5 razones para ver el reestreno de 'Érase una vez en América'

La última obra maestra de Sergio Leone, con un Robert De Niro pletórico y una Jennifer Connelly muy precoz, vuelve hoy a la pantalla en los cines Verdi de Madrid y Barcelona. Te damos motivos para acudir a ella si no la has visto, y para revisarla si ya la conoces. Por YAGO GARCÍA
5 razones para ver el reestreno de 'Érase una vez en América'
5 razones para ver el reestreno de 'Érase una vez en América'
5 razones para ver el reestreno de 'Érase una vez en América'

Fue su última película, y hay quienes dicen que la mejor. Lo cual, tratándose de Sergio Leone, el autor de El bueno, el feo y el malo, La muerte tenía un precio y Hasta que llegó su hora, es decir muchísimo. Érase una vez en América (1984), el filme con el que el maestro italiano cambió al western y a Almería por los gángsters y Nueva York, regresa hoy a la pantalla grande en los cines Verdi de Madrid y Barcelona, dentro del ciclo Un verano de cine con los grandes maestros. Como perderse semejante peliculón, y además en una sala de cine, no admite disculpas, CINEMANÍA te ofrece 5 razones por las que deberías ir a verlo, tanto si ya conoces a Noodles, Max y Deborah como si nunca has oído hablar de ellos.

1.- Por Robert DeNiro y James Woods

En la cúspide de sus poderes interpretativos, y antes de iniciar esa decadencia que todos conocemos tan bien, el actor fetiche de Martin Scorsese se puso en manos de Leone para encarnar a David 'Noodles' Aaronson, uno de los personajes más complejos de su carrera. Woods, actor a veces muy infravalorado, se encargó de dar vida a otro pájaro de cuenta: Max Berkowitz. Y, aunque en un papel más breve, no conviene olvidar tampoco a otro viejo conocido: Joe Pesci. Cuando el filme haya terminado (y su final es de los que no se olvidan), te preguntarás si estos criminales son malos, muy malos o sencillamente patéticos.

2.- Por los niños y una tal Jennifer Connelly

La estructura de Érase una vez en América es realmente compleja, y está llena de flashbacks. En los cuales podemos admirar un diseño de producción majestuoso, y el trabajo de un reparto infantil que se ganó las lentejas a pulso. Entre dichos chavales destacó una Jennifer Connelly extremadamente precoz tanto en la realidad (insistimos: su interpretación es espeluznante) como en la ficción. La escena en la que, con tutú y al ritmo de Amapola, provoca al joven que se convertirá en DeNiro es icónica, y con razón.

3.- Por la música

En dos palabras: Ennio Morricone. El compositor y Sergio Leone llevaban ya muchos años como feliz matrimonio artístico, y eso se nota en unos temas escritos y arreglados en una perfecta compenetración con las imágenes. Morricone se soltó el pelo, incluso, adaptando a su lenguaje orquestal canciones como el Yesterday de los Beatles, para señalar el paso del tiempo. Pero si buscas himnos coreables (y silbables) como los que Morricone escribió para la Trilogía del dólar, olvídate: aquí la que manda es una tristeza casi asfixiante, sobrada de matices. Te hará llorar.

4.- Por su melancolía

En un raro arranque de lucidez, los mandamases de Hollywood habían ofrecido a Sergio Leone la posibilidad de dirigir El Padrino en 1972. El cineasta rechazó la oferta en favor de Érase una vez en América, un proyecto que sólo conseguiría llevar a cabo 12 años más tarde, cuando ya estaba muy cansado y muy enfermo. El cinismo cachondo de sus spaghetti western se había ido, dejando en su lugar una reflexión amarga sobre la naturaleza de la amistad y la violencia. Redondeando su juego, Leone evitó caer en el tópico de los gángsters italianos: salvo excepciones, todos los personajes de este filme son judíos.

5.- Porque es la versión completa

Temiendo un batacazo comercial, la productora Warner Bros. mutiló Érase una vez en América en su estreno: de los 229 minutos originales (los cuales ya recortaban de por sí las casi seis horas que Leone había incluido en su montaje inicial), la cinta pasó a 139 minutos para su exhibición en EE UU. Para colmo, esta versión fue montada de nuevo para eliminar los saltos temporales. La versión europea, por su parte, conservó los 229 minutos, pero se exhibió en dos partes (de forma similar al Novecento de Bernardo Bertolucci). Asqueado ante tanta intromisión, Leone juró que jamás volvería a dirigir una película, y así fue: hasta su muerte, cinco años más tarde, jamás volvió a pisar un plató. Menos mal que este reestreno presenta la película de forma íntegra y sin cortes.

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