5 directores veteranos que ruedan en 3D

De artefacto experimental, el cine en 3D pasó a triquiñuela de serie B. Después, gracias a James Cameron, a maquinaria creadora de blockbusters. Y ahora, según parece, se ha convertido en un recurso de pleno derecho al que se apuntan directores consagrados. Será porque el mismísimo Alfred Hitchcock empleó el formato en su Crimen perfecto, porque es de sabios aprovechar los avances de la técnica o porque las modas (y la pasta) pueden mucho, pero todos estos cineastas de avanzada edad y sólidas carreras han decidido ponerse las gafas. CINEMANÍA te cuenta quiénes son... Y cuál de sus obras maestras hubiera lucido más de haberse salido de la pantalla.

* Bernardo Bertolucci (71 años)

Más italiano y más budista que nunca, el director de Soñadores y El último tango en París rodará en septiembre Io e Te, un dramón tridimensional sobre un adolescente y su hermana adicta a la heroína. Pronosticamos unos chutes en primer plano que ni Danny Boyle en Trainspotting.

Mejor en 3D: Los primeros filmes de Bertolucci, rodados antes de que el director cambiase el Libro Rojo de Mao por las enseñanzas del Gautama, no se prestan mucho a la espectacularidad. Pero cuando pensamos en El último emperador y sus desbordantes imágenes de la Ciudad Prohibida, la cosa cambia...

* Martin Scorsese (68 años)

The Invention of Hugo Cabret es el título de la película en la que 'Marty' hará salirse de la pantalla a Sacha Baron Cohen, Ben Kingsley, Jude Law y Chloe Moretz (Kick-Ass), entre otros. Aún está por verse si Silence, su posible proyecto con Daniel Day-Lewis y Benicio Del Toro como misioneros en el Japón feudal, optará por el 3D o volverá a la imagen plana.

Mejor en 3D: Dada la desbordante fuerza visual del genio de Little Italy, quedarse con un solo filme es difícil. ¿Uno de los nuestros, tal vez? ¿Los neones de Casino? Nosotros nos quedamos con Taxi Driver, aunque la perspectiva de ver a un Robert De Niro tridimensional soltando lo de "¿Me estás hablando a mí?" nos dé mucho yuyu.

* Francis Ford Coppola (72 años)

Tan megalómano como juguetón, para variar, el autor de El padrino ha rodado en tres dimensiones una secuencia de Twixt Now and Sunrise, su próximo filme. Ahora bien: que quede claro que se trata de "un breve segmento dramático que hace avanzar la historia, no un truco barato para multisalas". Según él, claro.

Mejor en 3D: Descartadas las dos primeras entregas de El Padrino por solemnes (y porque Michael Corleone da ya bastante miedo en 2D) y Apocalypse Now (por mareante), afirmamos que si hay un trabajo de Coppola que luciría de lo lindo en 3D es Drácula de Bram Stoker. Su oscura fotografía y su espectacularidad descarada aprovecharían muy bien el formato.

* Takashi Miike (50 años)

Conocido como el director más majara del panorama japonés (que ya es decir), este buen amigo de Quentin Tarantino y Eli Roth ha ejecutado una de sus habituales piruetas remakeando en 3D nada menos que Harakiri, el clásico rodado por Masaki Kobayashi en 1962. Death of a Samurai, título del nuevo filme, será el primer filme tridimensional proyectado en el Festival de Cannes.

Mejor en 3D: Tratándose de un tipo con 83 títulos en su filmografía como director, es difícil quedarse con un solo título. Pero nosotros iríamos a una reposición 3D de Ichi the Killer sin pensarlo, aunque sabemos que después íbamos a tener pesadillas.

* Werner Herzog (68 años)

"Sólo he visto una película en 3D en mi vida: Avatar. Y no me gustó", declaró este chiflado alemán (siempre en todos los fregaos) cuando afrontó el proyecto de Cave of Forgotten Dreams, su documental 3D sobre la francesa Cueva de Chauvet y sus pinturas rupestres. Pese a su siempre afilada lengua (que se lo digan a Woody Allen), Herzog no puede quejarse: la película, rodada en ocho días por un equipo de cuatro personas, ha sido su mayor éxito de taquilla.

Mejor en 3D: Tan turbulenta como su director, la filmografía de Herzog sólo conoce dos extremos: o lo más realista (Grizzly Man) o lo más disparatado (Corazón de cristal, Nosferatu: Vampiro de la noche). Aún así, la idea de un barco de vapor en el Amazonas (Fitzcarraldo) amenazando con aplastarnos nos resulta de lo más tentadora.