Las 12 nominaciones con las que acude El oficial y el espía a la 45ª edición de los Premios César (cuya ceremonia de entrega se celebrará la noche del 28 de febrero) siguen generando controversia.
La última en pronunciarse sobre las protestas ante el hecho de que la película de Roman Polanski esté presente como máxima nominada en los mayores premios del cine francés (lo que ha acabado con la dimisión en bloque de la dirección de la Academia de Cine) ha sido la actriz Adèle Haenel.
La actriz parisina, que acudirá a la gala nominada por su interpretación en Retrato de una mujer en llamas (el filme de Céline Sciamma, con dos nominaciones menos que El oficial y el espía, compite contra Polanski en las categorías de mejor película y mejor dirección), ha abordado el tema en una entrevista para The New York Times donde demuestra una vez más que no tiene ningún reparo en expresar su pensamiento.
En este caso, por el hecho de que Polanski sea celebrado y su cine distinguido a pesar de estar condenado por su conducta sexual; el cineasta ya ha dicho que no piensa ir a la gala de los César.
"Ensalzar a Polanski es escupir a las víctimas en la cara", afirma Haenel. "Significa que no pasa nada por violar a una mujer".
Prófugo de la justicia de EE UU desde 1977, cuando fue enjuiciado por violar a una adolescente Samantha Geimer cuando tenía 13 años, Polanski se ha visto perseguido por acusaciones de este cariz durante décadas.
La última, que coincidió con el estreno de El oficial y el espía, tuvo lugar cuando la fotógrafa Valentine Monnier le acusó de haber abusado de ella en 1975. De esta manera, el lanzamiento de la película en Francia se enfrentó al boicot de asociaciones feministas.
"En el estreno de El oficial y el espía escuchamos gritos de censura", añade al respecto la actriz. "Esto no es censura: es elegir a quién queremos ver. Y podéis estar tranquilos, hombres blancos viejos y ricos: todos los canales de comunicación os pertenecen".
Adèle Haenel también lidia con su propio caso de abusos sexuales. A principios de año, acusó al director Christophe Ruggia de haber mantenido un comportamiento inadecuado hacia ella cuando era menor de edad y la dirigió en la película Los diablos (2002).
La actriz acusó a Ruggia de "tocamientos en los muslos" y "besos forzados en el cuello". El director fue retenido durante 48 horas y una investigación de las autoridades francesas sigue abierta.
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