Carne, hueso y ojos grandes: 9 adaptaciones de anime y manga en imagen real (que no son 'Tokyo Ghoul')

Revisa las mejores versiones del cómic japonés más allá de la animación.
Carne, hueso y ojos grandes: 9 adaptaciones de anime y manga en imagen real (que no son 'Tokyo Ghoul')
Carne, hueso y ojos grandes: 9 adaptaciones de anime y manga en imagen real (que no son 'Tokyo Ghoul')
Carne, hueso y ojos grandes: 9 adaptaciones de anime y manga en imagen real (que no son 'Tokyo Ghoul')

En Japón la industria del cómic está a la altura de la literatura o el videojuego. Por eso no debería extrañarnos que, como en el caso del estreno de la película de Tokyo Ghoul, hagan tantas películas adaptando mangas. Ahora bien, ¿cuántas de estas merecen realmente la pena? Para contestar esa pregunta elegimos nueve películas adaptaciones del manga que destacan por ser, de un modo u otro, especialmente notables.

Tokyo Tribe (Sion Sono, 2014)

Sion Sono tiene una carrera larga y prolífica. Habiendo debutado en 1984, con más de 52 títulos en su haber contando cortos y series, su buen hacer le ha hecho dar el salto a Hollywood, donde estrenará próximamente Prisoners of the Ghostland, con Nicolas Cage en el papel protagonista. ¿Y cuántas de sus películas son adaptaciones del manga? De hecho, un puñado. Hizimu, The Virgin Psychics y Shinjuku Swan son algunas de ellas, pero aquí nos quedamos con Tokyo Tribe. Una ópera hip-hop donde bandas de raperos violentos luchan entre sí para hacerse con el control de una versión distópica de la ciudad de Tokyo al más puro estilo Sono: con una delicada atención al detalle y un uso obsesivo, pero muy certero, del plano secuencia.

Crows Zero (Takashi Miike, 2007)

Takashi Miike, cuya última película hasta el momento es la adaptación del manga de culto JoJo's Bizarre Adventure, conoce bien el medio. Hace poco Netflix nos deleitó con su versión de La espada del inmortal, firmó una notable película infantil en Yatterman e incluso su película más conocida, Ichi The Killer, es una adaptación del manga homónimo de Hideo Yamamoto. Pero si una adaptación se merece ser reconocida por su calidad como adaptación, esa es Crows Zero. Y de hecho, tiene todas las claves de Miike: personajes oscuros con los que resulta fácil empatizar, diatribas sobre el propósito de la existencia y, muy especialmente, una cantidad obscena de hostias como panes.

Historia de Ricky (Ngai Choi Lam, 1991)

No sólo Japón está enamorado del manga. También lo está el resto de Asia. Y si bien la adaptación más popular que seguramente no sepas que es una adaptación es Oldboy de Park Chan-wook y la adaptación canónica de un clásico es la de Initial D, el manga de coches derrapando en puertos de montaña de Shuichi Shigeno, nuestra elección aquí es la menos evidente Historia de Ricky. Un despiporre gore, auto-consciente, que hace del humor más directo e idiota su propia firma, haciendo bueno aquello del "es mala, pero te ríes" no porque sea mala, sino por lo contrario: porque Ngai Choi elige conscientemente que sea ridícula, excesiva y muy por encima de toda lógica. Que es el único modo de adaptar un manga que se mira en el espejo de El puño de la estrella del norte.

Speed Racer (hermanas Wachowski, 2008)

No nos engañemos: Occidente no ha tenido mucha fortuna con el manga. El Death Note de Adam Wingard y el Ghost in the Shell de Rupert Sanders son películas con cierto encanto, pero infinitamente lejos de la inaudita potencia de sus originales. Pero incluso en América tienen su excepción. Las  Wachowski firmaron en Speed Racer una obra maestra de colores estridentes, velocidad absurda y espíritu 70's que encajaba a la perfección con la obra original. Una auténtica delicia a reivindicar ahora que ha pasado tiempo suficiente para ver la película con otros ojos. Ojos mejores.

Lady Snowblood (Toshiya Fujita, 1973)

Las adaptaciones de manga al cine llevan rodándose desde que existe el medio. Ahí está la saga de El lobo solitario y su cachorro, de Kenji Misumi, para demostrarlo. Pero dado su peso, nosotros nos quedamos con Lady Snowblood. Dirigida por Toshiya Fujita, homenajeada por Quentin Tarantino en la batalla final de la primera parte de Kill Bill y copiada hasta el hartazgo, si bien rara vez reivindicada, esta es una de las grandes películas del chambara, el subgénero más sangriento del cine de samuráis. Con una particularidad notable: aquí la protagonista es una mujer. Nada menos que una soberbia Meiko Kaji en un papel a la altura de su recordada Nami Matsushima, protagonista de la excelente Female Prisoner 701: Scorpion.

Bakuman. (Hitoshi Ohne, 2015)

Si hablamos de manga tenemos que hablar de la Shōnen Jump: vendiendo más de un millón de ejemplares semanales, la importancia cultural y económica de esta revista de cómics es irrebatible, también en el ámbito del cine. Por eso, con adaptaciones recientes como la de Assassination Classroom, de Eiichirō Hasumi, y la de Gintama, de Yūichi Fukuda, es difícil elegir. Pero como la lista no puede ser eterna nosotros nos quedamos con Bakuman., adaptación de la obra de Tsugumi Ohba y Takeshi Obata, los autores de Death Note, por dos cosas: su irreverente espíritu thriller para contar la historia de dos adolescentes dibujando manga y la integración de las propias páginas que dibujan dentro de la estética visual dela película. Dos cosas que la convierten en una joya menor a reivindicar.

I Am a Hero (Shinsuke Sato, 2015)

De Japón conocemos dos clases de terror: el clásico y el j-horror. De ambos tenemos adaptaciones a patadas. Pero es menos conocidos el que, sin ser estrictamente occidental, sí toma ideas de aquí y lo adapta a su propia idiosincrasia. Parasyte, de Takashi Yamazaki, es un buen ejemplo, apropiándose del body horror para firmar una película pro-ecologista con reflexiones sobre el papel del ser humano en la destrucción del planeta, pero el mejor ejemplo es el de I Am a Hero. Como adaptación del manga de Kengo Hanazawa es brillante, pero como película de zombies es, seguramente, una de las más cuidadas y sorprendentes de los últimos años.

HK: Hentai Kamen (Yûichi Fukuda, 2013)

Aunque no suelan destacar demasiado, en Japón también tienen lugar para los superhéroes. Pero los superhéroes japoneses son diferentes a los que conocemos. Por eso, dejando atrás a titanes y chicos de instituto con poderes psíquicos, el mejor ejemplo es Hentai Kamen: un personaje cuyos poderes surgen al ponerse unas bragas (ajenas) a forma de máscara. Delirante, divertida y tomándose muy poco en serio a sí misma, pero siendo más honesta y creativa que la mayoría de películas de los mastodontes Marvel y DC, es una de esas películas desprejuiciadas e idiotas que da gusto ver.

Tokyo Zombie (Sakichi Satô, 2005)

Mucha gente cree que el manga son todo historias absurdas, sin pies ni cabeza, de personajes haciendo el idiota. Y parte del manga es exactamente eso. Como representante de esa corriente no hay mejor película que Tokyo Zombie, un constante «¡pero qué demonios!» dirigido por Sakichi Sato que narra como el apocalipsis zombie empieza después de que, en la capital nipona, se cree a lo largo de los años una (literal) montaña de basura donde los cadáveres enterrados en ella vuelven a la vida sin que nadie pueda explicar el porqué. Algo que hará que los personajes protagonistas se pongan en acción del único modo posible: practicando sus impecables movimientos de judo contra los zombies. Lo dicho, puro delirio.

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