[Cannes 2019] 'Bacurau' lanza un ovni explosivo contra el Brasil de Bolsonaro

Kleber Mendonça Filho ('Doña Clara') hace su película más brutal en colaboración con Juliano Dornelles: una distopía rural contra el Brasil de la exclusión social.
[Cannes 2019] 'Bacurau' lanza un ovni explosivo contra el Brasil de Bolsonaro
[Cannes 2019] 'Bacurau' lanza un ovni explosivo contra el Brasil de Bolsonaro
[Cannes 2019] 'Bacurau' lanza un ovni explosivo contra el Brasil de Bolsonaro

Se acabaron la delicadeza y las medias tintas en el cine de Kleber Mendonça Filho. Las alegorías sociales templadas y asentadas en el reposo del cine sensorial dan paso a la barbarie explosiva y la violencia explícita en Bacurau, filme que codirige con su colaborador Juliano Dornelles (diseñador artístico de sus anteriores películas).

Bacurau se ambienta en un pueblo imaginario del norte de Brasil (la que da nombre a la película) que vive aislada y, tras la muerte de su matriarca nonagenaria, hace frente a fuerzas invasoras con la misma fiereza y resolución que la aldea de irreductibles galos de Astérix lidiaba con los soldados romanos. Aunque su mensaje es de inmediatez absoluta en el Brasil gobernado por Bolsonaro, el filme está ambientado en una suerte de cercano futuro distópico donde conviven diversas tecnologías y los paquetes turísticos para occidentales ofertan puestos como mercenarios en escuadrones militares privados destinados a asesinar a la molesta población civil de las zonas rurales del país.

Si en sus anteriores películas Kleber Mendonça Filho hablaba de una burguesía de clase media que a pesar de los recortes sociales y la asfixia del turbocapitalismo solo encontraba pequeños resquicios de resistencia individual frente a las grandes corporaciones. No había sentimiento de comunidad, sino lucha personal y desvinculada, como en Doña Clara. La realidad ha demostrado que eso no sirve; en Bacurau tampoco. Ya no hay alegorías, solo queda pura rabia.

Aunque sea un proyecto gestado durante una década larga, su propio desarrollo está contaminado de esa misma sensación de urgencia. Esa relación entre inmediatez y reflexión es una de las contradicciones que pueblan el filme y prácticamente constituyen su motor.

La mezcla de códigos comienza con unos títulos de crédito en el espacio exterior hasta descender sobre Brasil y continúa con recreaciones etnográficas, humor desubicado, cabezas reventadas y hasta música de John Carpenter. Un mix desaforado que incluye una secuencia central con dos motoristas donde la tensión se dilata al estilo del último Tarantino, en medio de un relato de acoso y derribo remitente a Sam Peckinpah.

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