Así me ayudó el cine a dejar el alcohol

'Colossal' es una película tan buena como para declarar a Nacho Vigalondo el tipo más listo del cine español, pero es que además sirve como guía básica para dejar el alcohol
Así me ayudó el cine a dejar el alcohol
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Es un pecado que Colossal haya tardado más de un año en estrenarse en España. Más allá del éxito en taquilla que haya podido tener Nacho Vigalondo con sus anteriores filmes (Los cronocrímentes, Extraterrestre u Open Windows) no se puede guardar en un cajón una cinta como esta. Tan original, tan divertida, tan audaz y tan honesta, que tiene a Anne Hathaway como protagonista y en la que sale un monstruo gigante destruyendo Seul. ¡Maldita sea! ¿Qué les pasa a nuestras distribuidoras? Esto daría para otro artículo…

Colossal  es una película repleta de grandes ideas, y una de ellas es su forma de abarcar el alcohol. Quizá sea la cinta que mejor describe lo perdida que está la generación inmediatamente anterior a los millenials. ¿Qué buscamos los treintañeros en el alcohol? Pero antes de entrar en materia vamos a enumerar las grandes ideas que contiene Colossal :

- Ser un auténtico desastre en tu vida no implica que te tengas que compadecer de ti mismo.

- Despertar con resaca en un banco de un parque a las ocho de la mañana puede desembocar en que un monstruo gigante destruya una ciudad al otro lado del mundo.

- La chica no necesita a ningún chico para ser feliz.

- Es más, los tíos son idiotas. Sobre todos los que van de buenos.

- No te pongas a inflar una cama hinchable cuando vengas de juerga.

- Hay gente que es mala por ningún motivo en particular. Es mala. Punto.

- Todos podemos hacer frente a nuestros monstruos interiores por chungos que sean. Y si es de resaca, mejor.

- Intenta evitar los parques infantiles cuando vuelvas a casa después de una noche de jarana.

- Que nadie te diga lo que tienes que hacer, aunque lo que suelas hacer siempre acabe en desastre.

Así me ayudó el cine a dejar el alcohol

Efectivamente, Colossal  es muchas cosas a la vez. Y Vigalondo habla de todas ellas con conocimiento de causa. No recuerdo una película que de forma tan original me retara a dejar el alcohol. A ratos, Colossal  te deja un regusto amargo como el de la boca pastosa el día después de haberte bebido toda la cerveza en el bar. Tiene momentos sublimes que te reafirman en tu idea (algo que ya sospechabas) de que cuando bebes te comportas como un imbécil.

Gracias Vigalondo, después de ver Colossal  soy un poco más feliz, he descubierto la cerveza sin alcohol y cuando algún día me líen y acabe bebiéndomelo todo, sé que al menos podré aprovechar mi resaca para hacer algo grande y bonito que sirva a la humanidad.

Pero no es Colossal  la primera película en poner una bandera en el terreno del alcoholismo. Muchas otras llegaron antes y también dejaron una huella en mi camino hacia la sobriedad.

La primera de ellas también fue la primera de Hollywood.

DIAS SIN HUELLA

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Con esta película seria y de rigor dirigida por Billy Wilder, que casi no se estrena porque las grandes marcas de alcohol ofrecieron una millonada para impedirlo, aprendí una de las cosas más chungas sobre el alcohol.

Si bebes mucho, mucho tiempo, acabarás viendo bichos o enfrentándote literalmente a tus peores pesadillas. Se llama delirium delíriums trémens y no es una cerveza belga, ni tampoco ves elefantes rosas como Dumbo. Es una consecuencia muy chunga del alcoholismo que descubrí en plena edad de oro del botellón.

LEAVING LAS VEGAS

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Por mucho que me guste la canción de Amaral, estar como Nicholas Cage en Leaving Las Vegas es una cosa muy chunga. Ya no solo por el deterioro anímico, la depresión, la desesperanza, la soledad sino por el impacto físico que sufre su protagonista. La manera en la que Cage se va a pagando a medida que avanza en la película es tan terrible que a uno se le quitan las ganas de pedir licor de hierbas después de la comida.

Con Leaving Las Vegas aprendí que beber alcohol para ligar era contraproducente si luego, al tener éxito, tu cuerpo no respondía como es debido.

DIAS DE VINO Y ROSAS

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Probablemente es una de las películas más duras que se hayan hecho sobre el alcoholismo. Me enseñó que había algo peor a ser alcohólico, tener una pareja que también lo es. Primero porque dos pueden más que uno y la vida alrededor se convertiría en un apocalipsis sentimental. Y segundo porque habría una competición por comprobar quién es más alcohólico de los dos, lo que desembocaría en la autodestrucción más rápida de todos los tiempos.

Esta película de Blake Edwards es una obra maestra. Está contada con tanta honestidad que duele. Al final Jack Lemmon consigue dejarlo pero su pareja, interpretada por Lee Remick, no lo consigue. Él decide abandonarla a su suerte y es terrible.

BIENVENIDOS AL FIN DEL MUNDO

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Con Bienvenidos al fin del mundo, aparte de reírme muchísimo y disfrutar de la maravillosa mano de Edgar Wright para la comedia de cosas serias. Descubrí que el alcoholismo, por muy disimulado que esté entre eventos sociales, amistad o amor, puede estancarte en un mismo estado mental durante años y años. Quizá, el alcohol sea lo más parecido a una máquina del tiempo solo que tú, como viajero del tiempo, no solo envejeces, sino que  te vuelves un auténtico imbécil.

EL BORRACHO

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Una película basada en la vida de uno de los mayores alcohólicos de la historia Charles Bukowski, e interpretada por otro, Mickey Rourke, que cuenta la historia de un tipo que a pesar de no tener dramas importantes en su vida, ni tener presión en el trabajo, ni en la familia, ni estar solo, le da muy fuerte al alcohol.

Todo es muy divertido, conoces a mucha gente, te enamoras cada noche, incluso eres muy creativo de resaca. Pero al final te das cuenta de lo equivocado que estás cuando todo gira alrededor de una botella. Todo ese universo variopinto y singular es mentira. No existe. Y eso es lo que aprendí de El borracho, que detrás de la diversión del alcohol hay una terrible verdad. La vida es otra cosa y, de hecho, es mucho mejor, porque es real.

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