30 años de julio de 1987, el mes que resume el cine de los 80

Cine juvenil, secuelas imposibles, James Bond, novatos buscando chicas... julio de 1987 cumple 30 años y con él, uno de los meses que mejor sirven para explicar qué fue el cine de la década de los 80.

¿No te lo crees?

Bien, vamos a repasar el calendario completo de aquel mes de 1987... Prepárate

Dos clásicos llegaban a la cartelera a la vez para empezar el mes por todo lo alto. Por un lado, Chris Columbus con Aventuras en la Gran Ciudad, y por otro, Joe Dante con El chip prodigioso.

Columbus debutaba como realizador tras convertirse en un cotizado guionista que había firmado Gremlins, Los Goonies y El secreto de la Pirámide, y lo hacía con una historia protagonizada por una Elisabeth Sue a medio camino entre Karate Kid y las secuelas de Regreso al Futuro, en las que sustituyó a Claudia Wells como novia de Marty McFly.

Para la memoria de toda una generación quedaron momentos como la crema para los granos o la aparición de Vicent D’Onofrio como Thor, el auténtico Atapuerca de todo el Universo Marvel.

Por contra, el que fuera su compañero en Gremlins, Joe Dante, reinventaba la historia de Viaje Alucinante en El Chip Prodigioso, otro clásico de la década en la que Dennis Quaid interpretaba a un militar que era miniaturizado e introducido en el cuerpo de un pobre Martin Short con problemas de ansiedad.

Y como bola extra, un dato. Ese fue el rodaje en el que se conocieron Meg Ryan y Dennis Quaid.

La segunda semana del mes iba a traer una secuela, La Revolución de los novatos (continuación de La Revancha de los novatos) y el estreno regular en Estados Unidos de La Chaqueta Metálica (a España no llegaría hasta enero), con lo que Vincent D'Onofrio hacía doblete en taquilla, primero como el mecánico meleas asgaardiano, después como el recluta Bola de Sebo.

Junto a ellas (que además de D'Onofrio compartían la figura de los novatos) llegaba un tapado de Disney como La tostadora valiente y otros dos clásicos de videoclub y algo olvidados hoy como fueron Los tramposos de la loto -con Michael Keaton labrándose una carrera como cómico que años después le causaría algún problema con Batman- y Su excelencia, la criada.

La fiebre de las secuelas imposibles llevaba Tiburón a su apogeo definitivo con Tiburón, la venganza y su subtítulo ESTA VEZ ES PERSONAL. En esta cuarta entrega (por la que desfilaba un Michael Caine que todavía jura no haberla visto) uno de los hijos del Jefe Brody asume el trabajo de su padre y termina muriendo, asesinado por el tiburón. Tras ello, su madre y su hermano se recluirán en el Caribe, donde -Oh, sorpresa- otro tiburón les intentará dar caza.

Al menos, entre tanta majadería, los espectadores de ese 17 de julio pudieron ir a otra sala a asistir a todo un evento cinematográfico, el nacimiento de RoboCop. La película de Paul Verhoeven, coescrita por Ed Neumier, llegaba a los cines convertida en todo un fenómeno que el director holandés había rechazado en un principio y que solo se había animado a rodar cuando su mujer encontró el guion en la basura.

Según sus propias palabras, RoboCop era su versión de un Jesucristo americano y lanzó definitivamente la carrera de un cineasta que no acababa de encontrar su sitio en Hollywood (cuentas las malas lenguas que iba a dirigir El Retorno del Jedi por recomendación de Spielberg, pero que cuando Lucas vio el contenido sexual de Vivir a tope, decidió cambiar de director, todavía sin dar crédito a la pelícla que acababa de ver)

Con los años, RoboCop iba a dar unas cuantas secuelas locas (y más en España, en la que retitularon como RoboCop 4, 5 y 6 los capítulos de la primera serie de televisión), pero nada de la categoría de Superman IV, En busca de la paz, que llegaba a los cines la semana siguiente.

En ella, el personaje inmortalizado por Christopher Reeve pasaba a ser una baratija de la Cannon, que había producido la película, convirtiéndola en un fracaso y en un clásico de los vídeos de youtube que buscan gazapos en las películas.

Sin embargo, todavía quedaba esperanza para enderezar el fin de semana, ya que con el hijo de Kripton desembarcaban La Bamba, el famoso biopic sobre Ritchie Valens y un clásico como pocos, Juerga Tropical, en la que un profesor de educación física interpretado por Mark Harmon tenía que quedarse a cargo de un curso durante todo el verano mientras se enamoraba de otra profesora, Kirstie Alley. ¿Cómo olvidar aquel reguero de personajes y situaciones que iban desde la estudiante de intercambio, al stripper o a la visita al parque de atracciones? y lo más importante, ¿cómo olvidar a estos dos personajes obsesionados con el cine de terror?

El mes acababa por todo lo alto con otro título clave de la década como Jóvenes Ocultos, cinta de Schumacher que se convertía en generacional al unir a los dos Coreys (Haim y Feldman) y a actores como Jason Patric y Keifer Sutherland. Como muchos de estos títulos, tuvo sus secuelas, llegando a incluso a dar pie a cómics.

Con ella, también aparecía en las salas americanas el debut de Timothy Dalton como James Bond en Alta tensión, decimoquinta entrega de la franquicia de 007 que esta vez dirigía Jon Glen, único director en encargarse de cinco películas de la saga y antiguo montador de Al servicio secreto de su majestad, La espía que me amó y Moonraker, suficiente dedicación a la Inteligencia británica como para cobrar una pensión del MI-6.