[Cannes 2019] Marco Bellocchio sentencia a la Cosa Nostra con 'Il traditore'

El cineasta italiano cuenta en claroscuro la vida de Tommaso Buscetta, el mafioso siciliano que rompió la omertà y envió a prisión a más de 300 miembros de la Cosa Nostra.
[Cannes 2019] Marco Bellocchio sentencia a la Cosa Nostra con 'Il traditore'
[Cannes 2019] Marco Bellocchio sentencia a la Cosa Nostra con 'Il traditore'
[Cannes 2019] Marco Bellocchio sentencia a la Cosa Nostra con 'Il traditore'

54 años después de su primer largometraje –la magistral Las manos en los bolsillos (1965) donde debutó Lou Castel–, puede que Marco Bellocchio sea el último gran director de la edad de oro del cine italiano que queda en activo. Y con un ritmo de producción que, a sus 79 años, resulta ciertamente admirable. Igual que la gran escala de Il traditore, la película con la que relata varias décadas de la vida de Tommaso Buscetta, el más famoso de los miembros de la Cosa Nostra que acabaron colaborando con la justicia italiana.

Il traditore es una película caudalosa, de 135 minutos de duración, donde prima el rigor meticuloso de la recreación histórica por encima de los clichés comerciales de espectacularización del crimen habituales en el cine sobre mafiosos. Bellocchio quiere guiarse por los hechos y dedica los bloques principales de la narración a los juicios en los que se emplearon las revelaciones de Buscetta para detener y condenar a más de tres centenares de miembros de la Cosa Nostra siciliana.

Son escenas largas, tan ruidosas como el propio espectáculo judicial, y donde la palabras –los insultos y bufidos– son tan importantes como los gestos y el hecho de mirarse a la cara. Pura dialéctica expresiva de los códigos de honor entre los integrantes de la Cosa Nostra y esa omertà que Buscetta se atrevió a romper cuando las autoridades lo acorralaron en su exilio americano.

Pierfrancesco Faviano hace una gran interpretación como Buscetta, llena de matices que reflejan la acumulación de dudas, arrepentimiento y deseo de venganza del informador a medida que pasan los años. Es una labor de mímesis perfecta, también al karaoke. El rigor y la complejidad dominan en el retrato de esta complicada figura histórica, lo que sitúa a Bellocchio en las antípodas de, por ejemplo, el despiporre habitual de Paolo Sorrentino, especialmente cuando abordó a Giulio Andreotti en Il divo (2008). La diferencia entre ambos enfoques, como entre la perspicacia y el capricho, es evidente.

Esa contención no significa que al Il traditore le falte energía visual. Hay violencia explícita, cadáveres acumulados, y un momento culminante con el asesinato del juez Giovanni Falcone que le encantará a Brian De Palma. Todo ello, resaltado por una fotografía de Vladan Radovic que apuesta por los claroscuros siguiendo la senda de Gordon Willis en El padrino, con sombras durísimas sobre el rostro de un personaje habituado a vivir en la penumbra.

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