Cómo 'Star Wars' cambió el cine con una caja vacía

Así empezó el merchandising que revolucionó la historia del cine
Cómo 'Star Wars' cambió el cine con una caja vacía
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Cómo 'Star Wars' cambió el cine con una caja vacía

Después de que Papá Noel realizara su trabajo la Nochebuena de 1977, los niños estadounidenses encontraron bajo el árbol de Navidad un paquete muy especial. Habían pasado justo siete meses desde que la primera entrega de Star Wars llegara en las salas de cine. El recuerdo de aquella revolucionaria fantasía espacial estaba todavía muy vivo y además, ¿quién no quería poder jugar con los personajes de su nueva película favorita? Cualquier chaval podía soñar con convertirse en Luke Skywalker y rescatar a la Princesa Leia. Pero los afortunados que la mañana de Navidad se encontraron con una caja de figuras de acción tuvieron que quedarse con la miel en los labios para sentirse como un aprendiz de Jedi debido a que la caja estaba vacía.

En realidad no estaba exactamente vacía, ya que contenía un cupón, unas pegatinas, una tarjeta del club de fans y un desplegable de cartón en el que aparecían dibujadas las doce primeras figuras de la colección y que servía de pequeño escenario para colocar las réplicas de plástico de los personajes. Pero en la caja no había ni rastro de los correspondientes muñecos. Para conseguirlos, era necesario rellenar el cupón incluido, mandarlo por correo y la empresa fabricante, Kenner, se comprometía a enviar cuatro personajes (Luke, Leia, Chewbacca y R2-D2) entre febrero y junio del año siguiente. A los jóvenes coleccionistas no les quedaba más remedio que armarse de paciencia y esperar a que el  cartero llamara a la puerta con los ansiados juguetes meses después. Toda una prueba de fe para los pequeños aficionados a la película.

Cómo 'Star Wars' cambió el cine con una caja vacía

Confianza y fe. Al fin y al cabo, estos dos conceptos estuvieron presentes durante toda la gestación de Star Wars. De todos los involucrados en el proceso, parecía que George Lucas era el único que sabía lo que hacía. Como no consiguió los derechos para adaptar los cómics de Flash Gordon, tuvo que idear su propio universo de ciencia-ficción. Pero ni a Universal ni a United Artists les interesó aquel proyecto. En 20th Century Fox, la suerte fue otra.

Al nuevo jefe de producción de Fox, Alan Ladd Jr. le gustó la película que Lucas estaba a punto de estrenar, un viaje nostálgico a la adolescencia plagado de coches y música llamado American Grafitti (1973). Así que apostó por el nuevo proyecto del director a pesar de que no terminaba de comprenderlo: “No entiendo esta historia pero confío en ti y creo que eres un tipo con talento. No estoy invirtiendo en este guión, estoy invirtiendo en ti”. Para que Ladd pudiera hacerse una idea, el director se lo describió como un cruce entre los cómics de Buck Rogers y El capitán Blood.

Cómo 'Star Wars' cambió el cine con una caja vacía

Sin embargo, el entusiasmo de Ladd no era compartido con el resto de mandamases del estudio, quienes no mostraron ninguna fe en la película. Lucas negoció y consiguió quedarse con los derechos para continuar la historia con las posibles secuelas y también para quedarse con los derechos del merchandising. Para la 20th Century Fox, aquello no suponía una gran pérdida. Por entonces, los beneficios generados por la venta de productos relacionados era algo anecdótico, pero los viejos dinosaurios no supieron ver que la industria del cine estaba cambiando. Otra muestra de falta de fe.

Mientras Lucas escribía y reescribía los  borradores del guión, encontró en el ilustrador Ralph McQuarrie a la persona idónea para plasmar en imágenes en papel las ideas que rondaban en su cabeza. Según el ilustrador, su trabajo fue esencial para que la productora entendiera un poco mejor de qué iba todo aquello: “Por lo que yo entendí, Fox estaba dispuesta a empezar, sencillamente por lo potente que era la idea básica pero no había decidido ejercer su opción. Puede que hubiera ligeras dudas. A mí me pareció que las ilustraciones les interesaban porque estaban preocupados por el aspecto que tendrían todas aquellas cosas. Creo que se hicieron como sustituto del agitar de brazos y las descripciones verbales y para empezar a hablar del presupuesto”.

Claro, que hasta en el casting los propios candidatos estaban un poco perdidos, como Mark Hamill: “Mi agente dijo que iba a realizarse una reunión general en Goldwyng y que no había guión. Lo único que ella sabía sobre el personaje es que era de una granja. En aquel momento, para demostrarte lo mucho que sabía sobre la película, empecé a practicar el acento del Medio Oeste”. Y una vez con el rodaje empezado, aquello no parecía mejorar.

Peter Mayhew, el intérprete de Chewbacca, tampoco comprendía lo que sucedía en el plató:  “No teníamos ni idea de qué estaba pasando. Nos decían que los efectos especiales se añadirían más tarde. Cuando decían que la nave especial estaba atravesando un cinturón de asteroides, nadie sabía qué aspecto tenía un cinturón de asteroides. Nos decían que hiciésemos esto, que nos quedásemos allá. Era difícil comprender qué significaba todo”. Los actores también tenían que vivir su propia cuestión de fe y confiar en que los efectos especiales de la recién estrenada Industrial Light and Magic hicieran el resto.

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Incluso cuando Lucas proyectó un primer montaje a sus colegas de profesión, recibió críticas negativas. Brian de Palma se mofó de la película hasta decir basta (aunque, reza la leyenda, echó una mano con el texto del mítico opening crawl, ese que empieza con lo de "Hace mucho, mucho tiempo..."). Sólo Steven Spielberg salió entusiasmado y profetizó: “George, es fantástica. Va a recaudar cien millones”. Spielberg acertó, aunque no todos supieron verlo. Para sacar el máximo partido a los derechos de exploración de merchandising, George Lucas ofreció a la empresa juguetera Mego la posibilidad de lanzar una colección de juguetes basados en la película.

Mego era la encargada de lanzar las figuras de acción de Star Trek y de los superhéroes de DC, pero no mostró interés en poner su nombre a los productos relacionados con el filme. Quien sí se interesó fue Bernie Loomis, el presidente  de una pequeña empresa llamada Kenner, y aceptó el negocio un mes antes de que la película aterrizara en las salas y sin imaginar las largas colas que se formarían en las entradas de los cines. Ya era imposible que los personajes de Star Wars estuvieran listos para el estreno. Incluso la fabricación de las figuras suponía un proceso tan largo que si quiera estarían listas para la campaña navideña. ¿Cómo solucionarlo? La única esperanza que a Kenner le quedaba para aprovechar una Navidad con el recuerdo aún vivo de la película era apostar por la campaña de la caja vacía, cuyo nombre oficial fue “Early Bird Certificate Package”.

De esta manera, distribuyeron 600.000 cajas sin figuras, pero con una promesa que se convirtieron en el producto estrella de las fiestas navideñas. Unos meses después, los niños recibieron por fin a sus héroes galácticos y estos cuatro primeros muñecos inauguraron una fiebre que llegaría hasta nuestros días. Precisamente este año, para celebrar el 40 aniversario de Star Wars, la juguetera Hasbro (que acabó absorbiendo a Kenner) lanza una colección de 12 figuras, mucho más modernas y articuladas, basadas en el diseño retro de las 12 figuras originales. Eso sí, las figuras originales y las rarezas de la colección alcanzan cifras vertiginosas. Entre ellas, los primeros diseños de muñecos con sables láser o los jawas con capa de plástico en lugar de tela.

Con Star Wars, George Lucas no sólo cambió la forma de hacer películas, sino que también revolucionó el modo de promocionarlas gracias a aquel acuerdo de merchandising que a 20th Century Fox le parecieron migajas. En el libro Moteros tranquilos, toros salvajes. La generación que cambió Hollywood, Peter Biskind, explicó que el papel de Lucas fue novedoso en este sentido: “Demostró que era posible hacer una película de gran éxito a partir de una idea original", afirma. "Y despertó en los estudios la conciencia del potencial del merchandising, ya que quedó demostrado que la venta de libros, camisetas y muñequitos podía ser una importante fuente de ingresos. El merchandising de Star Wars, en lugar de limitarse a promover la película, como se había hecho siempre hasta ese momento, adquirió vida propia”.

Cómo 'Star Wars' cambió el cine con una caja vacía

Carrie Fisher, en sus memorias tituladas El diario de la princesa, afirma haberse quedado pasmada. “No era más que una película. Nadie imaginaba que causaría el efecto que causó. Nada debería haberlo causado. Nada lo había hecho nunca. Se suponía que las películas debían quedarse en la pantalla, planas, grandes y vistosas, sumiendo al espectador en su historia, conduciéndolo alegremente hasta el final y después devolviéndolo a su propia, inalterada vida", comentaba. Y proseguía: "Pero esa película se portó mal; se filtró fuera del cine, saltó de la pantalla y afectó tan profundamente a tantas personas que estas necesitaron interminables talismanes y artilugios para permanecer conectadas a ella”.

Para el mayor coleccionista de productos galácticos, Stephen J. Sansweet, estos aparentemente simples juguetes eran algo más que eso: “Que los niños pudieran llevarse a casa los personajes y vehículos de la película significaba que podían representarla y crear todas las nuevas historias que quisieran. En los años previos a la aparición del vídeo doméstico, los juguetes ayudaron a fortalacer los afectos y la fidelidad de una nueva generación de fans incondicionales, muchos de los cuales transmitirían el gen de Star Wars a sus hijos”.

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Desde el principio, La guerra de las galaxias parecía una misión suicida. Pocos confiaron en las posibilidades de la aventura espacial de George Lucas, pero gente como Alan Ladd Jr., Steven Spielberg o Bernie Loomis fueron hombres de fe y sintieron el poder de la Fuerza. Star Wars y sus juguetes llegaron a nuestra galaxia para quedarse durante mucho tiempo.

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