[Berlín 2016] Miseria festivalera y gayumbos usados

Un cameo de Michel Houellebecq en 'Saint-Amour', de Benoit Delépine y Gustave Kevern alegra una jornada en Berlín en la que se habla más de muda sucia que de cine.
[Berlín 2016] Miseria festivalera y gayumbos usados
[Berlín 2016] Miseria festivalera y gayumbos usados
[Berlín 2016] Miseria festivalera y gayumbos usados

¿De qué se habla en la Berlinale hoy? De que a quien más quien menos ya no le queda ropa interior limpia. Hora de marcharse a casa.

¿Qué hemos visto? 1. United States of Love, de Tomasz Wasilewski. Cine hecho con el propósito obvio de ser seleccionado en la competición de un festival como Berlín. Recurre al tipo de narración dividida en varias historias conectadas que hace unos años era de por sí sinónimo de cine serio pero que a día de hoy es tan fresca como el socarrat, maneja cantidades industriales de miseria y fealdad humanas y unos cuantos desnudos de mujeres gordas, y además va por ahí alardeando de subtexto político. En resumen, pura pose. y 2. Saint-Amour, de Benoit Delépine y Gustave Kevern. Humor beodo a bordo de algo así como una versión de Sideways ambientada en tierras de vino francés. Tiene exactamente dos gagas graciosos: uno sobre las 10 etapas de una borrachera, y un cameo de Michel Houellebecq capaz de alegrarte el día. Por lo demás, la celebración que Belépine y Kevern llevan a cabo de la Francia paleta es más bien rancia. ¿Es que no saben que esa gente que a ellos les parece tan entrañable se pasa el día, gracias a las ayudas gubernamentales a la agricultura, chupando del bote? ¿Es que les da igual que sean la masa de votantes que nutren a los Le Pen?

¿Qué has comido? Codillo con chucrut. El plato alemán por antonomasia. Y una bomba.

¿Con quién has hablado? Otro día más sin entrevistas que echarse a la boca. Suerte del codillo.

¿Qué esperas de la jornada de mañana? Pasear por Berlín hasta el palmarés. Jornada de mezclados callejeros, que aquí los hay para aburrir y muy buenos.

Berlinómetro: Tras haber meditado mucho sobre ello, de repente ha quedado muy claro que el Oso de Oro se lo va a llevar el documental de los refugiados, Fuocoammare. La competición ha sido tan mala, y tan extraña, que posiblemente regirse por criterios humanitarios habrá sido la única manera de que Meryl Streep y los demás jueces se pusieran de acuerdo. De ser las cosas finalmente así, el Gianfranco Rossi –que con su anterior película, Sacro GRA, ya ganó el León de Oro de la Mostra-- habrá que empezar a llamarlo de vos.

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