[Cannes 2017] La cobardía de una inauguración valiente

Inauguración atrevida pero deslucida para la 70ª edición del certamen francés.
[Cannes 2017] La cobardía de una inauguración valiente
[Cannes 2017] La cobardía de una inauguración valiente
[Cannes 2017] La cobardía de una inauguración valiente

¿De qué se habla hoy en Cannes? Quizás la mayor ironía de esta 70ª edición del Festival de Cannes, a quien tanto le gusta proclamarse la mayor celebración mundial del arte cinematográfico, resida en que la polémica más candente del aniversario sigue siendo la presencia en competición de dos películas producidas por Netflix (Okja y The Meyerowitz Stories) y las consecuencias que eso ha tenido en el reglamento del certamen para los próximos años. Hasta la rueda de prensa del Jurado presidido por Pedro Almodóvar ha estado monopolizada por este asunto llegando a parecer que Netflix es el tema favorito de conversación. Y, en este caso, sin gastar un céntimo en publicidad; buenos seguidores de la fórmula Apple.

¿Qué películas has visto? Les fantômes d'Ismaël, película inaugural y fuera de competición dirigida por Arnaud Desplechin, que con su propia proyección plasma perfectamente la contradicción fundamental en la que se mueve Cannes a sus 70 años de historia. Ya no hablamos de si el festival ha claudicado ante las exigencias de los exhibidores franceses, quienes defienden una ventana de 36 meses de diferencia entre los estrenos en sala y el VOD (algo absolutamente incompatible con las políticas de estreno de Netflix), sino de que Frémaux y compañía han tomado la decisión de inaugurar el certamen con la versión mutilada de una película.

Hay 20 minutos de diferencia entre dos montajes alternativos de Les fantômes d'Ismaël; ambos con el visto bueno de Desplechin, pero ciertamente justificados por cuestiones meramente comerciales de su exhibición. Que el Festival de Cannes haya decidido programar la versión corta (1 hora y 54 minutos) en vez de la larga (2 horas y 14 minutos) parece entre incomprensible y bochornoso. Lo peor de todo es que Les fantômes d'Ismaël podría haber sido el mejor filme inaugural de los últimos años -como mínimo, el más atrevido a nivel narrativo-, pero con este gesto cobarde su impacto quedará tan diluido como la fuerza de las escenas más memorables con las que Desplechin salpica su torrencial narrativa.

Al igual que en su anterior obra maestra Tres recuerdos de mi juventud (2015), el cineasta parece decidido a no dejar nada fuera de la película: ni una estrella del cine francés (Mathieu Amalric, Marion Cotillard, Charlotte Gainsbourg, Louis Garrel...) ni una de las obsesiones que han ramificado su filmografía. Una vez más con Amalric como evidente álter ego -aquí, interpretando a un director de cine-, referencias a James Joyce por doquier, tramas de espionaje diplomático, apariciones espectrales y escenas con una intensidad emocional sublime, Desplechin se pierde en un puzle narrativo a varias bandas, finalmente tan poco encajadas como las partes del triángulo amoroso que forman Amalric, Cotillard y Gainsbourg. Sin decantarse por la perspectiva caballera, el cubismo o el expresionismo abstracto, el sampleo de Philip Roth o el Hitchcock de Rebeca y Marnie, Desplechin lanza todos los dardos. El resultado es excesivo y muchos se pierden, claro, pero los que hacen diana entran en el eje de coordenadas de lo mejor de su cine.

[fvplayer src="https://www.youtube.com/embed/QGjxfigJ9BQ"]

La imagen del día En las salas: diapositivas del personaje desaparecido de Marion Cotillard se proyectan durante una conversación entre su marido y su padre. En la calle: transeunte borracho micciona en la calle a escasos metros de la Croisette mientras sujeta una botella de champgne en la mano. Esto es una bienvenida a Cannes.

¿Qué esperas de mañana? La competición empezará a ponerse intensa con la proyección de Wonderstruck, de Tood Hayness con Julianne Moore. Aún no se ha visto y ya es favorita.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento