Carlos Pumares: "Es lógico que la gente se descargue películas"

Algunos le conocimos gracias a Polvo de estrellas, su legendario programa radiofónico, mientras que otros se familiarizaron con su figura (y con sus tremebundos arrebatos de mala leche) al verle junto a Javier Sardá en Crónicas marcianas. El caso es que Carlos Pumares sigue siendo uno de los periodistas cinematográficos más queridos de este país, con múltiples fans que esperan la mínima oportunidad para espantar a sus amigos exclamando "¡El monolito es Dios!" cada vez que alguien habla de 2001: Una odisea del espacio. Ahora que se dedica a divulgar las bondades de la homeopatía, con un espacio al efecto en Radio Voz, le habíamos perdido la pista hasta cierto punto... pero ahora descubrimos que el maestro volvió a destapar el tarro de las esencias con una entrevista para Valencia Plaza.

Durante la conversación, iniciada con un contundente "el cine se está muriendo", Pumares aprovecha para desmentir leyendas urbanas (no, sus amigos de Gomaespuma no le llamaban a la radio para embromarle) y recuerda que él seleccionaba las películas que se proyectaban en La Clave (el espacio de debate presentado por José Luis Balbín en los 80). Pero, sobre todo, Pumares sienta cátedra sobre un tema de actualidad: el precio de los contenidos audiovisuales, y la piratería. Tras deplorar la pérdida del cine como rito social ("Ahora, se va -si se va- a ver una película. Pero en las ciudades las salas están cerrando y en las afueras hay multicines con 20 salas y en cada hay cinco espectadores"), el presentador de Polvo de estrellas deplora los nuevos formatos: "Vas a la tienda y un DVD cuesta 20 euros. ¿Cómo puedes cobrar 20 euros por una cosa que te ha costado menos de uno?. Lógico que la gente se lo descargue".

El sobreprecio en el precio de los soportes es un tema sobre el que se ha escrito mucho, y no queremos darle hilo aquí. Sólo recordamos que Carlos Pumares tiene la reputación de viajar a todas partes con un reproductor de Blu-ray y una buena colección de películas, así que sabe de lo que habla. Por lo demás, esta conversación nos demuestra que sigue tan poco complaciente como cuando le escuchábamos de madrugada. Y que siga así por muchos años.