[Berlín 2015] En los mundos de Malick

Terrence Malick presenta 'Knight of Cups', su película con Christian Bale, Cate Blanchett y Natalie Portman, y sólo consigue abucheos y gritos de '¡Golfo!'.
[Berlín 2015] En los mundos de Malick
[Berlín 2015] En los mundos de Malick
[Berlín 2015] En los mundos de Malick

¿De qué se habla en la Berlinale hoy? ¿De los 10 Goyas de La isla mínima? ¿Del 4-0 que el Atlético le clavó al Madrid? No, de Terrence Malick, que igual que los merengues se irá para casa humillado. Como ya le pasó con To the Wonder (2012) en Venecia, su última película, Knight of Cups, ha sido abucheada al final de la proyección para la prensa. Alguien incluso ha gritado: “¡Golfo!” en perfecto castellano.

¿Qué hemos visto? 1. Knight of Cups, de Terrence Malick. Sustituye la América profunda por Hollywood y a Ben Affleck por Christian Bale, pero por lo demás es más o menos igual que To the Wonder, y si suena a advertencia es porque lo es. Más concretamente, pero no mucho, Knight of Cups es un mero envoltorio relleno solo de ínfulas –visuales, poéticas, espirituales-. Si este es el tipo de cine que Malick va a hacer ahora que ha decidido ser prolífico, mejor sería que siguiera dejando pasar décadas entre cada una de sus películas.

2. Mr. Holmes: en algún lugar de sus 105 minutos hay escondida una buena película, una que saca todo el partido que merecen a los fascinantes temas que su premisa sugiere –como un Sherlock Holmes senil se ve obligado a investigarse a sí mismo para reconstruir su memoria, cómo un hombre que lo dio todo por lo racional despierta finalmente cierta capacidad de empatía--, pero el director Bill Condon es incapaz de darle brío al asunto. Su película huele a cerrado.

3. El botón de nácar, de Patricio Guzmán. Intenta trazar paralelismos entre el genocidio de las tribus indígenas de la Patagonia en el siglo XIX y los presos políticos que fueron sepultados bajo el mar durante la dictadura de Pinochet. La idea es potente, pero se pierde en las inmensidades de una metáfora acuática pillada con pinzas, articulada a través de planos interminables de glaciares, divagaciones sobre el cosmos y palabrería New Age.

¿Qué has comido? Un bocata de pechuga de pollo con lechuga, tomate, mayonesa y un pepinillo, más una cocacola zero. Y un café.

¿Con quién has hablado? Con Patricio Guzmán, que ha echado la culpa a Felipe González de que la sociedad chilena actual no haya sido capaz de superar la dictadura de Pinochet. Ha dicho: “Fue asesor de la Transición chilena. Era un hombre muy venerado, y venía a Chile a dar conferencias a las que nos aconsejaba que no habláramos del pasado, ni de las fosas comunes, y que pactáramos con los militares. Es, básicamente, la misma estrategia que se siguió en España. Y así nos van las cosas tanto a ustedes como a nosotros”.

¿Qué esperas de la jornada de mañana? Principalmente El club, del también chileno Pablo Larraín. De Larraín en España solo se ha estrenado No, pero además de ella tiene dos películas previas estupendas, Tony Manero y Post-Mortem. Todas ellas, por cierto, también centradas en la dictadura --está claro que Pinochet dejó a todo su pueblo grogui--. En todo caso, El club parece centrarse en curas católicos corruptos. Buen rollo. También se presentan una película polaca y otra alemana que no prometen nada.

Berlinómetro: En lo más alto del aparato, 45 Years se quema. En lo más bajo, Knight of Cups se instala en zona de frío polar.

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