Charles Robert Jenkins, el desertor al que Corea del Norte convirtió en actor

En el esplendor del cine propagandístico norcoreano, el régimen utilizó desertores americanos para hacer de villanos en las producciones de Kim Jong-Il
Charles Robert Jenkins, el desertor al que Corea del Norte convirtió en actor
Charles Robert Jenkins, el desertor al que Corea del Norte convirtió en actor
Charles Robert Jenkins, el desertor al que Corea del Norte convirtió en actor

Por mucho que intentara explicarlo en su autobiografía The Reluctant Comunist: My Desertion, Court-Martial, and Forty-Year Imprisonment in North Korea, siguen sin quedar claras las razones que llevaron al soldado Charles Robert Jenkins a desertar del ejército americano en 1965. Ya fuera por el miedo a ser destinado a Vietnam, por la ansiedad, o por lo que fuera, lo único cierto es que una noche de servicio, el sargento de 25 años abandonó su puesto y cruzó una de las fronteras más peligrosas del mundo, internándose en territorio de Corea del Norte. Allí viviría hasta el 2004, cuando, con 64 años, la Administración Bush puso en marcha una operación diplomática para liberarle que hace que tras leerla, la última media hora de El Puente de los Espías nos parezca que tiene la complejidad burocrática de renovar un DNI.

En sus casi 40 años de vida dentro del país, a Jenkins le pasó de todo. Fue obligado a estudiar los escritos de Kim Il-Sung, dio clases de inglés y hasta se intentó que sirviera de "semental" para dar hijos con rasgos occidentales que entrenar como espías. ¿Sorprendente? Pues todavía hay más, ya que la única monarquía comunista jamás conocida convirtió a Jenkins en actor para hacer de malvado americano en las películas propagandísticas que ilustraban las "bondades" de la ideología Juche.

Charles Robert Jenkins, el desertor al que Corea del Norte convirtió en actor

Apenas sabemos nada de la cinematografía norcoreana. Hemos visto tours turísticos por unos estudios de cine que parecen más un decorado en sí que un lugar de trabajo, hemos leído (es un decir) esas teorías cinematográficas de Kim Jong-Il a medio camino entre André Bazin y el cursillo de cine en campamento de verano. y frecuentemente hemos visto imágenes de Pulgasari como ejemplo de su exótico e hiperideologizado cine.

Sin embargo, el cine norcoreano es algo más terrible que Pulgasari, que no deja de ser una anécdota chipiritifláutica. Y algún día, cuando el autodenominado Reino Ermitaño se abra al mundo y sintamos vergüenza al descubrir campos de exterminio como Yodok, llegará el momento de abordar y reconstruir su anacrónica cinematografía, ya que lo que conocemos ahora no son más que unos pocos DVDs que salen al exterior, algunas copias en 35mm que han circulado de contrabando por la frontera con China o extraños testimonios, como el de Ferdinando Baldi, cineasta todoterreno italiano con títulos a sus espaldas como El tesoro de las 4 coronas o La ruta del opio, que llegó a dirigir una película norcoreana que atrrrizó en los videoclubes españoles con el nombre de The Ultimate Mission.

Uno de los pocos occidentales que puede presumir de haber vivido en primera persona los rodajes de Corea del Norte fue Charles Robert Jenkins, quién en 1980 sería reubicado del domicilio que compartía con su mujer, una prisonera japonesa, para actuar en la última entrega de un serial cinematográfico de 20 episodios llamado Unsung Heroes  (Nameless Heroes o Unknown Heroes en sus traducciones al inglés) que se estrenarían en los cines y la televisión norcoreana entre el 78 y el 81. Tras afeitarle la cabeza y maquillarle abundantemente, este antiguo militar que no había ni pisado el Instituto, se convertía en el Dr. Kelton, un norteamericano que se enriquecía con la venta de armas en la Guerra de Corea, revelándose como el capitalista responsable de que la gente se odiara y liara a tiros.

Aunque el serial acabó en 1981, Jenkins asegura que siguió rodando apariciones intermitentes del personaje hasta el año 2000 en nuevos episodios que nunca se terminaban por falta de dinero. Si bien, es posible que Jenkins se equivoque y todas esas apariciones fueran en producciones que nada tenían que ver con la saga Unsung Heroes.

Y es que la biografía de la soldado, pese a ser una de las principales fuentes para conocer detalles del cine Juche, es poco fiable, en parte por la memoria de su autor, en parte porque su publicación no dejó de ser un ejercicio de maquillaje para descargale de culpa frente al Tribunal Militar que le juzgó a su salida del país por haber desertado 40 años antes (esto hace que siempre exista la sospecha de que Jenkins aprovecha cualquier excusa para ridiculizar y acentuar el desastre norcoreano)

La locura de Unsung Heroes era tal que el actor asegura que rodaban los guiones en orden -quizá porque lo iban escribiendo sobre la marcha- y por su reparto también desfilaron todo tipo de occidentales, desde diplomáticos y sus familias a James Joseph Dresnok, otro desertor en torno al que en 2006 se rodaría el documental Crossing the line y alguien que doblaría muchos de los diálogos de Jenkins en posproducción. Muchos de estos occidentales aparecían en el serial con nombre falso, como el caso de Jenkins, que en créditos se llamaba Min Hyun-Chun.

Charles Robert Jenkins, el desertor al que Corea del Norte convirtió en actor

Su aparición convirtió a Jenkins en una pequeña celebridad por las calles de Pyongyang, con gente pidiéndole autógrafos y fotografiándose con él, y aunque las películas salieron de las fronteras coreanas al ser emitidas en una televisión china durante 1982, no sería hasta el 96 cuando el ejército norteamericano, estudiando una copia, descubriera que ese occidental que salía era un soldado al que habían dado por desaparecido hacía treinta años, llegando el revuelo a los medios de comunicación, y especialmente a su pequeña localidad natal en Carolina del Norte, en la que empezaron a tildar de traidor a un vecino al que creían muerto desde hacía décadas.

Aunque durante años se creía que Unsung Heroes no iba a poder ser disfrutado en Occidente más que en algún rollo que se había conseguido y en esas copias que en el Pentágono se estudiaban con lupa, en los 2000 fue editada en DVD para el mercado chino, aunque doblada, y después exhibida en algún festival internacional (si copias y pegas "无名英雄" en Google, puedes encontrar bastante material surgido de las copias chinas).

A pesar de la fama de Jenkins y de gozar de un puesto en el star-system de la dictadura, su siguiente trabajo cinematográfico poco tuvo de glamour, ya que fue encargado de transcribir diálogos de películas americanas para que luego funcionarios del régimen los tradujeran al coreano. Muchos de esos títulos Jenkins no sabía ni cuáles eran ni si estaba haciendo bien o no su trabajo, puesto que tenía hacer las transcripciones escuchando los audios en un magnetófono, sin referencia de imagen y sin posibilidad de repetirlos. Debido a la fuerte y temible censura norcoreana, es de imaginar que esas películas (entre las que el soldado identificaría Mary Poppins y Kramer contra Kramer) estuvieran destinadas a la élite militar del país, o directamente, al disfrute privado de Kim Jong-Il.

La otra aparición cinematográfica de Jenkins que parece haberse identificado es en una película a veces llamada The Confrontation, a veces Pueblo y que ni siquiera se cita en la mayoría de libros sobre el cine norcoreano. De ella apenas sabemos que posiblemente se rodara en 1992 y que en ella salía un ruso al que todo el mundo identificaba con el nombre coreano de Dong Chul. La película reconstruía el incidente del USS Pueblo, una embarcación norteamericana que fue capturada en 1968 por el ejército de Corea del Norte y que desde entonces se ha exhibido como trofeo a los turistas que deciden entrar en el país asiático. En ella, Jenkins da vida al Capitán del USS Enterprise, un portaaviones nuclear que Estados Unidos desplazó al Mar del Japón durante la crisis con el Gobierno de los Kim.

Charles Robert Jenkins, el desertor al que Corea del Norte convirtió en actor

El 18 de julio de 2004, Jenkins, tras una vida de película, llegaba a Japón, donde se enfrentó a un teatral proceso militar que terminó con un arresto de seis días en una base americana. Volvió brevemente a Estados Unidos para visitar a su madre, de 91 años, y conocerle en esos momentos debió ser lo más parecido que ha habido a tratar al Capitán América. Jenkins era un hombre fuera de su tiempo. No sabía lo que era un ordenador, alucinaba con que hubiera mujeres en el ejército americano y no entendía que la revista Life no siguiera publicándose. En sus memorias, entre recuerdos de cómo los soldados le habrían arracado con tijeras los tatuajes del ejército estadounidense o historias sobre cómo intentaban marcarle los días que debía tener sexo, recuerda su carrera como actor, arrepintiéndose del dolor que a su familia pudo causarle verle en las películas que traspasaron la frontera.

Hoy día vive en la japonesa Isla Sado, donde trabaja en la tienda de su Museo de Historia y donde cuenta a quien quiera escucharle la historia de su vida en un lugar perdido en el tiempo donde se convirtió en una estrella de cine.

Quizá algún día -ojalá que pronto, por todo lo que implica- podamos acceder a todo el material que rodó en el cine norcoreano.

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ACTUALIZACIÓN 11/12/2017: Charles Robert Jenkins ha fallecido a los 77 años en su retiro japonés

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