28 películas de Alfred Hitchcock en Filmin: de peor a mejor

Te faltan dedos para contar todos los peliculones de uno de los mayores maestros de la historia del cine que puedes ver en Filmin. Elige bien con esta guía.
28 películas de Alfred Hitchcock en Filmin: de peor a mejor
28 películas de Alfred Hitchcock en Filmin: de peor a mejor
28 películas de Alfred Hitchcock en Filmin: de peor a mejor

Filmin es la plataforma de los amantes del cine porque es la única página de streaming donde se pueden ver los mayores clásicos de la historia del séptimo arte. Y si hablamos de obras maestras que han llevado el lenguaje cinematográfico a su más alto esplendor, es imprescindible mirar hacia Alfred Hitchcock.

El extraordinario cineasta británico está bien representado en la plataforma con 28 títulos procedentes de las diversas etapas de su filmografía (silente, británica, en Hollywood...). Una ventana inigualable a una de las mayores obras fílmicas de la historia.

Estas son las preferencias de CINEMANÍA sobre las películas de Alfred Hitchcock disponibles en Filmin, de peor a mejor:

1932. Número 17

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A Hitchcock le gustaba recordar como "un desastre" este thriller sobre ladrones agobiados y botines escondidos. Pero el rebuscado escondrijo de estos rateros le permitió practicar no poco con las escaleras que suben y bajan, un motivo que terminaría haciéndose recurrente en su cine posterior.

1939. Posada Jamaica

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Justo antes de irse a Hollywood, Hitchcock despidió su etapa británica con una de piratas (en tierra firme: lo suyo es hacer que los barcos naufraguen para desvalijarlos). Pese al asombroso relumbrón de su reparto (Charles Laughton, Maureen O'Hara, Leslie Banks, Robert Newton), es una pena que esta primera adaptación hitcockiana de Daphne du Maurier resulte bastante meliflua y acartonada.

1931. Lo mejor es lo malo conocido

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Hitchcock hizo varias películas sonoras para la British International Pictures, adaptaciones de obras teatrales en las que experimentaba con el sonido y con el punto de vista, situando al espectador como un testigo subjetivo de la escena. En esta sencilla comedia satírica, un matrimonio de clase media (Henry Kendall y Joan Barry) ve cómo su vida (y confianza en la fidelidad de la pareja) cambia en cuanto llega a sus manos una importante suma de dinero que les permite viajar en un crucero alrededor del mundo.

1928. Vida alegre

Fue el primer fiasco comercial de Hitchcock. Alfred demuestra una ambición desmedida al intentar adaptar sin palabras el texto del sarcástico Noël Coward. Aun así, nos deja para el recuerdo la primera gran escena de su carrera con una escalera como protagonista, anticipando ese gran plano de la llave de Encadenados, y el primer chantaje en el argumento.

1927. Declive 

Tras el éxito de El enemigo de las rubias (1927), ese mismo año Hitchcock repite con el actor Ivor Novello, cuya homosexualidad le servirá de excusa para desatar, por primera vez en todo su esplendor, la desaforada misoginia hitchcockiana. El filme es una sucesión de encuentros del infortunado Ivor con mujeres a cada cual más arpía. Para expresar la náusea del protagonista, tintará los negativos de verde, proceso que repetirá años más tarde con la hoy celebradísima Vértigo.

1936. El agente secreto

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Guerra, espionaje, confusión de identidades y un reparto chispeante (Madeleine Carroll, Robert Young, Peter Lorre) para una amalgama de relatos cortos de W. Somerset Maugham que sirven más que nada para que el maestro comience a demostrar su dominio técnico y pericia para contar con imágenes.

1940. Enviado especial

Su segunda peli americana, de espías, colocaba a un corresponsal americano en los preámbulos de la Segunda Guerra Mundial. Momento ‘Hitch’: El editor del Morning Globe gritando “¡Lo que necesito es un reportero!”. Obsesión secreta: El rodaje terminó cinco días antes de que bombardeasen Londres. ¡La vieja filia de ‘Hitch’ con las bombas!

1955. Pero... ¿quién mató a Harry?

La muerte ¿accidental? de un paseante vertebra la última comedia de Hitchcock. Fue uno de sus mayores fracasos de taquilla. Momento ‘Hitch’: El gag del armario: un uso del montaje y la música hilarante e inquietante. Obsesión secreta: Las intervenciones de la debutante Shirley MacLaine (viuda muy consolable) son puro humor.

1976. La trama

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La última película de Alfred Hitchcock es la historia de dos parejas a las que el destino une inesperadamente. Una la forman un actor fracasado y una caprichosa vidente con furor uterino. La otra, un adinerado y manipulador joyero y su despampanante mujer. También es la historia de cómo Barbara Harris guiña el ojo en lo alto de una escalera.

1934. El hombre que sabía demasiado

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La primera versión de la historia que Hitch revisaría en 1956 con James Stewart Doris Day al frente es un portentoso thriller de misterio en sus propios términos. Que son mucho más noir y violentos, como demuestra un excelente Peter Lorre haciendo de villano.

1969. Topaz

Un agente secreto francés se deja liar por la CIA para espiar a unos cubanos mientras su propia agencia tiene topos de la KGB dentro. Momento ‘Hitch’: Cada diálogo está planteado como un tenso juego de apariencias y engaños. Obsesión secreta: Ante la injusta mala fama de la película, reivindicamos lo atrevido de su casting europeo, ¡Truffaut fille (Claude Jade) incluida!

1927. El enemigo de las rubias

The Lodger, en su título original, está considerada como la primera película de suspense del maestro del género, con la complicidad de Jack el Destripador (otro genio en lo suyo). Él mismo afirmaría: “Fue la primera vez que puse en práctica mi estilo”. El protagonista es un psicópata que actúa los martes y las prefiere rubias.

Los estudiosos dicen que se nota hasta qué punto imita al Murnau de El último, cuyo trabajo había admirado en un viaje a Alemania en 1924. La escena del protagonista Ivor Novello intentando entrar en el lavabo para acabar con una mujer resultará familiar a los fans de Psicosis y del universo Bates.

1942. Sabotaje

Un obrero es falsamente acusado de saboteador, descubre una red de conspiradores y pelea encaramado a la Estatua de la Libertad. Momento ‘Hitch’: Tiroteo en una sala de cine; los disparos reales se confunden con los de la película que se está proyectando. Obsesión secreta: Universal impuso el casting, más acertado con la rubia Priscilla Lane que el prota Robert Cummings.

1935. 39 escalones

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Para muchos, incluido Orson Welles, es una de las cumbres de la etapa británica del cineasta. Su entretenimiento incluye acción, espionaje, romance y comedia. Además de ofrecernos a uno de sus mejores falsos culpables: el personaje de Robert Donat, acusado de asesinato, perseguido por una red de espías y fascinado por una bella mujer (Madeleine Carroll); situación que alcanzaría cumbres paroxísticas años después en Con la muerte en los talones.

1947. El proceso Paradine

Mitad melodrama, mitad juicio a calzón quitado, entre los pelucones de los letrados y las continuas intromisiones del productor Selznick acartonaron esta atracción fatal. Momento ‘Hitch’: Cualquier escena del juez Charles Laughton, alter ego hitchcockiano fetén, menos siniestro pero tan sinuoso como en Posada Jamaica. Obsesión secreta: Greta Garbo renunció (“no más asesinas ni mamás”) y Hitchcock se empeñó en la hierática Alida Valli, aunque no era rubia.

1966. Cortina rasgada

Paul Newman interpreta a un profesor de Física que tiene que robar una fórmula en la RDA. En general, es correcta, pero la escena a la que me refiero es escalofriante. Paul es descubierto por un espía alemán en una cabaña y no tiene más remedio que asesinarlo con la ayuda de una campesina. La escena dura seis minutos, seis tortuosos y lentos minutos sin una nota de música. Puro cine.

1938. Alarma en el expreso

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Las posibilidades que abre el primer acto de este misterio sobre raíles son difíciles de superar (de ahí que haya sido tan copiada posteriormente). Una chica que viaja en tren por Europa conoce a una amable ancianita. Poco después, la mujer mayor desaparece del tren sin dejar rastro. Y, lo que es peor, el resto de pasajeros niegan haberla visto en absoluto, poniendo en duda tanto su existencia como la cordura de la protagonista (la encantadora Margaret Lockwood).

1956. El hombre que sabía demasiado

Si a Hitchcock le hubieran encargado dirigir una película de 007 protagonizada por Mr. Bean, el resultado habría sido similar a este filme. Momento ‘Hitch’: El virtuoso crescendo en el Albert Hall, diseñado a imagen del asesinato de Lincoln. Obsesión secreta: ¿Hay mayor fetiche que una rubia? Una rubia –Doris Day– que canta Qué será, será.

1948. La soga

El primer filme en color de Hitchcock, diez planos secuencia para convencernos de que no hay que ir por ahí creyéndonos superiores a los demás. Momento ‘Hitch’: La criada a punto de abrir el arcón. Obsesión secreta: Un perfecto ejemplo de ese suspense al más puro estilo Hitchcock. Probablemente, la única vez en tu vida que te creerás más listo que James Stewart. 

1972. Frenesí

Michael Caine rechazó el papel de sospechoso al que John Finch añadió ambigüedad y bigotillo ralo: un sádico asesina a mujeres voluptuosas alrededor del Covent Garden en esta joya de reconocimiento tardío. Momento ‘Hitch’: El visceral (e hilarante) menú de la cena en casa del comisario. Obsesión secreta: Vengarse de las corbatas, que dieron muy mala vida a la papada del maestro.

1937. Inocencia y juventud

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El travelling más bello de la historia del cine está en esta película, según Eric Rohmer Claude Chabrol, fans declarados. Se trata de una delicia tragicómica, donde una joven se enamora de un muchacho falsamente acusado de haber asesinado a una estrella de cine. Para remediar la injusticia, la pareja decide buscar por su cuenta al auténtico asesino. La anticipación de futuras obras maestras como Encadenados y Con la muerte en los talones hacen de este título de lo más refinado de la etapa británica de Hitchcock.

1945. Recuerda

Basada en La casa del doctor Edwardes, de Francis Beeding. La secuencia del sueño ideada por Dalí fue cortada: rodada del revés, Ingrid Bergman se convertía en una estatua de yeso. Momento ‘Hitch’: Las alas que persiguen a Gregory Peck en el sueño daliniano. Obsesión secreta: El único falso culpable de su filme que cree serlo (el amnésico Gregory Peck). La psicoterapia, algo que le fascinaba, como medio para descubrir la verdad. El primer filme que trata la culpabilidad como algo que imposibilita el amor.

1964. Marnie, la ladrona

“Es una película muy difícil de clasificar”, decía el propio Hitchcock. “Lo llamaría un misterio sexual, pero es más que eso”. Momento ‘Hitch’: Bolso amarillo y peluca negra. La presentación de Marnie. Obsesión secreta: Tippi Hedren. La rubia que desató su frustración y furia. “Su lado oscuro era terrible”, confesó ella.

1940. Rebeca

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Su primera producción made in Hollywood y la única que consiguió el Oscar. Con Laurence Olivier, Joan Fontaine y George Sanders. Momento ‘Hitch’: Un ama de llaves con una vela y una verdadera obsesión con su antigua jefa, una tal Rebeca de Winter. Manderley peligra. Obsesión secreta: ¿Será el único caso de prenda de vestir bautizada por una película?

1963. Los pájaros

Aunque carezca de melodías, esta tercera adaptación de Daphne Du Maurier es muy musical: el director y Bernard Herrmann acudieron a Oskar Sala y a su trautonium (un añejo sintetizador) para obtener los aleteos y graznidos que forman la BSO. Momento ‘Hitch’: El ataque volador que acaba en el incendio de la gasolinera. Obsesión secreta: El sadismo y la misoginia de Hitchcock llegaron a su cénit en el tratamiento a la actriz Tippi Hedren.

1960. Psicosis

El miedo moderno nació aquí. Y también la explosión del concepto “spoiler” (terror de los periodistas cinematográficos) con la promoción de un filme (“No llegue tarde al cine y no cuente a nadie el final”) rodado en blanco y negro por falta de presupuesto, que asestó un golpe a la conciencia colectiva norteamericana. Nadie se había atrevido a tanto hasta entonces. Momento ‘Hitch’: Discusiones sobre la autoría del triángulo Hitchcock-Bass-Herrmann aparte, la escena de la ducha, magistral de arriba (chorro de agua) abajo (sangre que corre por el sumidero) es la cumbre de su cine. Obsesión secreta: El busto de Janet Leigh. Desde que la cámara entra por esa ventana en Phoenix hasta el motel, el sujetador comparte protagonismo con las dudas morales del personaje.

1954. La ventana indiscreta

Sólo James Stewart pudo ser Jeff, el fotógrafo de viajes cuyo mundo se reduce a sus vecinos mientras se recupera de un accidente. “Su personaje está en el límite, no debería estar haciendo lo que está haciendo”, como decía Scorsese. “Pero es nuestro héroe”. Y nos gusta, a pesar de su “viaje perverso”. Porque nosotros tampoco deberíamos estar ahí, en esa sala de cine, pagando por ver la vida de otros. Momento ‘Hitch’: Jeff y Stella (Thelma Ritter) vigilan a Lisa (Grace Kelly) desde el otro lado de la calle. Ella busca pruebas del asesinato de la señora Thorwald, cuando el señor Thorwald aparece de nuevo. Por esto le llamaban “El maestro del suspense”. Obsesión secreta: El montaje. Hitchcock definía La ventana indiscreta como su “película más cinematográfica”, porque “estaba contada sólo visualmente”. 

1958. Vértigo

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