Bienvenidos a la era de los blockbusters peluchitos

Kawaii es una palabra japonesa que lleva dominando la cultura popular nipona desde los años 80. Literalmente significa que algo es "lindo" o "tierno", apela a los sentimientos de dulzura del receptor y dota de un carácter cercano a lo infantil a las creaciones artísticas. Todas esas mascotas de ojos gigantescos y mofletes colorados activan receptores cerebrales asociados al reconocimiento de las crías humanas y, en resumen, te derriten el corazón en cuanto los ves.

Es decir, lo mismo que te ocurrió en cuanto te topaste con el primer cartel de Paddington por la calle, cuya secuela Paddington 2 verás reaparecer en lo alto de las listas de mejores películas del año que aflorarán las próximas semanas.

O lo que ha hecho que los tráilers de Detective Pikachu, con sus Pokémon más peluchosos que nunca (incluso los que los fans no imaginaban así), y El rey león con un enternecedor Simba fotorrealista: generar "ooohs" y "aaaaws" de ternura en todos los chats y redes sociales donde se han comentado los vídeos.

Los Porg de Star Wars: Los últimos Jedi ya empezaron a prepararte para esto. Y Gizmo lleva haciéndolo toda la vida. La era del cuquismo en las criaturas fantásticas ha llegado para quedarse, y el avance en la tecnología de animación CGI dedicada a la creación de texturas peluchosas hiperrealistas está poniendo todo de su parte para conseguir los bichos más adorables y achuchables del mundo. Solamente hace falta comparar a Pikachu, Simba o el nuevo Dumbo con la pobre mascotilla de John Carter. Quizás hoy en día Woola habría gozado de mayor comprensión.

O no.

El caso es que en 2018 hasta la película que más puede haber subvertido la regresión a la infancia que inevitablemente causan estos diseños, la Christopher Robin de Marc Forster que aborda de frente el sentimiento de paraíso perdido con los personajes de Winnie the Pooh más bajoneros de la historia, ha sido incapaz de evitar que Winnie, Pigglet y compañía, a pesar de estar perdidos y deprimidos, no funcionen como imán para abrazos. ¿Cómo de lejos estamos de que la Academia de Hollywood anuncie una categoría en los Oscar para el mejor personaje peluchito?