[San Sebastián 2020] 'Ane': la guerra de mamá en el debut más sorprendente del festival

El debut de David Pérez Sañudo, sorprende en la sección Nuevos directores del Festival de San Sebastián con un drama social con toques de thriller político.
[San Sebastián 2020] 'Ane': la guerra de mamá en el debut más sorprendente del festival
[San Sebastián 2020] 'Ane': la guerra de mamá en el debut más sorprendente del festival
[San Sebastián 2020] 'Ane': la guerra de mamá en el debut más sorprendente del festival

No se había apagado el fuego de los contenedores de la presentación de la serie de televisión Patria y ya está ardiendo el de Ane, película que se inicia con un cóctel molotov y que tiene como explosiva protagonista a Patricia López Arnaiz.

Ella es el alma y la razón de ser de un filme que, si todo evoluciona según lo previsto, nos deparará unos premios Goya de mejor dirección novel de alta calidad y graciosas coincidencias. Si se da por hecho la participación de la fulgurante Las niñas, de Pilar Palomero, otro tanto puede decirse del debut de David Pérez Sañudo. Curiosamente, ambas tratan de una misma problemática: las difíciles relaciones entre madres e hijas.

Cambia, eso sí, el objeto del conflicto generacional: si en el caso de Palomero el motivo era el asfixiante lobby católico, en Ane se trata de la movilización política. También varía la naturaleza de la matriarca: la abnegada Natalia de Molina de Las niñas da paso a una López Arnaiz que es una ametralladora verbal como uno jamás ha oído en euskera. Su Lide es una luchadora diferente que, enfundada en sus chándales y leggins, se sitúa más próxima a la Victoria Abril de Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, de Agustín Díaz Yanes.

Sin llegar a ser una heroína de acción, su personaje de Lide es pura fuerza de choque trabajadora. Divorciada, vigilante de seguridad nocturna, ama y señora de su sexualidad, madre ausente por motivos laborales, Lide parece escapada de una película de los Dardenne durante su presentación. Lleva una vida perrísima y la sangre a la temperatura de una queimada pero, como todo es susceptible de empeorar (que nos lo digan a los que sufrimos este 2020), debe enfrentarse a la desaparición de su hija.

Empieza así el nudo del filme, en el que López Arnaiz muta en una curiosa investigadora en un coqueteo con el thriller político sorprendentemente bien engarzado por el guion de Marina Parés. Con su limitado presupuesto, Pérez Sañudo hace maravillas y rueda puro cine.

Ahí está, sin ir más lejos, el ferrocarril, sinónimo desde los Lumière y la llegada de su tren a La Ciotat del séptimo arte. El tren, o más bien lo que precisa para existir se convierte en metáfora de la distancia que separa a Lide y Ane, vías que corren paralelas y condenadas a no cruzarse salvo en caso de choque de trenes. La penúltima escena, en la que dicha imagen se hace más que evidente es, sin duda, de una plasticidad inolvidable.

Al otro lado de la vía

Causa un poco de rubor conocer los años de sudor y lágrimas que ha empeñado Pérez Sañudo en levantar esta película cuando se compara con 16 Printemps, película francesa con la que compite en la sección Nuevos directores. Esta protagonizada por una pija adolescente parisina enamorada de un treintañero.

La protagonista se llama Suzanne y tiene en su habitación un póster de A nuestros amores de Maurice Pialat, también interpretado por una adolescente llamada Suzanne (Sandrine Bonnaire). La directora y protagonista del filme, ojo al egotrip, también se llama Suzanne. Se apellida Lindon. Es hija de Vincent Lindon y Sandrine Kiberlain y su película no va más allá del videobook. En esto del cine, como en la sociedad que retrata Ane, también los directores llevan vidas separadas como las vías de un ferrocarril.

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