[Americana 2019] 'Jay y Bob el Silencioso: El reboot' reinicia al Kevin Smith tierno e intrascendente

Kevin Smith recupera a dos de sus personajes estrella en esta secuela de ‘Jay y Bob el silencio contraatacan’, tan tierna como intrascendente.
[Americana 2019] 'Jay y Bob el Silencioso: El reboot' reinicia al Kevin Smith tierno e intrascendente
[Americana 2019] 'Jay y Bob el Silencioso: El reboot' reinicia al Kevin Smith tierno e intrascendente
[Americana 2019] 'Jay y Bob el Silencioso: El reboot' reinicia al Kevin Smith tierno e intrascendente

Terminó la edición más ambiciosa del Americana Film Fest, que trajo a Barcelona a cineastas como Denis Côté o Steve James, protagonista este último de una de las dos breves retrospectivas del festival. La otra permitió ver dos películas y dos cortos de Charles Burnett, nombre clave del cine independiente afroamericano, entre ellas la fundamental Killer of Sheep. La oferta del festival combinó el talento emergente de cineastas como Carlo Mirabella-Davis (Swallow) o Alma Har’el (Honey Boy) con filmes de Harmony Korine, Abel Ferrara o Kevin Smith, que es sobre quien pretendo hablar en este texto.

19 años después de Jay y Bob el Silencioso contraatacan, el de Nueva Jersey propone un filme que, como su mismo nombre ya sugiere, no solo regresa a sus dos emblemáticos personajes sino que también coge prestada la premisa de la película de 2001.

Y resulta cuanto menos sintomático que, tras dedicar una de las primeras escenas de Jay y Bob el Silencioso: El reboot a disertar sobre los conceptos de secuela y remake, y de paso hacerse eco del debate actual sobre la omnipotencia de Marvel y el adocenamiento de Hollywood, luego la película de Smith se limite a copiar la estructura de su predecesora, actualizando referencias e incorporando, como admiten sus mismos protagonistas, “juventud y diversidad”.

Es cierto que al director de Persiguiendo a Amy no parece importarle que esto se note, pues son frecuentes los comentarios sobre la naturaleza derivativa de la película; en la escena antes mencionada, en la que los protagonistas se reencuentran con Brodie Bruce (Jason Lee), hay un momento en el que se rompe la cuarta pared para recordarnos que sí, que quizá esto no sea muy original, pero que al otro lado sigue habiendo gente (como nosotros) queriendo verlo.

Hay algo que siempre he apreciado del cine de Kevin Smith y que tiene que ver con la reflexión que él mismo hacía tiempo atrás, sobre el respeto que le infundía la idea de hacer películas (en su caso, de superhéroes) para grandes estudios. Ante la posibilidad de convertirse en una parte del engranaje de una maquinaria que no pudiera controlar, Smith prefería hacer lo que venía haciendo: rodar con sus amigos y allegados. ¿Acaso Yoga Hosers, su película anterior, no consistía, básicamente, en una velada de juegos con su hija Harley Quinn Smith, que repite aquí, y con la de su amigo Johnny Depp, que también se prestaba al disparate?

Sin embargo, el problema viene cuando esa apuesta por el cine familiar muta en una zona de confort que, a su vez, abona el estancamiento creativo del que Smith ha tratado de zafarse virando hacia el cine de terror, firmando las curiosas Red State y Tusk. Su próxima película, Killroy Was Here, vuelve a ese territorio. Sea como fuere, el aspecto que más redime a Jay y Bob el Silencioso: El reboot termina siendo esa posibilidad de volver a ver a los actores que integran el universo de Smith, lo que también convierte el filme en una fiesta privada a la que es improbable que se sumen nuevos espectadores.

Ahora Bob el Silencioso es vegano y sigue siendo parco en palabras pero utiliza emoticonos (que logra mostrar en la pantalla de su teléfono móvil tras teclear un buen rato). Smith también concibe su película como un vehículo para contarnos cómo ve algunas cosas y romper una lanza por el humor incorrecto, pero lo más emocionante termina siendo atestiguar el paso del tiempo en sus facciones y, sobre todo, en las de su amigo Jason Mewes, así como en las del resto de integrantes de la troupe.

Y si esperáis al final de los créditos, que vienen íntegramente acompañados por divertidas tomas falsas, descubriréis una tierna escena que el director de la película comparte con su admirado Stan Lee, fallecido en noviembre de 2018.

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