiadas. Van Damme, que según él mismo pasó la película hasta arriba de cocaína, le mira como si no entendiese nada, nosotros tampoco, claro.

La culpa fue de Rodman, es verdad que Van Damme tampoco es que tenga grandes dotes interpretativas pero lo del ex de los Chicago Bulls es de juzgado de guardia. 

Yul Brynner y Steve McQueen

Compañeros de aventura que nunca debieron serlo

¿Dónde coincidieron? Nada más y nada menos que en ese western que reescribe Los siete samuráis de Kurosawa titulado Los siete magníficos.

En este caso hablamos de dos grandes actores de la historia del cine, por lo tanto descartamos el problema interpretativo. Brynner tiene parte del mérito de que esta película se llevara a cabo ya que el actor estaba obsesionado con reescribir el clásico de Kurosawa, por eso recurrió a un productor amigo, Walter Mirisch. Cuando el proyecto ya estaba empezando a rodar Brynner era uno de los que tomaban decisiones, y suya fue la idea de contratar a Steve McQueen para el papel de Vin Tanner. Mala decisión. Nunca se llevaron bien, sobre todo porque Brynner vio como la joven estrella le eclipsaba. Hasta tal punto llegó la rivalidad que Brynner, que medía algo menos que McQueen, construía pequeños montículos en la tierra donde apoyarse; McQueen, por supuesto, se encargaba de deshacerlos. El libro autobiográfico de Eli Wallach cuenta gran parte de los piques entre ambos. Según él llegó un punto en el que Yul contrató a un ayudante para contar con cuanta frecuencia McQueen imitaba sus gestos en pantalla.

La culpa fue de Brynner. Es duro ver como un compañero te hace sombra pero las tretas usadas por el actor para superar a su compañero son imperdonables. Lo suyo no era rivalidad, era obsesión.

Bruce Willis y Traci Morgan

¿Dónde coincidieron? En una esperpéntica película de policías dirigida por Kevin Smith y titulada Vaya par de polis, Cop Out en el original.

Es un hecho que Kevin Smith es un gran fan de todo el trabajo de Bruce Willis, en repetidas ocasiones lo ha dicho en sus conferencias y monólogos radiofónicos. El director de Clerks se debió de llevar una grata sorpresa cuando tras actuar junto a Willis en La junga 4.0. éste se interesó por su cine y le propuso trabajar juntos. La oportunidad llegó con esta buddy movie, la primera película de Smith que no es escrita por él. Para interpretar al compañero de Willis eligieron a Tracy Morgan, un actor con pretensiones de cómico curtido en Saturday Night Live. La pareja no funcionó. Bruce Willis, a pesar de haber declarado antes del estreno que el film tenía uno de los mejores guiones que había leído nunca, actúa en la película con una desgana irritante aunque bastante más soportable que la actitud histriónica de su compañero. Morgan no para de hablar y elaborar chistes baratos. Las escenas compartidas por ambos están impregnadas de aquello que llamamos vergüenza ajena.

La culpa fue de Kevin Smith, ya que Willis es Willis y si lo tienes en el reparto tienes que aprovecharlo. Por otro lado Morgan es realmente un tipo gracioso. Smith perdió su toque hace tiempo, es incuestionable.

Ben Affleck y Josh Hartnett

¿Dónde coincidieron? A Michael Bay se le antojó hacer una película sobre la Segunda Guerra Mundial, el resultado fue la fallida (aunque taquillera) Pearl Harbor.

Si Michael Bay pretendía hacer una revisión del ataque de los japoneses a Pearl Harbor a través de la mirada de dos apuestos pilotos amigos de la infancia debería haber elegido a actores cuya relación transmitiera la emoción adecuada. Ni el mustio Ben Affleck ni el jovencito y constantemente aturdido Josh Hartnett consiguen transmitir una pizca de la supuesta pasión que debería tener este triangulo amoroso. La otra parte de la ecuación es Kate Beckinsale, tampoco la guapísima actriz consigue salvar la película. El problema es que minuto a minuto el espectador pierde todo el interés por la historia y los diálogos que pretenden ser portentosos y emotivísimos acaban por convertirse en pura banalidad.

La culpa fue de Ben Affleck y Josh Hartnett. El primero siempre ha sido un actor limitado, prueba de ello es el ascenso de su carrera desde que se ha puesto tras la cámara. Y el segundo se muestra tan intenso durante todo el metraje que resulta agotador.

Jackie Chan y Steve Coogan

¿Dónde coincidieron? En la última revisión del clásico de Julio Verne dirigida por Frank Coraci y titulada igual que la obra en la que se basa.

La vuelta al mundo en 80 días siempre es una historia cuyo peso dramático lo llevan los dos protagonistas Phileas Fogg y Passepartout. Por tanto la elección de los actores que interpreten a estos personajes debes ser la idónea si se pretende crear algo de empatía en el público. Tanto Jackie Chan como Steve Coogan son tipos con gran reconocimiento, cada uno en su género y con su público. Ambos tienen gran comicidad e incluso se puede afirmar que durante el rodaje se llevaron bien. "Jackie, mira fijamente al horizonte", le decía Coogan al actor chino cuando este se mareaba. Así aprendió Chan a decir horizonte en inglés. El problema viene porque la película nunca llega a estar definida, por una parte los gags de Coogan (alguno dijo que era el Peter Sellers de nuestra generación) conforman un relato hilarante repleto de humor inocentón, por otro lado Jackie Chan y su gran habilidad para la comedia física y las peleas. La película queda descompensada.

La culpa fue de los productores empeñados en darle a Jackie Chan todo el protagonismo posible quitando poder a la figura más interesante del filme, el tal Fogg.

Fernando Ramallo y Jordi Vilches

¿Dónde coincidieron? En el año 2000 Cesc Gay demostró su capacidad para retratar el deseo, la nostalgia y la contradicción del sexo y la amistad con una ambigua metáfora sobre la homosexualidad llamada Krámpack.

En el verano de 1999 dos amigos pasan un verano juntos. Dani y Nico comienzan a despertar los sentidos con distintos juegos sexuales. La narración de Cesc Gay es pausada, calurosa y llena de luz, como el clima. Hablamos de una buena película, llena de sabiduría y necesaria. Pero eso no quita que sus dos actores protagonistas, tanto Fernando Ramallo como Jordi Vilches den el pego. Su amistad es muy intensa, o eso se pretende, pero el único que pone hierro al asunto es Ramallo. En el momento del rodaje Vilches trabajaba como acróbata en un circo. El diferente modo de entender la interpretación y sobre todo la excentricidad intrínseca de Vilches alejan al espectador del vínculo emocional que se supone que tienen. Los diálogos suenan impostados y la complicidad es nula en las escenas donde se masturban mutuamente. Su amistad es difícil de digerir.

La culpa fue de Cesc Gay, el propio director reconoció en la presentación de la película en el Festival de Málaga que lo más duro fue elegir a los chicos.

Omar Sy y Laurent Lafitte

¿Dónde coincidieron? En la última buddy movie francesa que aquí en España se vendió con el título de Incompatibles aprovechando el tirón de Intocable, también de Omar Sy.

Omar Sy interpreta a un policía de los suburbios, gracioso y atlético. Por otro lado Laurent Lafitte es el capitán de homicidios en Paris, mujeriego y estirado. Ambos hombres que vienen de mundos tan distintos tendrán que unir sus fuerzas para resolver un caso de asesinato. El problema viene en querer untar de clichés a tipos que son tan buenos actores. El guión está tan saturado de chistes malos que es imposible mirar a través de él. Tenemos por tanto un caso de dos actores cuya posible química resulta ahogada por un argumento confuso y abandonado y un libreto empeñado en inyectar la carcajada.

La culpa fue de los guionistas. El empeño por hacer que Omar Sy repitiera el éxito de Intocable provocó la sobreactuación del mismo.

Will Smith y Kevin Kline

¿Dónde coincidieron? En ese western retro-futurista donde una araña metálica gigante conducida por Kenneth Branagh era el malo final; efectivamente, Wild Wild West.

Quisieron continuar la fórmula de Men in Black y emparejar a Will Smith con un tipo carca y de personalidad extremadamente distinta. Tommy Lee Jones, con el que Smith tiene una relación eléctrica en pantalla, fue sustituido por Kevin Kline, que ni con un imán consiguió crear un lazo de empatía con su compañero. Kline ya estaba en horas bajas y no conseguía darle la réplica en condiciones a su compañero. Se ve que se esfuerza, pero se nota demasiado ese esfuerzo. Will Smih rechazó el papel principal de Matrix para hacer esta película ya que era fan de la serie y siempre ha reconocido que fue la peor decisión de su carrera. Vamos, que Kline no le marcó mucho...

La culpa fue de Kevin Kline que estaba lento y sin gracia. Uno debe saber retirarse a tiempo. Y eso también va por el excesivo Kenneth Branagh...

George Clooney y Chris O'Donnell

¿Dónde coincidieron? En la peor película de Batman de todos los tiempos, aquella donde Arnold Schwarzenegger era el malo y donde el hombre murciélago tenía los pezones marcados: Batman y Robin.

A Clonney siempre la ha gustado bromear con su labor en la saga de Batman, según sus propias declaraciones estuvo a punto de destruir la franquicia debido a su actuación raquítica. Tanto él como Chris O'Donnell están perdidos durante todo el metraje. El actor que hizo de Robin declaró que lo mejor del proyecto fue viajar alrededor del mundo durante la promoción. También ha declarado en alguna ocasión que no rodaron un filme sino un comercial de juguetes. Con esta bochornosa desgana es normal que la química entre ellos, y entre los malos y si me apuras entre los extras fuera total y absoluta. Por cierto, Chris O'Donnell le arrebató el papel de Robin a Christian Bale.

La culpa fue de los directivos de Warner, que estaban más interesados en contentar a patrocinadores que en ofrecer un producto mínimamente entretenido. Ni Joel Schumacher pudo maquillar este fracaso anunciado.

John Travolta y Jonathan Rhys Meyers

¿Dónde coincidieron? En aquella buddy movie cañera que escribió y produjo Luc Besson titulada Desde París con amor.

John Travolta decidió deshacerse del pelo, dejarse perilla y vestirse como un tatuador de los bajos fondos para interpretar a un agente secreto de métodos nada ortodoxos que se ve inmerso en una misión peligrosísima con terrorismo y tráfico de cocaína de por medio. Jonathan Rhys Meyers es un empleado de la embajada norteamericana en París que se cruza en su camino. Ahí tenemos los ingredientes principales de esta película de acción que precisamente tiene su mayor desacierto en la elección de los dos protagonistas, ya que la falta de química es incuestionable. El gesto de Meyers, que parece no enterarse de nada, no da el juego que debería debido a la intensa mirada del actor. Por lo tanto, es difícil que un John Travolta pasado y juguetón consiga sacar todo el jugo de las bromas escritas por Besson.

La culpa fue de Meyers. No nos juzguéis, el actor nos gusta y además nos parece guapísimo, pero pocas veces John Travolta está tan sobradísimo de carisma como en esta cinta. Y nos duele que se desaprovechara de esta forma.

Mark Wahlberg y Will Ferrell

¿Dónde coincidieron? En una de las colaboraciones Adam McKay – Will Ferrell. Una película desvergonzada y divertida que fue un soplo de aire fresco para las comedias policiacas: Los otros dos.

Este ejemplo de pareja sin química es una excepción en la lista ya que la película de McKay crece en diversión gracias a que estos dos actores no pegan ni con cola. Will Ferrell hace su papel de siempre, hilarante, bobo, el tipo de los gags excéntricos. Por otro lado Wahlberg interpreta a un policía serio, violento y algo tontorrón haciendo uso de ese rostro impertérrito suyo que es tan dócil para la comedia. Desde los créditos uno es consciente de que este par de policías que viven en la sombra de dos superagentes no tienen nada que ver el uno con el otro, su comicidad o heroísmo van en direcciones o puestas, sin embargo en vez de ser motivo de un desinterés por parte del espectador ocurre todo lo contrario. Carcajadas aseguradas. Un milagro, vaya.

La culpa fue de Wahlberg. El binomio McKay - Ferrell funciona a la perfección, por tanto para mal o para bien esta falta de química es culpa de Mark Wahlberg.

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