El ataque de los remakes y las sagas: ¿Por qué Hollywood no apuesta por guiones originales?

Pocos son los estudios que intentan sorprender al público con historias creativas y nunca vistas. ¿Está la Meca del séptimo arte pasando una crisis de identidad?
El ataque de los remakes y las sagas: ¿Por qué Hollywood no apuesta por guiones originales?
El ataque de los remakes y las sagas: ¿Por qué Hollywood no apuesta por guiones originales?
El ataque de los remakes y las sagas: ¿Por qué Hollywood no apuesta por guiones originales?

Remakes, reboots, sagas, secuelas y precuelas se han encargado de llenar las salas de cine desde hace décadas. Sin embargo, todo este contenido no original se daba la mano con nuevas historias que mantenían una especie de quid pro quo en Hollywood. Una tendencia que cambió radicalmente cuando el contenido vía streaming apareció entre sus famosas y glamurosas colinas y entre los sofás y mantas de la audiencia.

“Netflix y el resto de plataformas que siguieron sus pasos han puesto patas arriba el negocio de la industria cinematográfica”, asegura Shana C. Waterman, jefa de la rama televisiva de la productora One Race, propiedad del actor Vin Diesel. “Hay demasiado contenido ahora mismo. Todos quieren su minuto de gloria, pero en la actualidad es prácticamente imposible que el público se fije en tu producto si no ha tenido contacto con él previamente”. Shana sabe bien de lo que habla. Vin Diesel, con el que trabaja mano a mano desde 2015 después de haber sido Vicepresidenta senior de ‘Event series’ en Fox, ha hecho de la saga Fast and Furious un auténtico fenómeno de masas y una insaciable máquina de hacer dinero. “La gente ya conoce a los personajes, les gusta la historia y siente una especie de obligación en seguir sus aventuras. Sagas, remakes, secuelas, precuelas… llámalo como quieras, pero todo se reduce a lo mismo: la audiencia sabe lo que se va a encontrar cuando se apaguen las luces de la sala”, sentencia Waterman.

Una línea de pensamiento que comparte Bridget Terry, productora, escritora, directora y profesora de preproducción y producción de cine y televisión en la universidad de Los Ángeles: “No hay que olvidar que Hollywood es un negocio y si tú como productor tienes un título o una historia que la gente ya reconoce, eso minimiza muchísimo el riesgo de que la audiencia no vaya a ver tu película. El contenido original puede ser maravilloso, pero podríamos decir que al público de hoy en día le da miedo lo desconocido. La audiencia prefiere ver algo que les gustó, antes que probar algo nuevo. Es por esto que el universo Marvel funciona. Los espectadores esperan con devoción cada entrega. Además, no debemos olvidar que las películas requieren una gran inversión económica, así que apostar por contenido no original minimiza el riesgo de no recuperar, como mínimo, la inversión realizada”.

Los Vengadores, Black Panther, Thor… Todas ellas son lo que en la industria se conoce como ‘Temple Movies’. Películas de las que se puede sacar un alto rendimiento económico a través de secuelas, precuelas, merchandising e incluso atracciones en parques temáticos. Ya no es solo una película, podríamos decir que es un estilo de vida, un sentimiento ligado a una historia. Porque adultos y niños ya no solo presumen de camisetas de sus futbolistas favoritos, sino también de sus superhéroes preferidos.

Los números no engañan.

Año tras año, remakes y demás contenido no original se han ido adueñando de la taquilla norteamericana. No es algo nuevo. En 2011, ocho de las diez películas con mayor recaudación de EE UU fueron secuelas: Harry Potter y las reliquias de la muerte Parte 2, Transformers: el lado oscuro de la luna, La saga Crepúsculo Amanecer Parte 1, Resacón 2: ¡Ahora en Tailandia!, Piratas del Caribe 4: En Mareas Misteriosas, Fast Five, Cars 2 y El origen del planeta de los simios. Sin embargo, el contraste es evidente si se comparan con las películas más taquilleras de, por ejemplo, los 80 y los 90.

¿Por qué arriesgarse cuando ‘box office’ y público están dejando tan claras sus preferencias? Javier Alfonso Bartolozzi, director y director de fotografía asturiano asentado en Los Ángeles, entiende esta tendencia después de que el año 2016 se registrara como el peor año en la venta de entradas de cine desde 1920: “Los estudios buscan el retorno de la inversión. Básicamente, hacer remakes o reboots asegura un éxito en taquilla (en la mayoría de los casos) ya que cuentan con una audiencia preestablecida. Los estudios de cine necesitan ganarse la confianza del espectador ya que le están pidiendo que abandone sus casas y gasten dinero. ¿Qué mejor forma de ganarse dicha confianza que con un buen remake?”.

Aunque quizá no estemos siendo del todo justos con Hollywood. “La industria cinematográfica está asustada porque el contenido original ya no da los beneficios económicos de antaño. Es por eso que se aferran a contar una y otra vez la misma historia. Eso sí, no menospreciemos la dificultad que esto entraña”, nos alerta Randy Greenberg, productor de títulos como Megalodón y Cowboys vs Alienígenas. “Los remakes son un arma de doble filo. Las expectativas de la gente van a ser altísimas, así que tienes que preguntarte por qué es este el momento perfecto para contar esta historia de nuevo. No hay una fórmula infalible, pero yo diría que el secreto para que este contenido no original funcione es hacer que la gente se identifique de nuevo con él. Y una manera de hacerlo es cambiando la historia o el final para que sea más honesto y auténtico”, confiesa.

De ahí que muchos estudios opten por cambiar las historias para que se ajusten a los tiempos en los que vivimos. Este fue el caso de Maléfica, cuya segunda parte se estrena en octubre. Disney adaptó el cuento a las circunstancias de la mujer en el siglo XXI y decidió que el príncipe encantador no fuese el encargado de despertar a Aurora de su sueño interminable. ¿Se animarán a cambiar la historia en Solo en Casa, remake que la factoría de sueños tiene ya en el horno?

“Uno de los retos más difíciles que se van a encontrar es dar con el protagonista perfecto y hacer creer a la audiencia que, a día de hoy, alguien podría dejarse olvidado a su hijo pequeño en casa. La sociedad ha cambiado mucho desde 1990 (fecha en la que se estrenó la original). Por eso hay que revisar muy bien el tono de la historia y sobre todo el casting”, asegura Randy. El mundo se enamoró de Kevin McCallister, a quien daba vida un entrañable Macaulay Culkin, y es imposible no relacionar su cara con el título de la película. “El casting es uno de los puntos clave a la hora de embarcarse en un remake”, coincide Bridget.

Derechos finitos

Sin embargo, el anuncio de la vuelta de Solo en casa esconde otro de los motivos por los que Hollywood apuesta por el contenido no original: los derechos de autor (copyright). ¿Es casualidad que meses después de que Disney absorbiese Fox, se tome la decisión de recuperar este clásico que hasta dicha maniobra empresarial estaba en poder de este último? Para nada. Randy Greenberg lo tiene claro: “Los estudios cuentan con enormes bibliotecas de contenido de las que poseen los derechos. Ahí es donde reside su poder, siempre y cuando las controlen. Cuando Disney compró Fox, lo hizo para poder ampliar si biblioteca y reducir su competencia, entre otros motivos”.

El problema está en que esos derechos no son infinitos. La ley de copyright, que varía dependiendo del país, establece el periodo de tiempo por el que un estudio o persona es el dueño de dicho contenido. Por ejemplo, Disney ha luchado durante años para que Mickey Mouse siga ligado al copyright que ellos poseen y para ello ha invertido tiempo, dinero y muchos abogados. Aun así, en 2024 el ratón más famoso del planeta tierra podría pasar a ser de dominio público y eso significaría una pérdida de poder y de dinero muy importante para ellos (a pesar de que la versión dibujada que se podría usar de manera gratuita de dicho ratón es la primigenia y nada tiene que ver con la de ahora).

Miedo al fracaso económico, lucha entre estudios y plataformas online, derechos de autor… Razones de peso que han llevado a Hollywood a apostar fuertemente por el contenido no original. No obstante, hay una última y poderosa razón que tiene que tiene que ver con el fin último del cine: transmitir una emoción. “No hay que olvidarnos del factor nostalgia. Es lógico que la audiencia acuda al cine a ver películas que les transportan a momentos nostálgicos de cuando era jóvenes”, asegura Bartolozzi. Una opinión que comparte Randy Greenberg: “Los que vieron las películas originales ahora son padres y llevarán con ellos a sus hijos. Generación a generación, las historias que funcionaron vuelven a hacerlo. O esa es, al menos, la idea”.

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