2013, ¿el año fatal para el 3D?

Los precios suben, el poder adquisitivo del público baja. Según un estudio de la agencia Fitch Ratings, los próximos meses serán duros para el formato de las gafas. Por CINEMANÍA
2013, ¿el año fatal para el 3D?
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2013, ¿el año fatal para el 3D?

Cuando Jean-Luc Godard decidió titular su incursión en la estereoscopia Fin del lenguaje 3D, no podía adivinar el doble sentido que acabaría cobrando dicho título. Al menos, si lo leemos a la luz de un informe de la agencia Fitch Ratings que reproducen medios como The Wrap y Slashfilm. Entre cifras y gráficas, el texto formula una predicción muy clara: las recaudaciones de las películas en 3D descenderán en 2013. Según se indica, la popularidad de las tres dimensiones ha seguido una curva positiva desde 2009, cuando se puso en boca de todos gracias a Avatar, algo que se ha reflejado en las taquillas de los cines. Pero todo lo que sube tiene que bajar, y los factores de la presente coyuntura van poniéndose en su contra.

¿A qué factores se refiere el estudio? El primero es uno cuyo reconocimiento no precisa de contactos en la industria: el poder adquisitivo del público es cada vez más bajo. Mientras los sueldos bajan y las cifras de paro suben a ambos lados del Atlántico, el incremento del precio de las butacas a cambio de ver películas en 3D permanece constante. "Ir al cine sigue siendo una de las formas más económicas de entretenimiento", señala el informe de Fitch Ratings, "pero el incremento de los precios asociado al 3D puede perjudicar a esta imagen".

La agencia de calificación económica también señala otro punto en contra del 3D: la calidad de las películas que se exhiben en este formato. Algo que, de primeras, suena peculiar: pese a planchazos como Furia de titanes y Airbender: El último guerrero, las tres dimensiones han aguantado bien de salud hasta ahora. Aun así, en 2012 el aporte de las películas en 3D al global de la taquilla estadounidense fue proporcionalmente el mismo que en 2011 (alrededor de 1.300 millones de euros) pese a que Los Vengadores (el filme más taquillero del año) apareció en formato estereoscópico. Lo cual escama a los analistas dado que, gracias a la recaudación de El caballero oscuro: La leyenda renace y de la propia Los Vengadores, dicha cifra global de taquilla alcanzó un máximo histórico remontándose hasta los 25.500 millones de euros.

Según señala Fitch, la industria en general lo tendrá difícil para igualar dicha cifra, y la aportación de las películas en 3D tiene todas las probabilidades de descender a su vez. Eso, a pesar de que la oferta tridimensional de este verano lleva consigo cintas tan esperadas como Iron Man 3, Star Trek: En la oscuridad y Monsters University. Pero, como recuerda el informe, el 3D ya no es una novedad. "Pasado el primer impacto, el público vuelve a estar pendiente de la calidad de las películas, y tiene más en consideración la diferencia de precios entre una sesión de cine convencional y una en 3D", indica.

Lo cual enlaza con lo que podría ser el último golpe: el incremento en la popularidad del 'Video On Demand' y la calidad ascendente de los formatos para el visionado doméstico. Todo esto en el contexto de EE UU, claro, donde una película de bajo presupuesto como Despedida de soltera alcanzó beneficios muy suculentos gracias a haberse estrenado en internet. Acerca de los conflictos en la industria a cuenta de puntos como las ventanas de exhibición y los lanzamientos simultaneos en pantalla grande y formato digital ya hemos hablado en nuestra web: ahora recordamos que es un conflicto que tiene pocas visas de resolverse a corto plazo.

En resumen: la promesa de imágenes que se salen de la pantalla fue un cebo para llevar público a las salas hasta este año. Pero, si se cumplen las prediciones de Fitch Ratings, ya ha dejado de serlo. Dado el pobre resultado de proyectos como el de Peter Jackson, cuyo plan de convertir el 'High Frame Rate' en el nuevo estándar de proyección gracias a El Hobbit parece haber muerto antes de nacer, es el momento de que la industria se espabile y vuelva a ofrecer lo que, en última instancia, es lo que buscamos todos cuando vamos al cine: películas que valgan la pena.

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