'Ábrete de orejas': 50 años del asesinato de Joe Orton a manos de su novio

El 9 de agosto de 1967, el dramaturgo Joe Orton era asesinado por el también escritor Kenneth Halliwell, que se suicidó acto seguido. Recordamos su historia.
'Ábrete de orejas': 50 años del asesinato de Joe Orton a manos de su novio
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Joe era aficionado a la gimnasia y triunfaba en el West End con sus obras de teatro. Tenía 34 años. Kenneth, de 41, había fracasado como escritor y actor. Además, se había quedado calvo. El 9 de agosto de 1967, después de 16 años viviendo juntos como pareja, Kenneth aprovechó que Joe estaba dormido para golpearle la cabeza con un martillo. Repitió el golpe seis veces más. Acto seguido, se quitó la vida con veinte pastillas de Nembutal, que tragó con un vaso de mosto. La decisión de la hermana de Joe de mezclar sus cenizas con las de Kenneth, su asesino, fue solo el colofón a dos vidas salpicadas por el escándalo y marcadas por las payasadas del destino.

“Creo que estoy poniendo más de Joe que de Kenneth”, dice al juntar las cenizas el personaje de la hermana de Joe en Ábrete de orejas, la película que Stephen Frears estrenó en  1987 a partir de la biografía de igual título. “Es un gesto, querida, no una receta”, dice Vanessa Redgrave en boca de Peggy Ramsay, la agente de Joe. Que éste hubiese decidido romper con Kenneth unos días antes del crimen y sus restos acabasen reposando juntos en el crematorio de Golders Green es una ironía que bien podría tildarse de “ortonesque”, el adjetivo que en inglés inspiraron obras como El rufián en la escalera, El realquilado o El botín.

Joe Orton (al que da vida Gary Oldman en Ábrete de orejas) y Kenneth Halliwell (Alfred Molina) se conocieron en 1951 en la Royal Academy of Dramatic Art de Londres. Era la época en la que ambos querían ser actores, y juntos empezaron a compartir piso en el barrio de Islington. En esos años, todavía era Halliwell el que más despuntaba intelectualmente de los dos, y cuando decidieron depositar sus esperanzas de triunfo en la literatura en lugar de la interpretación, desarrollaron una relación tipo Pigmalión en la que a Joe, un chico pobre de Leicester que iba para funcionario y tuvo que aprender a quitarse su acento de los Midlands antes de mudarse a Londres, le tocaba el papel de Audrey Hepburn en My Fair Lady.

Pronto sellaron un pacto: juventud por conocimiento, y se convirtieron en amantes. Juntos escribieron varias novelas, cultivaron un sentido del humor de lo más singular, y se divirtieron enormemente en Londres. Una de sus travesuras favoritas era robar libros de la biblioteca de Islington para, después, alterar sus cubiertas con imposibles collages de estética kitsch. Una novela romántica apareció con la sugerente fotografía de dos hombres luchando a pecho descubierto en la portada. Una guía para cultivar rosas, con la cara de un gorila brotando de una de estas flores. A veces, devolvían los libros a sus estantes, divertidos por la reacción que imaginaban que sus nuevos diseños provocarían a sus vecinos. La mayoría de las cubiertas, sin embargo, acabó decorando las paredes de su dormitorio, más carpeta de instituto que habitación.

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El juego acabó en 1962, después de que la pareja fuese descubierta y condenada a seis meses de prisión: habían “personalizado” más de setenta libros. Una condena que, según ellos, fue tan severa por su homosexualidad (“because we are queers”, dijeron). Hoy, las cubiertas diseñadas por Orton y Halliwell se exponen en el Museo de Islington, otro ejemplo más de cómo el arte siempre logra zafarse de la moral y regocijarse por encima del tiempo.

Precisamente, la película de Stephen Frears empieza abordando la vida de la pareja por la inauguración de una exposición de los collages de Kenneth, unos meses antes del crimen. La exposición tiene lugar durante una de las representaciones de El botín, la obra con la que Joe Orton triunfaba ese año en Londres, en una de las salas del propio teatro Criterion. Más tarde, veremos a Ken instruyendo a Joe, y a éste copiar frases suyas en los primeros años de su vida en común. Esa noche de 1967, sin embargo, es Joe el que le lleva ventaja a Ken, que apenas consigue vender un par de sus collages. El botín de Orton, por el contrario, ha logrado coglar otra noche el cartel de “localidades agotadas”; un éxito que deprime a Ken, conocido ahora como “el amigo de Joe Orton”.

Y es que, desde que la pareja salió de prisión, nada volvió a ser lo mismo en el piso de Noel Road. Estuvieron presos en cárceles distintas: Kenneth en la HM Prison Ford de Sussex y Joe en la de Kent. Una separación que a este último le sirvió para madurar su genio por su cuenta y  encontrar las sórdidas y penosas musas que necesitaban sus comedias. Ciertamente, le fue mejor solo, y en 1964 conquistó el West End con El realquilado, una comedia sobre dos hermanos que se disputan el amor de su inquilino. A la sombra de Joe, Kenneth se convirtió entonces en su asistente, vuelta de tuerca que menoscabaría aún más una autoestima dañada ya por los complejos físicos.

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Tampoco los celos amorosos ayudaron. De vuelta de la exposición de collages de Kenneth, en la película vemos cómo Joe, que ha salido de casa sin calzoncillos, se pasa por una concurrida estación de metro para hacer cruising. Allí, liga con otro joven y deja plantado a Ken. Sabemos por sus diarios que Joe era muy aficionado a esta práctica sexual (“Cuanto peor son las condiciones de higiene, más le gustan a Joe esos sitios”, dice su agente en la película), y que sus excursiones a ciertos baños públicos de Londres aumentaron considerablemente en 1967. También debió de enterarse de sus aventuras Kenneth, que dejó escrita la siguiente nota antes de suicidarse: “Si leéis su diario, todo quedará explicado. Especialmente, la última parte”. Un viaje a Tánger que hicieron juntos en 1966 podría haberlos reconciliado, pero solo sirvió para evidenciar que Joe era más libre que Ken. Para liberarse de sus demonios, éste tuvo que emprenderla a martillazos contra su novio. Un día como hoy, hace 50 años.

Joe Orton murió en plena racha de éxito. Solo lo tuvo esos tres últimos años de vida. El público inglés le adoraba, y aunque la crítica no siempre estuvo de su parte, Joe supo cómo disfrutar de su fama con humor. Por ejemplo, trolleando sus propias obras, para lo cual enviaba a los periódicos cartas firmadas por una tal Edna Welthorpe, en las que se mostraba indignada por los diálogos de Joe. Otras veces prefería elogiarse, usando la falsa identidad de un experto en literatura y teatro. Pendiente de producción quedó su guión de Up Against It: una delirante película que iba a estar protagonizada por los Beatles. Su última obra de teatro, Lo que vio el mayordomo, se estreno de manera póstuma en 1969. Si las sospechas de su hermana son ciertas, hay mas de Joe que de Kenneth en la urna que contiene las cenizas de ambos

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