12 cosas que (probablemente) no sabías de 'Los Goonies'

Homenajeamos a la pandilla más intrépida del cine en su 35 aniversario.
12 cosas que (probablemente) no sabías de 'Los Goonies'
12 cosas que (probablemente) no sabías de 'Los Goonies'
12 cosas que (probablemente) no sabías de 'Los Goonies'

Han pasado 35 años, pero ellos siguen tan jóvenes como siempre: sin miedo ni a la banda de los Fratelli ni a los promotores inmobiliarios, siempre dispuestos a seguir los pasos de Chester Copperpot y partir a la búsqueda de Willy el Tuerto y su tesoro pirata. Vamos, que aunque Sean Astin, Josh Brolin, Kerri Green y compañía envejezcan fuera de la pantalla, Los Goonies se conservan de maravilla, gracias a las buenas artes del director Richard Donner (recién expulsado de la franquicia Superman), del guionista Chris Columbus y del productor y autor de la historia original, un tal Steven Spielberg. Para celebrar su aniversario, nosotros les dedicamos este repaso que te llevará desde las playas de Astoria hasta las grutas submarinas más tenebrosas, y aún más allá.

"¡Hostia, un barco!"

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La creación de Los Goonies fue bastante larga, pero también tranquila y carente de anécdotas morbosas. De hecho, el director Richard Donner afirma que sólo tuvo que enfrentarse a un problema gordo: tener el plató lleno de niños a todas horas. Aunque los chavales se portaban bien por lo general, el cineasta tenía que mantenerles centrados y, sobre todo, evitar que se saltasen el guion. Sin ir más lejos, Donner procuró que ninguno de los chavales viese el barco pirata hasta  el rodaje de la escena en la que éste aparece, para así poder captar sus gestos de asombro. Y la cosa salió demasiado bien, porque el jovencísimo Josh Brolin no sólo reaccionó a la revelación quedándose con los ojos como platos, sino también exclamando un contundente "Holy shit!" (algo así como "¡hostia puta!") al ver el buque. Gracias a la mala boca de Josh, hubo que repetir la toma.

Un mapa escrito con sangre

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¿Cuál es el elemento de atrezzo más importante de Los Goonies? Algunos dirán que cierta estatua, pero nosotros sabemos que se trata del mapa que revela la ubicación del tesoro de Willy el Tuerto. Como corresponde a una reliquia pirata, dicho mapa tiene detrás una historia muy morbosa: para que resultara lo bastante añejo a la par que siniestro, el diseñador de producción J. Michael Riva pasó una noche manchándolo con café, con pintura y también con su propia sangre. Por desgracia, el plano acabó hallando un fin más bien poco digno: Jeff Cohen, el actor que interpreta a Gordi, se lo quedó como recuerdo tras el rodaje... y su madre acabó tirándolo a la basura, pensando que sólo era un trozo de papel viejo. A Cohen, que contrajo la varicela durante el rodaje (pero no se lo contó a nadie, temiendo que le despidieran si lo hacía) esto le debió hacer más bien poca gracia.

Halloween en los Muelles de Goon

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El rodaje de Los Goonies acabó dejando un buen recuerdo en Astoria (Oregón), el pueblo donde tiene lugar la película. Y, de rebote, marcó el comienzo de una tradición: la del Monster Bash, una fiesta de disfraces para niños que se celebra desde entonces en el lugar durante la noche de Halloween. En 1983, a fin de evitar disturbios y malos rollos durante la 'noche de brujas', el departamento de parks & recreation del pueblo convocó dicho guateque en sus instalaciones, rematado con una firma de autógrafos a cargo de los protagonistas de la película. El invento funcionó tan bien que todavía sigue teniendo lugar todos los 31 de octubre. Y, si nos dicen que su responsable fue una señorita muy parecida a Amy Poehler, nos lo creemos.

La sangrienta conexión De Niro

Atención, pregunta: ¿qué es lo que une a Los Goonies con el actor de Toro salvaje? Pues atención a la retorcida respuesta: la inigualable Mamá Fratelli y sus hijitos están inspirados en las historias (apócrifas) sobre Kate 'Ma' Barker, un ama de casa cuyos hijos se convirtieron en forajidos durante la Gran Depresión. Y resulta que esas historias inspiraron también Mamá sangrienta (1970), la película de Roger Corman en la que un 'Bobby' desconocidísimo tuvo uno de sus primeros papeles de importancia. En dicho filme también intervenía Scatman Crothers, a quien recordarás por su papel del cocinero Halloran en El resplandor: eso también crea un vínculo interesante, pero no sabemos si plantearlo con tanto niño suelto...

No mojes a Sloth

Durante el rodaje de Los Goonies, Richard Donner las pasó canutas: entre sus estratagemas para mantener a 'sus' niños a raya destacan las de ponerles una profesora de informática (por lo visto, acabaron haciendo maravillas con un Apple II, tope de gama para la época) y pagarles las entradas para un concierto de Michael Jackson, a fin de que dejaran de darle el tostón. Pero, si la producción de la película tuvo una víctima, esa fue John Matuszak, el ex jugador de fútbol americano que interpreta a Sloth. Conocido tanto por su buen carácter como por su vida golfa (que acabó llevándole a la muerte en 1989, con 38 años), este deportista llevaba prótesis faciales complicadísimas, y llenas de componentes electrónicos para permitirle guiñar los ojos. Además de necesitar cinco horas para estar a punto, esta caracterización obligaba a mantener a Matuszak seco en todo momento, para que la circuitería no se estropeara. Y, ¿qué pasaba si ocurría esto último? Pues que había que suspender el plan de rodaje y aplazar todas sus escenas para el día siguiente.

Spielberg se confiesa

La escena en la que un lloroso Gordi rememora sus travesuras frente a Mamá Fratelli es una de las más memorables de la película: con recordar el guiño que se llevó en Juego de tronos, está (casi) todo dicho. Ahora bien, ¿de dónde salieron tantas perversidades? Pues, pese a que algunas fuentes indican lo contrario, todo parece indicar que se trata de gamberradas cometidas por Steven Spielberg cuando era pequeño. En concreto, señalan algunos, el futuro autor de Tiburón habría inventado lo de tirar vómito desde el gallinero de un cine para así hacer que el resto de los espectadores echasen la pota. Ay que ver, con lo buen chico que parecía...

Maquinaria pirata

Ningún reportaje sobre Los Goonies estaría completo sin un repaso a los inventos de Data, ¿verdad? Según la web especializada theGoonies.org, el personaje de Jonathan Ke Quan (el Tapón de Indiana Jones y el templo maldito) utiliza 9 invenciones durante la película, creadas con elementos tales que dentaduras postizas, linternas y un dardo con ventosa, de los que disparan las pistolas de juguete. Ahora bien: en complejidad y tamaño, la palma se la lleva el artilugio que abre la puerta de la casa de Mickey Brand. Las letras "R. Goldberg" escritas bajo la jaula de la gallina son un homenaje a Rube Goldberg, un dibujante americano cuyos diseños de máquinas disparatadas le hicieron ganar un Premio Pulitzer en 1948. Y ver el ingenio en funcionamiento bien merece un supermeneo, ¿que no?

Encuentro de Coreys

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Cuando acudió al casting de Los Goonies, Corey Feldman era un actor infantil con bastante curriculum. Y, durante las audiciones, conoció a otro chaval de su misma edad, pero con menos experiencia, que se llamaba igual que él y que también aspiraba al papel de Bocazas. El nombre de ese chico, que no se llevó el rol, era Corey Haim, y desde 1987 (cuando trabajaron juntos por primera vez, en Jóvenes ocultos), él y Feldman entablaron una amistad que les llevó a actuar juntos en otros filmes, convirtiéndoles en iconos del cine ochentero. Con los años, las adicciones y la pérdida de interés por parte del público, el dúo sufrió una decadencia considerable, de la cual dejó testimonio el reality show The Two Coreys en 2007. Haim, el más frágil de la pareja, falleció en 2010.

Gorilas, sanguijuelas y un pulpo gigante

Como es habitual, Los Goonies tuvo varias escenas eliminadas en el montaje final, y, de entre todas ellas, podemos destacar cuatro. La primera, ambientada en una tienda de comestibles, muestra a Josh Brolin defendiendo a su hermanito y sus amigos contra unos matones, y hubiese explicado por qué el mapa del tesoro aparece roto cuando los protas entran en los subterráneos de Willy el Tuerto. La segunda contó con los servicios del adiestrador de bichos Steven Kutcher, y hubiese mostrado al equipo plagado por un montón de sanguijuelas: por lo visto, rodarla costó lo suyo (los animalitos necesitaron un tanque especial de agua caliente), pero al final también se cayó de la versión estrenada. Otra más, que contaba con un pulpo gigante, desapareció porque el animatronic de turno no daba el pego, pero se llevó una mención (a cargo de Data) en la escena final. Y la última nunca llegó a rodarse, pero era la que más prometía: su lugar estaba previsto durante la persecución de coches, y en ella los policías liberaban accidentalmente a dos gorilas llamados Bonzo el Grande y Señora. 

Un final con fiesta y todo

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A diferencia de muchas películas, Los Goonies se rodó de forma secuencial: comenzando por las primeras escenas, y terminando por el final de la película. Así las cosas, la reunión final en la playa no fue sólo ocasión para un product placement descaradísimo de una cadena de pizzerías, sino también para que los papás y las mamás de algunos actores (como Jeff Cohen) abrazasen a sus retoños frente a la cámara. Pero la cosa no acabó ahí: durante los últimos días en el plató, un Richard Donner hasta los mismísimos de tanto crío observó que sus intérpretes se portaban con él de forma muy distante, incluso borde. ¿Una revuelta en el plató? Peor aún: en realidad, se trataba de una jugarreta tramada por Spielberg. Cuando Donner volvió a su casa de Maui (Hawai) tras el último claquetazo, se encontró con que todo el personal de la película le esperaba allí para celebrar una barbacoa. "Me gustábais más cuando no me dirigíais la palabra", comentó el cineasta tras la sorpresa.

Richard el rancio contra Cindy la borde

Tal vez Richard Donner no soportase a los niños, pero su auténtica ordalía estaba por llegar tras el rodaje de la película. Y es que Spielberg había pensado acompañar el estreno de Los Goonies con dos canciones: la primera, un tema electrofunk titulado Eight Arms to Hold You, aparecía en una escena eliminada, y, aunque llegó a editarse en vinilo, apenas tuvo repercusión. La segunda era Goonies 'R' Good Enough, cantada por Cindi Lauper y agraciada por un videoclip de siete minutos (lleno de estrellas de la lucha libre, incluyendo a André el Gigante) cuya producción fue canela fina. El temperamental director y la no menos temperamental cantante chocaron a lo bestia durante el rodaje de la pieza, y Cindi siempre ha declarado que la canción le parece insoportable.

La secuela que sólo viste en tu consola

Pese a que muchos miembros del reparto (empezando por Sean Astin y Corey Feldman) han declarado que la idea no les hace mucha gracia, Richard Donner declaró en 2014 que la segunda parte de Los Goonies estaba en marcha, con un argumento escrito por Spielberg y con los hijos (en la ficción, claro) de la pandilla original como protagonistas. En espera de recibir más noticias sobre el asunto, nosotros te recordamos que Los Goonies II ya existe, sólo que fue... un videojuego. El programa apareció en 1987 para la Nintendo Entertainment System, y en él la banda trataba de rescatar a una sirena secuestrada por los Fratelli.

Los dibujos que nunca fueron

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En los 80, prácticamente cualquier película de éxito podía convertirse en serie de dibujos animados, sin importar lo poco apta para menores que fuese. Así las cosas, ¿no resulta un poco raro que Los Goonies no recibiera este tratamiento? Pues el caso es que estuvo a punto de recibirlo, aunque fuera llegados ya los 90 y de la mano de Cartoon Network. La serie hubiera rescatado ideas descartadas para la película, y vistos sus primeros diseños tenía buena pinta. Pero algunos miembros del reparto (cuáles, no lo sabemos) pidieron más dinero del esperado en concepto de derechos de imagen, con lo que el proyecto acabó en la papelera.

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