Son cineastas porque no pueden ser aventureros: los 6 directores más temerarios

El cine como excusa para alcanzar un sueño jugándote el pellejo. Si estos directores o directoras hubieran nacido en el siglo XVI, habrían sido conquistadores.
Son cineastas porque no pueden ser aventureros: los 6 directores más temerarios
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Son cineastas porque no pueden ser aventureros: los 6 directores más temerarios

Cuenta Stefan Zweig en sus Momentos estelares de la humanidad que cuando Colón llegó de su primer viaje de regreso desde la América recién descubierta se extendió el rumor de que en aquellas nuevas tierras el oro se podía recoger simplemente con la mano.

Esto hizo enloquecer a toda España, claro: “No solo se presentan nobles honrados que quieren cubrir con oro de arriba a abajo sus escudos de armas, no solo osados aventureros y soldados valientes. Toda la mugre y la escoria de España mana hacia Palos y Cádiz”.

Si en ese momento de la Historia hubiera existido la profesión de cineasta, muchos también hubieran embarcado para marcharse a esa tierra recién descubierta. A rodar, o quizá se les hubiera olvidado cuál era su profesión.

Ha habido cineastas que se han embarcado en proyectos tan absolutamente ambiciosos, retadores y demenciales que podrían ser similares a las cruzadas de estos aventureros que partían al nuevo mundo. Rodajes en lugares con climas extremos, en selvas, desiertos, en mitad de una guerra o en mitad del recóndito océano.

Estos cineastas utilizan el cine como una excusa para saciar su espíritu aventurero. De la misma forma que los conquistadores les pedían dinero a los reyes para emprender su búsqueda y darles a cambio un pedazo de tierra virgen –expoliando, claro, esa tierra a quien la llevaba miles de años cultivando– los directores buscan la financiación de sus aventuras y sus inútiles conquistas en los productores de Hollywood, los mecenas actuales de la única forma que nos queda por explorar recónditos lugares, el cine… El arte en general.

Algunos dirán que tremenda empresa podría ser la de un loco pero eso sería cínico, estos cineastas buscan cumplir un sueño elevando con ello la importancia que tienen los sueños individuales de los seres humanos, todos nosotros, empujándonos a ir más allá, a ser capaces de perseguir lo que sea que queramos ser o a dónde quiera que queramos estar.

Y además nos hacen disfrutar de preciosas películas... si es que consiguen sobrevivir a sus mastodónticos rodajes.

John Huston, cazador blanco

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En 1951, John Huston se fue al Congo Belga y a Uganda para rodar su clásico La reina de África. En aquella etapa en Hollywood nadie se alejaba de los estudios para hacer películas, pero Huston ya se había ido a México para El tesoro de Sierra Madre.

Huston era un hombre de acción al más puro estilo de Hemingway, era también un veterano de guerra y por supuesto un aventurero insaciable. Esta vez eligió África y cuenta la leyenda que lo hizo por su obsesión con la caza de elefantes. Y al menos así fue cuando a mitad del rodaje desapareció para irse de safari. La odisea duró siete semanas y todo el equipo tuvo que lidiar con varias enfermedades y la simpática fauna local.

En una entrevista de The Guardian a Angela Allen, la script de la película que durante el rodaje tenía 22 años, la última superviviente de esta demencial experiencia cuenta cómo vivían en un campamento en mitad de la jungla: “Tenias que meterte en la cama por la noche antes de que los mosquitos te pudieran atrapar y agitar tus botas por la mañana para asegurarte de que no había ningún ciempiés. Te lavabas con el agua roja del río…”

Sin embargo, fue el agua lo que ocasionó los mayores desastres en el equipo. Tanto Katie Hepburn como Lauren Bacall, que estaba allí para acompañar a su marido, se pusieron terriblemente enfermas. En cada toma Hepburn tenía un cubo fuera de plano para vomitar al acabar la escena.

En un libro sobre el rodaje que escribió la actriz cuenta cómo en una ocasión se apresuró al lavabo para echar la pota y se encontró allí una mamba negra que le obligó huir hacia la selva. Fueron Bogart y Huston los dos únicos que no sufrieron ninguna enfermedad. ¿Su truco? Bebían solo whisky. “Todo lo que comí fueron frijoles horneados, espárragos enlatados y whisky escocés”, contaba el actor en alguna ocasión.

A pesar de ello el carisma de Huston provocaba una paz insólita en un rodaje tremendo con hormigas soldados invadiendo todo, hipopótamos amenazando al equipo, mambas negras, cocodrilos atacando el set, la Reina de África (el barco) hundido en el río…

David Lean, el director de lo épico

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El rodaje de Lawrence de Arabia se inició el 21 de marzo de 1962 en Almería, durante tres meses el director y todo el equipo estuvieron entre las dunas de Cabo de Gata, el Algarrobico de Carboneras, la rambla de Tabernas o en el parque Nicolás Salmerón.

Omar Shariff, Peter O’tolle, Anthony Quinn y Alecc Guinnes en mitad de nuestro país construyeron una de las películas más importantes de todos los tiempos, o al menos la que impulsó a Steven Spielberg a ser cineasta.

La película fue filmada entre España, Jordania y Marruecos y tuvo unos cuantos momentos realmente rock n’ roll. David Lean retrató el desierto como ningún director lo hizo antes y como ninguno lo ha hecho aún. En un clima extremo, en unas condiciones difíciles para todo el equipo empujó una empresa de casi tres años de duración para realizar una película absolutamente bella.

También hubo tiempo para rescatar al escritor y guionista de la película de la cárcel, Robert Bolt quién firmó el libreto junto a Michael Wilson, reconocido mucho después debido a que en ese momento estaba en la maldita lista negra. Bolt fue arrestado en Londres por su participación en una manifestación antinuclear y Spiegel, el productor, tuvo que rescatarlo y obligarlo a que firmara un reconocimiento de buena conducta.

Y, por supuesto, alguien resultó herido en el rodaje. Fue Peter O’Toole en la primera toma del ataque a Akaba. Se cayó del camello y el resto del rodaje tuvo tanto miedo de que le ocurriera lo mismo que él y Omar Sharif se emborrachaban a escondidas y se amarraban a sus monturas. O’Toole reconoció más tarde  que estaba tan tajado que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo cuando se filmó la secuencia.

Francis Ford Coppola, el soldado de Vietnam

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El rodaje de Apocalypse Now arrancó el 1 de marzo de 1976. Iba a durar 16 semanas. Finalmente fueron 15 meses. 15 meses del más absoluto infierno. El rodaje de esta película es el rey de los rodajes malditos, de las ideas demenciales de los directores de cine. Es la conquista del arte por encima de la parte más cruel de la Naturaleza, de la guerra, de Marlon Brando. 

Se han escritos ríos de tinta sobre este rodaje pero todo lo que necesitáis ver está en el documental Corazones en tinieblas, de Eleanor Coppola. Ella, la mujer de Coppola, grabó el descenso a la locura de su marido, que acompañaba al protagonista de su película, el capitán Willard cuya misión era cazar al coronel Kurtz, hasta el más terrible de los infiernos. Coppola reconoce haber pensado en el suicidio en tres momentos distintos durante el rodaje.

No solo la guerrilla con Filipinas que paraba constantemente el plan del rodaje, el hecho de que el protagonista casi muere a mitad de la producción, el tifón Olga asolando Filipinas y llevándose consigo todo el set… Hay que añadir al cóctel a Dennis Hopper, que exigió 25 gramos de cocaína para construir su personaje, y por supuesto a Marlon Brando, que llegó sin leer ni una sola de sus líneas; y enorme, de una envergadura física absurda teniendo en cuenta que su personaje lleva meses aislado en la selva.

Coppola vivió la aventura de su vida en aquella selva de filipinas, a la que llegó encantado y donde quizá podría haber conseguido elevar el cine de guerrilla a otro nivel… Todo lo que se vivió en ese rodaje fue extremo. Apocalypse Now es una gran película, pero la historia detrás de ella es mucho más salvaje y estimulante. Es una de las aventuras más brutales vividas nunca por un grupo de seres humanos.

Werner Herzog, el conquistador de lo inútil

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A Werner Herzog se le metió en la cabeza una imagen: la de un barco subiendo una montaña. 

Ya está eso era suficiente para convencer a Coppola, que ya sabemos que es fan de construir epopeyas bajo condiciones extremas, para que le ayudara a buscar financiación.

El 21 de junio del 79 Herzog se fue al Amazonas para iniciar la preproducción de la película Desde aquél día comenzó a escribir un diario que luego resultó ser, en sus palabras, lo mejor que ha hecho en su vida. El diario se titula La conquista de lo inútil y, lejos de ser un diario de rodaje, es el lugar donde vuelca sus reflexiones febriles sobre la selva. 

El diario y la película que acabó siendo Fitzcarraldo son una defensa a ultranza de dos cosas: los sueños individuales y la cultura de las etnias y tribus del Amazonas, cada día más en peligro de extinción.

Herzog persiguió sus sueños (su conquista) hasta el límite y consiguió subir ese barco de vapor de 320 toneladas por la colina de más de 500 metros. Una imagen portentosa que le costó depresiones y toda clase de peligros a él, a cada persona del equipo y a los 1100 indios nativos que le ayudaron a llevar a cabo su loca misión.

Indios heridos por una tribu enemiga, un nativo cortándose un pie por la mordedura de una víbora, los indios conspirando contra Kinski (el actor protagonista) para quitarle de en medio (o sea, matarle), el piloto cediendo los mandos del barco a Herzog incapaz de conducirlo por uno de los rápidos más peligrosos del Amazonas, heridos, enfermos y tres años de idas y venidas para subir ese barco con poleas y a través de la fuerza humana por la montaña.

Herzog nunca quiso utilizar los trucos del cine, quiso hacer realidad su epopeya sin ninguna ayuda. Y de esta manera, osada y estúpida, pasó a la historia Fitzcarraldo. 

Kathryn Bigelow, la directora de guerrilla

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La idea de Kathryn Bigelow para rodar En tierra hostil era conseguir acceso a la base militar norteamericana de Kuwait. Finalmente no tuvieron ese acceso y se desplazaron a Amman, en Jordania, donde fueron protegidos por el mismísimo ejército tanto en el set como en los hoteles donde se hospedaba el equipo.

A parte de llevar a todo el equipo a trabajar en una película bélica en mitad de una zona de conflicto constante, tuvieron que rodar bajo la peor ola de calor en Jordania en los últimos años.

Bigelow ganó el Oscar por esta película magnífica, cuyo guion, además, lo realizó otro aventurero convertido a guionista: Mark Boal, que pasó tres semanas en el mismo Bagdad metido en una tanqueta con artificieros.

En tierra hostil es una película de hombres de carne y hueso que divide al soldado en dos tipos: el que tiene miedo y el que disfruta del riesgo. Asumimos que Bigelow sería de la segunda clase de soldado.

James Cameron, el explorador del océano

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A James Cameron le fascinaba el naufragio del Titanic y su interés fue en aumento cuando se reunió con Robert Ballar, descubridor de los restos de la nave en los ochenta… Habló con todo tipo de expertos en el hundimiento, historiadores, ingenieros y no escribió ni una sola línea del guión hasta que grabó las imágenes reales del transatlántico.

Cameron se obsesionó y para su película utilizó planos reales, diagramas, maquetas para construir el buque de los sueños de la manera más fiel posible al real. El rodaje más allá de las 10 horas que muchos de los actores tuvieron que estar en el agua a 10º de temperatura no fue una aventura en sí mismo. Se rodó gran parte en plató y el hundimiento en Mar de California, sin embargo lo que sí hizo esta película es encender la chispa del espíritu aventurero de James Cameron.

El 26 de marzo de 2012 el director descendió hasta los 10.908 metros, el punto más hondo del mar en la fosa de las Marianas. . Una profundidad nunca antes alcanzada por el ser humano en solitario… Y de ahí salió el documental Deepsea Challenge 3D. 

A James Cameron le dejó de importar el cine siendo su obsesión la exploración de lugares recónditos. Él mismo lo reconoció en dicho documental: “No hago esta inmersión para descubrir criaturas fantásticas que me sirvan de inspiración para Avatar. En todo caso hago Avatar para conseguir más dinero y poder seguir con la exploración oceánica”.

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