#CIFIMANÍA (III): 6 futuros posibles según el cine

Cuando el séptimo arte mira al porvenir, sus predicciones suelen encuadrarse en una de estas tipologías. Nosotros las analizamos como parte de nuestro serial. Por YAGO GARCÍA
#CIFIMANÍA (III): 6 futuros posibles según el cine
#CIFIMANÍA (III): 6 futuros posibles según el cine
#CIFIMANÍA (III): 6 futuros posibles según el cine

¿Qué acecha en las tinieblas del porvenir? ¿Cuál es el destino reservado para nuestra especie en el cosmos proceloso? Nosotros, a qué mentir, no tenemos ni idea, pero sí sabemos dos cosas: la primera, que seguimos preparando nuestro número especial con las mejores películas de ciencia-ficción de todos los tiempos, y que podéis contarnos las vuestras usando el hashtag #CIFIMANIA en Twitter. Y, la segunda, que aunque ningún mad doctor en condiciones haya encontrado la forma de viajar en el tiempo, el cine nunca se ha dado por enterado, atravesando los siglos venideros siempre que le viene en gana.

Como parte de este serial de dimensiones astronómicas (como está mandado) y tras recordar la prehistoria del género en el cine y el tratamiento que el séptimo arte ha reservado a algunos de sus mejores escritores, hemos llegado a una conclusión. Y es la siguiente: todos los vistazos al mañana que podemos ver en pantalla grande acaban adscribiéndose a una de estas seis tipologías básicas. Tal vez estéis de acuerdo con ellas, o tal vez que no, pero nosotros no queremos ponernos a profetizar, que luego pasa lo que pasa...

Futuro épicostar_wars_harrison_ford_chewbacca

¿Qué nos espera en él? Los despiadados imperios galácticos luchan contra aguerridos paladines, las astronaves surcan el éter como Messi los campos de fútbol y las batallas implacables son tan de rigueurcomo los romances tórridos, las amistades (y enemistades) implacables y los planetas que explotan cual globos pinchados. Será porque el espacio, con sus astronómicas distancias y su sinnúmero de prodigios, predispone a las historias 'más grandes que la vida', pero este porvenir, en la más gloriosa tradición de la space opera, ha tentado muchas veces al celuloide.

Y lo encontramos en... Seguro que ya lo has adivinado: la saga cinematográfica por excelencia en plasmar esta clase de historias es Star Wars, por más que sus seis entregas (hasta la fecha) comiencen con lo de "Hace mucho, mucho tiempo...". Excusando los artificios narrativos de George Lucas, hay que decir que los seriales fílmicos como Buck Rogers en el siglo XXV estaban ahí antes que sus caballeros Jedi. Y que, si quieres abordar una historia así, más te vale contar con un buen presupuesto, porque si andas escaso de fondos te acabará saliendo, bien un subproducto entrañable (Los 7 magníficos del espacio), bien un horror incalificable de la talla de Star Crash. Claro que siempre hay excepciones, como Enemigo mío.

Futuro cutresigourney_weaver_ripley_alien

¿Qué nos espera en él? Por mucho que la humanidad haya aprendido a surcar el espacio o que el desarrollo tecnológico haya avanzado a hipervelocidad, nuestra especie no ha aprendido nada con los siglos... Y vaya que si se nota: mientras la Tierra languidece y su ecosistema se colapsa, las galaxias van llenándose de corporaciones sin escrúpulos, currantes mal pagados, colonias planetarias cuyas condiciones de vida puntúan en números negativos y naves cuya capacidad para llegar audazmente donde nadie ha llegado jamás depende del presupuesto de mantenimiento. Igualito que ahora, vamos. Sólo que con más máquinas.

Y lo encontramos en... Si 'Tío George' es el amo en lo que a la épica se refiere, el señor que puso de moda esta visión del mañana atiende por Ridley Scott: aunque otros cineastas (Andrei Tarkovsky en Solaris o John Carpenter en Estrella oscura) nos hubieran advertido de lo que ocurriría si cambiábamos de planeta sin cambiar de mentalidad, fueron Alien y Blade Runner las películas que convirtieron este panorama en un lugar común de Hollywood. El otro gran experto en el tema es Paul Verhoeven, y ahí están Desafío total y Robocop (esta última desde un punto de vista más cyberpunk) para probarlo. Y no hay más que ver La naranja mecánica y Brazil para saber lo poco optimistas que se mostraban Stanley Kubrick y Terry Gilliam, respectivamente, a propósito de los siglos venideros.

Futuro aséptico2001_kubrick

¿Qué nos espera en él? Como saben los entendidos, la seguridad de un viaje espacial requiere que el entorno de los astronautas sea cuanto más estéril, mejor. De modo que, en ausencia de un Homer Simpson que lo deje todo hecho un asco a base de patatas fritas, todo lo referente a la humanidad del porvenir (bien en la Tierra, bien fuera de ella) es de un limpito, un pulido y un higiénico que asusta. Por supuesto, ese perfeccionismo obsesivo se contagia a los seres humanos, provocando resultados que pueden oscilar entre el horror absoluto y un bostezo de varios minutos de duración. O ambas cosas.

Y lo encontramos en... Si leyendo la anterior descripción has pensado en la Discovery de 2001: Una odisea del espacio, no te culpamos, porque era justo lo que nosotros teníamos en mente al redactarlo. Ahora bien, admitimos que Stanley Kubrick no está solo en esto: el propio George Lucas retrató un futuro de laboratorio en su debut THX 1138 (un filme en el que reluce hasta el cráneo de Robert Duvall), mientras que Andrew Niccol nos ofreció una visión con los pies en el suelo del asunto en su memorable Gattaca. Ahora bien, podría aducirse que la saga Star Trek ofrece en ocasiones un panorama más optimista de esta visión: por mucho que su enfoque sea básicamente épico, el universo de la Federación supone un panorama de lo más democrático y civilizado.

Futuro apocalípticomad_max_mel_gibson

¿Qué nos espera en él? Ha llevado muchos milenios conseguirlo, pero ya está hecho: la humanidad ha conseguido cargarse el planeta de una vez por todas. Por supuesto, en este terrorífico páramo que fue un azul hay ahora poco lugar para naves espaciales, sables de luz u otras frivolidades. Cuando tu vida es una lucha constante contra mutantes, motoristas sospechosamente similares al cantante de Judas Priest, monstruos radiactivos y otros engendros producto de la catástrofe, a buenas horas vas a pensar en descubrir los misterios del cosmos.

Y lo encontramos en... A estas alturas, ¿es un spoiler avisar que El planeta de los simios -en su versión original- es un exponente de esta tendencia? Nosotros pensamos que no. Así pues, mientras Charlton Heston nos maldice a todos frente a las ruinas de la Estatua de la Libertad, recordamos que la primera película titulada El fin del mundo data de 1916, y que en general a los cineastas les gusta asolar nuestro planeta más que al proverbial tonto el proverbial lápiz, como prueban ejemplos tales que Terminator, Zardoz, 2044: Apocalipsis nuclear, Soy leyenda y otras tantas. Con decir que incluso un señor tan serio como Michael Haneke ha abordado el tema (en la espeluznante El tiempo del lobo) está todo explicado. Eso sí, a nosotros nos encanta ese subgénero charcutero y gasolinero que, arrancando con Mad Max y sus secuelas, nos deparó exploitations tan inenarrables como 1990: Los guerreros del Bronx o América 3000.

Futuro 'fashion'jane_fonda_barbarella

¿Qué nos espera en él? Una oportuna aplicación de la Tercera Ley de Clarke, debida al guionista de 2001, y enunciable como "cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia", puede suponer el día más feliz de la vida de un diseñador de vestuario o de producción. Porque, nos guste o no, sólo podemos visualizar el futuro a partir del imaginario de nuestro presente, de modo que muchas películas rompedoras en su día acaban, unas décadas más tarde, apareciendo como exponentes de estéticas que pueden oscilar entre lo adelantado a su tiempo y la horterada supina.

Y lo encontramos en... Por supuesto, los futuros de corte esteticista pueden combinarse (y se combinan) con otras corrientes ya analizadas aquí. Pero, aunque los uniformes de las azafatas de 2001 nos sigan pareciendo de lo más chic y Blade Runner quede como un icono de la moda ochentera, nosotros vemo esto más aplicable a los excesos sixties de Planeta prohibido o los modelazos de Janes Fonda en Barbarella, por no mencionar La fuga de Logan o los delirios indumentarios en los que David Lynch incurrió con Dune. Entre los ejemplos más recientes, recordamos esa moda desatada por Matrix y seguida por sus émulas como Equilibrium, que convirtió los abrigos largos y las gafas de espejo en un must para los cinéfilos más atrevidos.

Futuro cómicowoody_allen_dormilon

¿Qué nos espera en él? Parafraseando un conocido eslogan cinematográfico, nosotros sentenciamos que tal vez en el espacio no puedan oírse los gritos, pero las carcajadas sí resuenan que no veas. El ánimo satírico y las excusas que da la ciencia-ficción para saltarse la realidad a la torera son materia prima de lujo para pergeñar gags memorables a costa de posibles mañanas donde la tontería y el disparate son la norma. ¿Realista? En absoluto. ¿Divertido? En las manos adecuadas, muchísimo.

Y lo encontramos en... En La loca historia del mundo, ese titán llamado Mel Brooks nos obsequió con un epílogo impagable titulado Judíos en el espacio. Y Mel vio que aquello era bueno, de modo que le sacó partido a la cosa con Spaceballs: La loca historia de las galaxias, película de cuyas chanzas no se libran ni Star Wars, ni Alien ni la madre que las parió. Woody Allen, otro insigne hijo de Abraham, había explorado ya terrenos similares en El dormilón (filme que nos impele a buscar un orgasmatrón de segunda mano cada vez que lo vemos), mientras que la Hill Valley futurista de Regreso al futuro II resulta un ejemplo más comedido, pero también descacharrante. Por otra parte, si bien Héroes fuera de órbita se marcó unos cuantos chistes de altura a costa del Enterprise y su tripulación, recordemos que la saga supo reírse de sí misma en Star Trek IV: Misión salvar la Tierra.

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