[Berlín 2013] Tigres y dragones… in the mood for love

Wong Kar Wai naufraga con 'The Grandmaster', su biografía épica sobre el maestro de kung-fu Ip Man. Por NANDO SALVÁ (Berlín)
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A decir verdad, era casi imposible que The Grandmaster, con la que la Berlinale ha inaugurado su 63ª edición, estuviera a la altura de la expectación creada a su alrededor. Su director, Wong Kar Wai, ha estado hablando de ella desde hace más de 10 años; empezó a darle forma hace más de cinco, y tardó tres en completar un rodaje que, se comenta, ha estado lastrado por tensiones y cambios constantes de guión. El tiempo y la rumorología la han convertido en una película-evento, pero no necesariamente en una buena película.

Cabe destacar, en primer lugar, que el segundo wuxia de Wong Kar Wai –el primero fue Ashes of Time (1994)– es menos un wuxia que una película de Wong Kar Wai. La película, sobre el papel una biografía de Ip Man, el influyente maestro del kung-fu que enseñó a Bruce Lee y popularizó ese tipo de lucha en todo el mundo, no sólo posee la elegancia estilística habitual en el director, sino también maneja temas habituales como el anhelo amoroso, la pérdida, la naturaleza corrosiva del tiempo, la lánguida melancolía de unos personajes que parecen autoimponerse un régimen estricto de infelicidad.

En The Grandmaster todo eso aparece estructurado alrededor de algunas secuencias de lucha francamente vistosas, llenas de intensidad e imaginación. Diseñadas por el célebre coreógrafo Yuen Woo Ping, esas peleas funcionan como elegantes intercambios dictados por el ritual, el respeto y, en ocasiones, mucha sensualidad. Especialmente en su primera mitad, The Grandmaster está llena de ellas, mientras que en la segunda toman protagonismo dilatadas escenas de diálogos en las que los personajes meditan sobre los grandes misterios de la vida o verbalizan sus frustraciones y oportunidades perdidas.

Pero Wong Kar Wai no sabe cómo contar historias, nunca ha sabido. Y hasta entonces eso no suponía un problema, porque el métido de películas como Chungking Express, Happy Together o In The Mood for Love es provocar emociones a través de la creación de atmósferas y texturas que de la narración al uso. The Grandmaster, en cambio, pretende ante todo de relatar la crónica de la edad de oro del kung fu, y Wong trata de hacer avanzar la narrativa echando mano hasta de intertítulos explicativos, y aun así resulta difícil ubicarse entre tantos saltos en el espacio y en el tiempo, tantos personajes que aparecen y desaparecen sin miramientos, y tanta jerga relacionada con el kung-fu –¿realmente necesitamos conocer las diferencias entre el Wing Chun y el T'ai Chi Ch'uan?–. Y es que The Grandmaster se percibe como un puzzle al que le faltan piezas. De hecho, parece ser que, hasta hace relativamente poco, Wong tenía en mente una película de cuatro horas. Material para completarla seguro que no le falta. Habrá que esperar al dvd.

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