Así era la Salamanca de Unamuno, Franco y Millán-Astray (según Alejandro Amenábar)

El director y su equipo de arte proponen un viaje en el tiempo hasta la España de 1936.
Así era la Salamanca de Unamuno, Franco y Millán-Astray (según Alejandro Amenábar)
Así era la Salamanca de Unamuno, Franco y Millán-Astray (según Alejandro Amenábar)
Así era la Salamanca de Unamuno, Franco y Millán-Astray (según Alejandro Amenábar)

No ha tenido mucha suerte Salamanca con el cine en los últimos años. En 2016, acogió el rodaje de la serie de ABC Still Star Crossed. Entonces las calles de la ciudad sirvieron para reproducir la Verona renacentista, así que ni rastro de su historia, aunque sí dejó buenos beneficios económicos en la ciudad. En 2006, el británico Pete Travis hizo saltar la Plaza Mayor por los aires (ojo, que lo que se destrozaba era una maqueta realizada en México) en su muy prescindible thriller En el punto de mira. A cambio, la ciudad recibió la visita de grandes estrellas como Matthew Fox (en plena fiebre de Perdidos) o Forest Whitaker para la premiere de la película.

Y en 2000, las calles de la zona universitaria fueron el escenario de Tuno negro, Pedro L. Barbero y Vicente J. Martín, un producto de terror juvenil que solo cumple su objetivo como placer (muy) culpable para los fans del género. Por no hablar de Manolete en 2006, una de las películas malditas del cine español, que tuvo al oscarizado Adrien Brody haciendo turismo (y disfrutando de la gastronomía charra) en la ciudad durante algunas semanas. Pero hubo tiempos mejores, en la que la Salamanca fue es escenario de grandes películas, que la han hecho pasar a la historia del cine.

Comenzando por Nueve cartas a Berta (1965), una de las obras maestras del cine español, firmada por Basilio Martín Patino, cineasta nacido en la provincia, y que volvería a las calles salmantinas para entregar su testamento cinematográfico con Octavia (2002). También rodaron allí Ridley Scott (1492, la conquista del paraíso, 1992), Milos Forman (Los fantasmas de Goya, 2005) o Imanol Uribe (El rey pasmado, 1991). Esta última película, basada en la obra de Torrente Ballester, transformó las calles del centro de la ciudad en el mentidero de la Corte española del siglo XVII. Las mismas calles (como la de la Compañía, por ejemplo) que ahora, Alejandro Amenábar, ha ambientado en el verano de 1936 y por las que se pasea cadenciosamente Miguel de Unamuno en Mientras dure la guerra, deslumbrado por el color dorado de la piedra caliza (piedra de Villamayor) que identifica a sus monumentos.

“Salamanca es una ciudad preciosa y, ya que teníamos la oportunidad de retratar Salamanca, pues intentamos hacerlo lo mejor que pudimos. Álex Catalán [director de fotografía de la película] tiene un gusto fantástico y nos hemos inspirado en películas de thriller político y, literalmente, en los recuerdos de la casa de mi abuela. Esas contraventanas cerradas en las que entraba muy poca luz”, asegura del director en las notas de producción que acompañan a su film. Y la verdad es que Amenábar ha sabido sacar provecho a las hermosas postales turísticas de las que está poblada la ciudad y convertirlas en el escenario de “la tragedia que está viviendo Unamuno” y “de las conspiraciones que están viviendo los militares”.

Repasamos la historia de algunos de los lugares y monumentos que han servido de escenario para Mientras dure la guerra:

Plaza Mayor 

En este monumental espacio construido a mediados del siglo XVIII, según el diseño del arquitecto Alberto Churriguera, comienza la historia que cuenta la película, justo un día después del golpe dado por Franco y sus militares desde Marruecos. Un grupo de soldados entra por el arco que da a la actual Calle Zamora, justo por debajo del Ayuntamiento, donde se encuentra en ese momento el alcalde republicano, para leer las nuevas normas dictadas por los sublevados. En el film, la Plaza aparece con jardines (el equipo de arte colocó parterres y se retiraron los bancos) y abierta a los coches, y así se mantuvo durante buena parte del siglo XX. La escena la contemplan los salmantinos desde el mítico Café Novelty -acondicionado según la época por el equipo de arte del film- que sigue siendo en la actualidad uno de los puntos de encuentro más clásicos de la ciudad. Allí, según se narra en la película, iba a tomar café cada tarde Miguel de Unamuno. Sin embargo, el escritor que tiene en ese café una estatua es Torrente Ballester, que sigue 'sentado' en una de las mesas que solía ocupar durante su estancia como profesor en la ciudad.

Puente Romano 

Allí donde Lázaro de Tormes recibía una lección de vida (en forma de porrazo) por parte del ciego, se extiende, de orilla a orilla del río, el puente más famoso de la ciudad. Alejandro Amenábar aprovecha su trayecto para rodar varias secuencias de entradas y salidas de militares sublevados en la ciudad, que son contempladas por Miguel de Unamuno y sus dos acompañantes habituales durante sus caminatas, con las dos catedrales como telón de fondo. Para poder filmar en el Puente Romano, cuya construcción está datada en torno al siglo I, se tuvo que modificar el alumbrado y cubrir el suelo con tierra y paja, con el fin de adaptarlo a su imagen de 1936. “Para decirlo rápido, la arquitectura se mantiene y las pieles (los elementos de la superficie de las calles) cambian”, dice Juan Pedro de Gaspar, director de arte del film.

Plaza de San Benito 

Juega una papel definitivo en la película. Es el lugar de residencia de Francisco Franco (Santi Prego) cuando llega a Salamanca, allí se encuentra con Millán-Astray (Eduard Fernández) y traman su complot contra la junta de militares para convertir a la ciudad en capital. En este lugar se encuentra la iglesia que da nombre a la plaza y también la Casa de Don Diego de Maldonado (construida en 1531) y que ahora acoge el Centro de Estudios Brasileños de la Universidad de Salamanca. Amenábar aprovecha el balcón de este edificio para la secuencia en la que las tropas fieles a Franco muestran su adhesión sin condiciones y él se proclama Caudillo.

Por este lugar debió pasar cada día Unamuno (Karra Elejalde) para completar el trayecto lógico desde su casa en la Calle Bordadores hasta su despacho en la Universidad de Salamanca, recorriendo la Calle de la Compañía que también aparece en el film. Como curiosidad, la Plaza de San Benito acogió durante años la segunda ubicación del Café del Corrillo, la primera estaba muy cerca de la Plaza Mayor, una de las cavas de jazz más míticas a nivel nacional y que cerró sus puertas hace un par de años.

Catedral de Santa María o Catedral Vieja 

Un paseo por la Catedral Vieja de Salamanca, cuyo estilo va del románico al gótico y se acabó de construir a finales del siglo XIV, inspira a Franco parte de la iconografía que desarrollará una vez que tome el poder. En realidad, son las pinturas que están colgadas de sus muros las que le traen a su memoria historias del pasado. Amenábar, además, muestra en esta secuencia, en la que el general se reúne con las autoridades eclesiásticas de la ciudad, el retablo que se encuentra presidiendo la Capilla Mayor del templo. Es una obra maestra del estilo gótico, realizada por los hermanos Delli en la primera mitad del siglo XV, compuesta por 53 tablas. En la actualidad, la Catedral Vieja se puede visitar en su interior y también se permite la subida a sus torres y a las terrazas que la conectan con la conocida como Catedral Nueva.

Edificio histórico de la Universidad

Alejandro Amenábar saca partido a este conjunto histórico tanto en sus exteriores (Patio de Escuelas mayores, donde se encuentra la fachada de estilo plateresco con la icónica, y muy buscada, calavera con la rana), como en sus monumentales espacios interiores, que eran el lugar de cátedra y de recogimiento para la meditación en la soledad de su despacho de Unamuno, durante sus años como profesor y rector de esta institución académica. La película retrata, en parte, el enfrentamiento entre Millán Astray y Unamuno, es decir, entre el fundador de la Legión y uno de los humanistas y escritores más importantes del siglo XX. Esta tensión tuvo su punto culminante durante la celebración del 12 de octubre (entonces Día de la Raza) en el Paraninfo de la Universidad, donde Amenábar ha podido acceder con sus cámaras para filmar el discurso del profesor (“Venceréis, pero no convenceréis”) frente a un auditorio repleto de falangistas. Además, el director también ha podido entrar en la biblioteca y aprovechar la luz de su imponente claustro.

Calle de la Veracruz y Calle Tavira

Ambas están situadas justo al final de la Calle Libreros, donde se encuentra la fachada de la Universidad, y en un lugar que suele estar siempre en plena ebullición estudiantil, sobre todo durante la época de exámenes. Porque es donde está una de las bibliotecas más concurridas de la ciudad (Santa María de Los Ángeles) y también varios bares de ambiente universitario que sirven para celebrar tanto los aprobados como los suspensos.

En el guion de la película de Amenábar allí se encuentra la residencia de los dos mejores amigos de Unamuno, un profesor de la universidad y un pastor evangelista, que tiene su iglesia en la Calle Veracruz. Justo donde se encontraba la fonda que aparecía en Nueve cartas a Berta, en la que Martín Patino también retrataba el ambiente estudiantil de la ciudad pero en blanco y negro y sin restos de los reflejos que produce el sol en la piedra de Villamayor. Otra calle emblemática que aparece en el film es la de Cervantes, justo en la parte trasera de la Universidad Pontificia y de la iglesia de La Clerecía.

Calle Bordadores 

Allí está la casa en la que Unamuno vivió justo antes de su muerte. Previamente había ocupado, junto con su familia, las dependencias de la Casa del Rector -lugar donde se encuentra ahora su Casa-Museo que se puede visitar-, situada en la Calle Libreros, muy cerca de la Universidad. En la actualidad hay una estatua (con Unamuno con su clásica pose con las manos a la espalda) justo a la puerta de esta residencia de la Calle Bordadores que, como curiosidad, fue construida, muro con muro, con la llamada Casa de las Muertes. Una casa que data de comienzos del siglo XVI y que tiene un gran protagonismo en la leyenda negra de la ciudad por una serie de asesinatos que se cometieron a comienzos del siglo XIX.

PD: Si algún lector está interesado en encontrar una imagen de Salamanca alejada de las postales turísticas y de los lugares que aparecen en Mientras dure la guerra, puede acercarse a películas del director salmantino Gabriel Velázquez como Ártico, 2014, Iceberg, 2011, o la reciente Zaniki, 2019, esta última centrada en la provincia y en sus raíces musicales.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento