Así podría haber sido el 'Spiderman' de James Cameron

Al fin y a la postre, tras mucho tiempo de espera, The Amazing Spider-Man no ha resultado el reboot alucinante que muchos esperábamos. Por mucho que Andrew Garfield sea un Marvel zombie de pro, y que Emma Stone sea, pues eso, Emma Stone, sus talentos se han mostrado insuficientes para levantar el filme: la nueva historia repite y no convence, el sentido del humor disparatado brilla por su ausencia, a Rhys Ifans le sientan mal las escamas del Lagarto y, lo peor de todo... ¡El sentido arácnido ni siquiera se menciona! De este modo, y aunque la película no haya sido un desastre total, toca ponerse nostálgicos. Y no nos referimos a recordar las películas de Sam Raimi (algo que, a la altura de Spiderman 3, deja de ser divertido), sino a especular sobre cómo hubiesen sido los proyectos nunca realizados sobre 'Spidey'.

¿Sabías, por ejemplo, que Tobe Hooper -La matanza de Texas- quiso convertir a Peter Parker en un monstruo híbrido de humano y tarántula? ¿O que David Fincher se presentó voluntario para relanzar la franquicia, a condición de que no le hiciesen contar de nuevo el origen del heroe arácnido? Pues sí: todos esos filmes pudieron haber existido. Y entre ellos destaca uno que en CINEMANÍA hace que nos pique el gusanillo como nunca: una película de Spiderman dirigida por James Cameron. Sí, has leído bien: el director de Terminator, Aliens y Avatar estuvo a punto de hacerse cargo de nuestro amistoso vecino trepamuros.

Corría 1985, y las perspectivas para las pelis de superhéroes eran bastante más feas que ahora. El Superman de Richard Donner y Richard Lester se había despedido de los cines con su tercera entrega en 1983, el Batman de Tim Burton todavía no había llenado de millones a Warner Bros, y los tipos en pijama eran pasto exclusivo de productoras de serie B como Cannon Gropu. Sí, hablamos de la misma Cannon que generó la saga Desaparecido en combate con Chuck Norris. El caso es que los inefables Menahem Golam y Yoran Globus, jefazos de la casa, le habían comprado a Stan Lee los derechos de 'Spidey' para el cine por unos magros 368.000 euros (ajustados a la inflación) y querían fichar a un director que atrajese a los inversores. Tras descartar a Tobe Hooper y a Albert Pyun (autor de Capitán América, un filme que le da escalofríos hasta a nuestro Crítico de Mierda) decidieron jugar duro: anunciaron que Cameron estaría al frente de la película antes de haberle contratado. Y también anunciaron un (falso) fichaje de Arnold Schwarzenegger como el Doctor Octopus.

Tras el preceptivo cabreo, Cameron decidió aprovechar la oportunidad y escribió un guión para la película. Tanto se entusiasmó el cineasta, de hecho, que en 1992 decidió llevarse el proyecto a Carolco, productora a la que había proporcionado el bombazo de Terminator 2 el año anterior, y pasar de Cannon Group. Lo que sigue, lectores, es una sucesión de batallas legales que supera al crossover más disparatado de Marvel: Cannon demandó a Carolco por la trapacería, y Carolco demandó a Viacom y Columbia, productoras que tenían los derechos del personaje para vídeo doméstico. Así mismo, 20th Century Fox demandó a Cameron, que supuestamente estaría incumpliendo un contrato de exclusividad.

Entonces llegó la bancarrota de Carolco en 1995, tras los fracasos de Showgirls y La isla de las cabezas cortadas. Marvel, por cierto, también entró en bancarrota, y por cosas de la expiración de licencias decidió sacarse un dinerillo fácil: vendió los derechos de Spiderman a Sony. ¿Faltaba algo? Pues sí: otra quiebra, en esta ocasión la de Cannon Group. Los derechos del proyecto de esta compañía fueron adquiridos por MGM, que ni corta ni perezosa demandó a todas las demás productoras en litigio. La cosa se pone delirante cuando dos ejecutivos tránsfugas de MGM se pasaron a Sony, afirmaron tener los derechos de la saga James Bond y quisieron chantajear a su antigua empresa con un canje: "Si nosotros os dejamos hacer Spiderman, vosotros tenéis que dejarnos rodar un filme de 007".

La cosa se resolvió como todos sabemos: sucesivos fallos judiciales permitieron a Sony quedarse con el arácnido, Bond permaneció en su casa de MGM (la cual, para mayor despiporre, estuvo a punto de llevárselo a la tumba con su propia quiebra) y Cameron, harto de todo, mandó a las telarañas a hacer puñetas para centrarse en Titanic y en una idea que le rondaba desde hacía años, llamada Avatar. La cual parecía mucho más prometedora que una cosa de superhéroes.

La historia del Spiderman de Cameron podría haberse quedado en uno de tantos cuentos sobre puñaladas traperas en Hollywood. Pero su caso reviste especial interés, porque a diferencia de otros proyectos, tenía buena pinta de verdad. Para empezar, estando el canadiense en el ajo, la presencia de Schwarzenegger como villano estaba casi asegurada. Su papel no hubiese sido el de 'Doc Ock', sino seguramente el de Electro, uno de los enemigos más majaras de 'Spidey', aún no ha salido en ninguna película. El otro maloso oficial habría sido el Hombre de Arena, quien sí se dejó ver en Spiderman 3, y que hubiese supuesto una excusa perfecta para que Cameron se luciera con esos efectos de morphing que había lanzado en Terminator 2.

Pero hay algo más: el guión escrito por el propio Cameron puede leerse online (enlace en inglés) y resulta una verdadera delicia. Narrado por la voz en off del propio Peter Parker, demuestra que el cineasta se había molestado en leerse los tebeos originales, con un protagonista que se queja de que su nombre nunca sale bien escrito en el Daily Bugle ("Necesito un asesor de imagen", comenta), que es virgen (y según las acotaciones "tiene todos los números para seguir siéndolo") y cuya secuencia de transformación, tras la preceptiva picadura de la araña radiactiva, se nos describe como "una pesadilla de horror biológico al estilo de David Lynch". Vaya, parece que a Cameron le gusta lo que hace su colega de Montana...

Otra sorpesa llega cuando constatamos que el Spiderman de Raimi tomó ideas del tratamiento de Cameron. Como, por ejemplo, que las telarañas del héroe fueran segregadas por él mismo, mediante glándulas que crecen en sus muñecas, en vez de disparadas por lanzarredes mecánicos como en los cómics (y en The Amazing Spider-Man). En lugar de como un luchador de pressing catch, eso sí, 'Spidey' desarrolla su imagen pública trabajando como artista callejero, pero sigue siendo el asesinato de Tío Ben lo que le lleva a entender eso de que "un gran poder conlleva una gran responsabilidad" y dedicarse a zurrar a los malos. En este caso, el principal villano es Electro, que quiere reclutar a nuestro amigo y vecino para una banda de criminales con superpoderes.

El guión culmina con un duelo contra Electro y el Hombre de Arena en lo alto de las Torres Gemelas, por entonces aún en pie. Pero hasta ese momento hubiéramos podido ver momentos insólitos, como una escena de sexo con Mary Jane sobre una telaraña gigante, y siguiendo los rituales de apareamiento de los arácnidos. La cual, por raro que parezca, podría haber quedado como el momento más romántico filmado por Cameron en toda su carrera. Las últimas palabras de nuestro héroe son: "Mary Jane y yo pedimos plaza en universidades distintas. Ella saca mejores notas que yo, pero no me extraña: yo duermo más bien poco". Suena bien, ¿verdad?