20 cosas que (probablemente) no sabías de 'Conan el bárbaro'

Hace 30 años, el bárbaro cimmerio apareció por primera vez en una pantalla de cine. Le dedicamos uno de nuestros repasos exhaustivos. Por YAGO GARCÍA
20 cosas que (probablemente) no sabías de 'Conan el bárbaro'
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20 cosas que (probablemente) no sabías de 'Conan el bárbaro'

Una producción épica. Ingentes cantidades de mutilaciones, muertes violentas y serpientes gigantes. El mismo villano que puso su voz a Darth Vader, un remake tirando a infumable (pero que nos recordó la grandeza del original) y un héroe que llegó a ser 'Governator' por sus propios medios. Si estos méritos te parecen pocos para celebrar el 30 aniversario del estreno de Conan el bárbaro, caiga la maldición de Crom sobre ti: el 14 de mayo de 1982, el héroe de Robert E. Howard llenó por primera vez las pantallas de EE UU con sus músculos, encarnado por cierto ex culturista que daría mucho que hablar, así que nosotros conmemoramos la efemeride con uno de nuestros repasos exhaustivos. Salvo el Secreto del Acero, aquí encontrarás todo lo que siempre quisiste saber sobre el hijo de Cimmeria.

Las crónicas ocultas

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El proyecto de hacer un filme sobre las hazañas de Conan no se remonta a la Era Hiboria, pero casi. Robert E. Howard vio publicada su primera historia sobre el personaje en 1932 y el apogeo de su popularidad llegó en los 60 y 70, gracias a los cómics de Roy Thomas para Marvel, así que las intenciones de llevarlo al cine datan, al menos, de 1975, cuando el propio Thomas y el productor Edward Summer escribieron un libreto que nunca vería la luz.

El rescate de un rey

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Se comenta que hicieron falta casi 340.000 euros, al cambio actual y ajustados a la inflación, para que el productor Edward R. Pressman se hiciese con los derechos de Conan. Dado que Robert Howard murió joven y sin hijos, las licencias sobre sus personajes se hallaban en poder de su heredero literario, R. Sprague De Camp, y su agente Edward Lord, quienes eran conscientes de lo suculento que resultaba el bárbaro como fuente de ingresos. Posteriormente, Pressman vendió su opción sobre el personaje a Dino De Laurentiis por una cantidad no especificada.

El ‘surfero’ protohistórico

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Aparte de por sus guiones para Apocalypse Now y Harry el Fuerte (que ya indicaban por dónde iban sus derroteros políticos), el futuro director John Millius era conocido en Hollywood por haber firmado, en 1978, la película sobre surf El gran miércoles. Su fichaje acabó resultando positivo para la película en más de un aspecto: sin ir más lejos, Gerry López, el actor que interpreta a Subotai, era uno de los compañeros con quienes Millius cabalgaba olas en las playas del Big Sur.

Oliver Stone cree que esto es Vietnam

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Con los traumas del conflicto asiático aún frescos, sumido en una etapa muy politoxicómana y sin haber leído ni uno de los relatos de Howard, Oliver Stone se incorporó a Conan el bárbaro como guionista gracias a la fama que El expreso de medianoche le había procurado. Su primera sugerencia: ambientar el filme en el futuro y hacer que Conan se enfrentase a zombies radiactivos. Menos mal que no le hicieron caso…

Al rico potaje hibóreo

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Tras los primeros delirios de Stone, el guión que este firmó al alimón con Millius acabó partiendo de múltiples fuentes. Algunos de sus aspectos, como la larga secuencia de la Torre de la Serpiente, parten de relatos como La torre del elefante y Ladrones en la casa, el personaje de Valeria (la maciza Sandahl Bergman) apareció en la historia Clavos rojos, mientras que el villano Thulsa Doom (James Earl Jones) no es uno de los enemigos titulares de Conan, sino de otro guerrero howardiano: el Rey Kull de Atlantis.

Ron Cobb, diseñador psicodélico

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Firmando el (cuidadísimo) diseño de producción de Conan el bárbaro hallamos un nombre todoterreno donde los haya. Cobb saltó a la fama en los 60 con sus dibujos psicodélicos para portadas de Jefferson Airplane y otros grupos californianos, para después trabajar en filmes como La guerra de las galaxias, Alien y En busca del Arca perdida. Steven Spielberg, fan de su trabajo, contó con él para dirigir E. T. el extraterrestre hasta que, en una decisión que marcaría su carrera, eligió guardarse el proyecto.

Frank Frazetta: bárbaro de los pinceles

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La influencia visual más importante de Conan el bárbaro no llegó de manos de Cobb, sin embargo, sino de este ilustrador de Brooklyn. Con sus pósters, portadas de cómics e ilustraciones para libros, Frazetta (1928-2010) contribuyó a poner de moda la figura del cimerio (y de los guerreros cachas con chica maciza al lado, en general) tanto o más que los relatos originales y los tebeos, y muchos momentos de la película, como la transformación en serpiente de Thulsa Doom, rinden tributo a su trabajo. El cartel de la película, no obstante, no fue obra suya, sino del italiano Renato Cassaro.

“Se busca bárbaro. Razón: aquí”

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En las historias de Howard, Conan es más bien moreno (de pelo y de piel), luce un pecholobo de agárrate y no te menees y su rostro rebosa de astucia y mala leche. De ahí que no nos sorprenda saber que los primeros actores considerados por John Millius fueron Charles Bronson (algo mayor para el papel) y un tal Sylvester Stallone, por entonces en la cresta de la ola gracias a Rocky. No obstante, ‘Sly’ estaba muy ocupado por entonces, y el papel fue a parar a cierto culturista austríaco…

¡Por Crom, es él!

Exacto: por fin ha llegado el momento de mencionar a Arnold Schwarzenegger. Un nombre que, en 1976, no significaba gran cosa para el cinéfilo medio, salvo que este recordase la inenarrable Hércules en Nueva York o siguiera los concursos de Míster Universo. Pero resulta que, ese año, ‘Arnie’ apareció en el documental sobre culturismo Pumping Iron, y en él llamó la atención de Edward Pressman. El contrato firmado por el austríaco le prohibía expresamente participar en filmes de espada y brujería, un género poco cultivado por entonces que el éxito de Conan convertiría en tendencia mundial.

“Trresss trristess tigrresss…”

El mayor problema de Schwarzenegger durante los preparativos de la película no fue su relativa inexperiencia como actor, sino (como estarás imaginando) ese mayestático acento austríaco digno de Rainer Wolfcastle (Los Simpson). Exasperado por su gutural pronunciación, el propio John Millius decidió darle él mismo clases de inglés: nos preguntamos si repetiría en su papel cuando ‘Arnie’ decidió dedicarse a la política…

Exceso de músculos

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Irónicamente, el aspecto de cachocarne que garantizó el papel a Arnold supuso otro inconveniente para la película. Y es que los pectorales de Schwarzenegger estaban tan desarrollados que no le dejaban alzar la espada. Por ello, ‘Arnie’ tuvo que reducir su régimen de ejercicios durante el rodaje, lo que no le libró de los bofetones de Kiyoshi Yamasaki, maestro de armas que le instruyó en la esgrima y que tiene un pequeño papel en el filme.

El misterio del acero

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El atrezo de Conan… fue elaborado con un detallismo cercano a la manía. El mejor ejemplo está en las espadas del protagonista. Ambas fueron fabricadas con métodos artesanales por el herrero Joey Samson, costando la friolera de 350.000 euros cada una. Millius y Ron Cobb llegaron al extremo de escribir un texto que, escrito en runas nórdicas, adorna la hoja de aquella que forja el padre del prota: “Empuña esta espada en nombre de Crom”.  Eso sí, tras tanta preparación, la película comete nada más empezar un error que pondría los pelos de punta a un herrero como Crom manda: si se te ocurre enfriar una hoja recién forjada enterrándola en la nieve, lo más seguro es que esta se quiebre al ser sometida a una temperatura demasiado baja, demasiado rápido.

De Yugoslavia a España

Por cosas de los costes de producción, y porque Italia (país natal del productor) quedaba cerquita, Conan el bárbaro debía haberse rodado en Yugoslavia. Pero resulta que en mayo de 1980, poco antes del inicio oficial del rodaje, murió el dictador Tito, lo cual avivó el miedo a una posible guerra civil en el desaparecido país balcánico. Buscando localizaciones a precio de saldo De Laurentis decidió llevarse su película a España. Además de mostrarnos los paisajes de Almería y la sierra de Madrid, tal ocasión sirvió para que en ella figuraran la diva del destape Nadiuska y un jovencísimo Jorge Sanz, encarnando a la madre del héroe y a un Conan pequeño pero matón, respectivamente.

¡Sangre con vodka!

Además de por la banda sonora de Basil Poledouris, por el manifiesto macarrismo de su trama y por las decapitaciones y mutilaciones, Conan… debería ser considerada la película más metalera de la historia por otra razón: durante la escena del asalto al pueblo cimerio, las bajas temperaturas de Balsaín (Segovia) obligaron a mezclar la sangre falsa con vodka para evitar que esta se congelase. Más heavy, imposible.

“¿Qué es lo mejor de la vida?”

Tras perder a sus padres y ser (por orden) esclavizado, vendido, entrenado como gladiador, desvirgado por una cortesana del país de Khitai y enfrentado en la arena contra rivales que dan mucho miedo, ‘Arnie’-Conan pronuncia sus primeras líneas de diálogo a los 20 minutos de película. Claro que la frase en cuestión es de traca: no podía ser menos tratándose de una paráfrasis del mismísimo Genghis Khan. Como todos nos sabemos el texto de la película, señalemos que la auténtica cita del caudillo mongol fue: “Lo mejor de la vida es derrotar a tus enemigos y perseguirles, despojarles de sus riquezas, ver llorar a sus seres queridos, cabalgar sus monturas y pegar tu vientre a sus hijas y sus esposas”. Más contundente, qué duda cabe, pero menos pegadizo.

Los perros del infierno

Dicen que, por cosas de su atribulada infancia, Genghis Khan tenía miedo a los perros. Lo cual nos viene de perlas para presentar nuestra siguiente anécdota: obligado por imperativos técnicos (básicamente, que no había especialistas tan altos como él) a realizar sus propias escenas de riesgo, Schwarzenegger sufrió un traumatismo en la espalda en la escena en la que huye de unos perros. Dichos canes, a decir de John Millius, eran muy brutos y casi se meriendan vivo al actor, lo cual no libró a Conan el bárbaro de ser calificada como “Inaceptable” por la American Humane Association por maltratar a animales tales como caballos y, claro, serpientes.

“Si no me escuchas, ¡vete al infierno!”

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Interrumpimos nuestra dosis de violencia para centrarnos en un pequeño problema teológico. Porque si, como le dice Conan a Subotai, Crom es un dios que vive en la Tierra y “se ríe de los Cuatro Vientos desde su montaña”, ¿por qué nuestro bárbaro favorito se dirige siempre a su deidad mirando al cielo? Parece una tontería, pero aún hay fans que se lo preguntan… Señalemos, por otra parte, que en la mitología celta, Crom tiene forma de gusano gigante, y habita en una caverna subterránea.

Estreno mundial, en Madrid

Si repasas la información en internet sobre Conan el bárbaro, verás que la fecha de su primera proyección aparece como el 15 de marzo de 1982, y que su lugar es España. ¿A qué se debe esto? Pues a que el estreno mundial del filme tuvo lugar en la gala de los Fotogramas de Plata, los galardones que entrega anualmente nuestra distinguida competencia.

Los críticos la odian

Como tantos otros clásicos de la era del blockbuster (En busca del Arca perdida, La guerra de las galaxias, Los cazafantasmas…), Conan el bárbaro sufrió un antológico baño por parte de la prensa especializada. Mientras que Roger Ebert (quien la calificó como “la fantasía perfecta para un quinceañero alienado”) y Richard Schickel, de la revista Time, la acusaron de ser excesivamente violenta, otros críticos como el venerable Vincent Canby (del New York Times) consideraron que se cortaba mucho, y que no llegaba a los niveles de amoralidad gore de los relatos de Howard. Como suele ocurrir, esto no le impidió hacerse con una recaudación internacional acumulada de 153,4 millones de euros ajustados.

La franquicia que nunca fue

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Esto da mucha rabia, pero hay que decirlo: tal y como fue planeada originalmente, Conan… debería haber sido la primera entrega de una trilogía, que podría haberse prolongado hasta las seis películas de haberse cumplido los planes de Edward Pressman. La segunda entrega, Conan el destructor, se estrenó en 1984 y no le gustó a casi nadie, por blanda y mal dirigida. El guerrero rojo, que incorporaba a la espectacular Red Sonja (Brigitte Nielsen) a la historia, padeció una guerra de derechos que obligó a cambiar el nombre del protagonista por el de Kalidor (uf…). Y en cuanto a Conan el conquistador, la última parte, quedó abandonada cuando, en 1987, ‘Arnie’ se apuntó a Depredador. Vistos los resultados del filme con Jason Momoa, disculpadnos si preferimos quedarnos con nuestros viejos tebeos de Conan Rey...

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