10 historias de David Lynch en los rodajes que certifican que es un genio

Uno de los mayores genios de nuestra época cumple 76 años, muy bien llevados... Y así los demuestra en el set de rodaje.
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Una clase particular de ironía en la que lo muy macabro y lo muy mundano se combinan de tal manera que revelan la perpetua inclusión de lo uno en lo otro. Así define el término lynchiano David Foster Wallace.

David Lynch es un director único del que ya se ha dicho todo, o al menos se ha intentado… Definir o encajar a Lynch en cualquier género, descripción, análisis, biografía o dibujo es un trabajo en vano si el objetivo es llegar a un punto teórico concreto. Si por el contrario, lo único que se pretende es divertirse intentando encajar a Lynch en algún término que pueda ser tangible, entonces adelante, porque es un juego divertidísimo.

De hecho David Foster Wallace se lo pasó maravillosamente intentándolo en su visita al set de Carretera perdida.

En 2019, David Lynch recibía el Oscar honorífico por sus logros artísticos y contribuciones sobresalientes a la industria del cine. Ya era hora. Probablemente no haya ningún otro artista tan completo trabajando en la industria ahora mismo. Un tipo cuyo gran valor es no ponerse ningún límite creativo, parece una tontería esto pero ojalá todos los directores, guionistas o actores tuvieran el valor de ser tan libres como Lynch.

El director que utiliza los sueños para cerrar sus historias. El final de Terciopelo azul, por ejemplo, lo resolvió cuando soñó con tres elementos distintos: una habitación, una americana amarilla con una pistola y una radio. El propio Lynch dice que contar un sueño no garantiza que la otra persona sueñe. Y esto se cumple excepto viendo sus películas.

También es el director que elabora todas sus obras basándose en el concepto más básico de lo que es el misterio: “En la vida real no lo sabes todo. Cuando entras en una habitación y hay personas sentadas, percibes cierta atmósfera y enseguida sabes si tienes que ser prudente con lo que dices, o puedes hablar en alto, o es mejor guardar silencio o mostrarte discreto… lo sabes enseguida. Lo que no sabes es qué sucederá a continuación. En la vida no sabemos qué va a pasar o incluso adónde te llevará una conversación un momento después”.

Y otra de las cosas que también es David Lynch tiene que ver con su comportamiento en el set de rodaje. La forma de dirigir actores, de aplicar las herramientas que le da la meditación para impulsar su creatividad, de aplicar cualquier cosa que ocurra que esté fuera de la planificación, una forma bellísima y a veces perturbadora de improvisar, su suavidad, su aura de luz y su bondad.

Estas son algunas historias de rodaje con las que podemos certificar que Lynch es un maldito genio.

PEINANDO A JACK NANCE

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Estaban comenzando el rodaje de Cabeza borradora y aunque Lynch es un director que tiene siempre muy claro que es lo mejor para su película, nunca deja de invitar al reparto a hacer aportaciones. A la actriz Charlotte Stewart, que interpreta a Mary en la película, le encomendó Lynch la tarea de peinar a Nance antes de la primera escena que rodaban. Ella comenzó a peinarle el pelo hacia atrás en plan frenético. Todos en el equipo comenzaron a carcajearse, claro, era una broma… Sin embargo, cuando Lynch entró y echó un vistazo a Nance dijo: ¡Eso es!. Así que sí, el peinado característico de Henry Spencer que casi funciona como una de las imágenes más míticas de la filmografía de Lynch es fruto de la casualidad y de la faceta del director de Montana a estar abierto a absolutamente todo.

Otro ejemplo también en el rodaje de Cabeza borradora fue la creación de la Mujer del Radiador. Lynch la dibujó mientras estaban en un parón del rodaje, dibujó una mujer menuda, sin más y cuando la miró decidió que era la Mujer del Radiador. “Tenía claro que vivía en el radiador porque dentro se estaba calentito”. Cuando Lynch corrió para averiguar cómo era el radiador que había en la habitación donde rodaban se dio cuenta que tenía una especie de pequeño compartimento donde uno podía meterse a vivir. Lynch dijo: “Yo no me lo podía creer, estas cosas no admiten discusión”.

CONSTRUIR LA MÁSCARA DEL HOMBRE ELEFANTE

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Durante la preproducción a David Lynch quiso encargarse de la máscara que llevaría John Hurt durante toda la película, a pesar de que le aconsejaron que no lo hiciera. Y Lynch construyó algo que parecía una escultura de una figura real, pero era básicamente una máscara.Sin embargo, no había trabajado directamente sobre John Hurt, de modo que era imposible que se acoplara a su cara y saltaba a la vista que no serviría, y eso dejó le dejó devastado.

Al terminar la película Lynch confesó que en ese momento se planteó coger un avión y abandonar la película, tuvo una terrible sensación de fracaso que casi acaba con él. Su problema fue básicamente tener la ilusión de que podía hacerlo todo…Y eso es una parte importantísima de su genialidad, porque Lynch no quiere hacer todo por mantener un control creativo, Lynch lo quiere hacer todo porque le encanta.

RODANDO UN OJO

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El productor de Dune, Dino De Laurentiis, cuenta una anécdota del rodaje que describe la visión del mundo que tiene Lynch.

“Un día estábamos en el desierto de Juárez con doscientos extras con trajes de goma. Muchos se estaban desmayando y contábamos con un gran equipo de rodaje, y habíamos hecho un esfuerzo descomunal para llegar a ese desierto, ¡Y él estaba ocupado filmando un primer plano del ojo de uno de los protagonistas! Le solté: ¡David, eso lo podemos hacer en un plató! ¡Ya que hemos construido todo esto, filmémoslo!”.

En ese momento David fue consciente de que el detalle constituye una parte fundamental en su manera de contar historias, así que desde Dune solo hizo películas que se adaptaran a eso.

LA ESCENA DE LA VIOLACIÓN Y LA BICICLETA ROSA

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La primera escena que se rodó de Terciopelo azul fue la truculenta violación en la que Denis Hopper dialoga con la vagina de Isabella Rossellini. Según cuenta la actriz, esta escena supuso un esfuerzo increíble tanto para ella que no era una actriz muy experimentada como para Hopper que salía de las drogas y estaba aterrado ya que era su oportunidad para volver a la industria… Pues resulta que Lynch se estuvo riendo durante toda la escena de la violación. Rossellini le preguntaba: “David, ¿qué tiene de gracioso? ¿Estamos haciendo algo ridículo?”

El motivo por el que David se reía es esa perturbada ingenuidad del personaje de Hopper. A Lynch le divertía mucho la gente que se obsesionaba y que tenía fetiches tan marcados como los de este personaje. Sencillamente, tras el fracaso de Dune, se estaba divirtiendo como un niño y su intención era transmitirlo a todo el equipo. Siempre se mostraba risueño durante el rodaje y daba vueltas por el plató con una bicicleta rosa con serpentinas en el manillar, y con los bolsillos llenos de M&M’s de cacahuete.

Él diría que su fuente de felicidad era la meditación, pero realmente lo que le hacía estar radiante era el hecho de no ponerse límites creativos.

David Foster Wallace también contaba del rodaje de Carretera Perdida que David Lynch pasaba las horas bebiendo café y meando. Pero no meaba en la caravana, meaba en la calle, en un árbol… dónde sea delante del resto del equipo. Lo hacía tan a menudo que nadie lo veía como algo raro… Igual que ir pedaleando con una bicicleta rosa por el plató.

SUSURROS, COLIBRÍES y FANTASMAS

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Tres ejemplos de cómo David Lynch podría ser considerado, a parte de todo lo demás, un enorme director de actores:

Mädchen Amick cuenta que en una escena de la primera temporada de Twin Peaks, su personaje, Shelly, cuenta algunas cosas íntimas y dolorosas a su jefa, Norma Jennings. “David esperaba que yo adoptara un tono muy profundo. Hicimos unas cuantas tomas, luego se acercó a mí, me puso una mano en el brazo, me miró y suspiró, y cuando se alejó fue como si me hubiera infundido la emoción que pedía la escena. Sin decir una palabra me había dado lo que necesitaba”.

En Carretera perdida Paul Getty tenía que rodar una escena en la que su personaje estaba sentado en casa con sus padres y solo tenía que mirarlos. Después de 17 tomas Paul estaba a punto de llorar, David hizo una pausa para comer y el actor se fue a su caravana hundido. Durante esa pausa Lynch le envió una nota que decía: “Imagina que eres un niño y ves un colibrí zumbando alrededor de la cabeza de tu padre mientras te habla. ¿Qué cara pondría ese niño?”.

También en la primera temporada de Twin Peaks hay una escena con la que James Marshall recuerda la magia con la que Lynch movía la energía a su alrededor: “Lara Flynn Boyle y yo tenemos que besarnos. Pero David no se lo estaba creyendo, y se acercó y habló con Lara, luego me miró y no dijo nada, y volvió a su silla. Lo hizo varias veces, pero seguía sin estar satisfecho, y al final se acercó a mí, se agachó y empezó a cerrar y abrir las manos, y a extender los dedos. No quería decir nada desacertado, pero no nos estaba saliendo, y él abrió y cerró las manos durante unos dos o tres minutos sin decir palabra, luego se levantó y me dijo “Ve a por ello”, y se alejó”.

BOB

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La creación del personaje de Bob es una de las historias más interesantes de la carrera de David Lynch, en cuanto a ese aura suya de improvisar y transformar las casualidades.

El propio Lynch lo ha contado en numerosas ocasiones: “Yo estoy a cuatro patas - no recuerdo por que-, y me llega por detrás una voz de mujer que dice: ‘Frank, no vayas a encerrarte en la habitación’. Frank Silva era el escenógrafo y estaba trajinando por allí. Ella, claro, se lo había dicho en plan de broma pero yo me imaginé a Frank encerrado en la habitación de Laura Palmer y tuve un presentimiento”...

La escena que rodaron consistía en una panorámica lenta del cuarto de Laura Palmer. Las instrucciones que Lynch le dio a Frank fueron que se pusiera a los pies de la cama agachado y agarrando los barrotes mirando hacia la cámara. David no tenía ni idea de por qué le dio esas instrucciones pero el caso es que después en otra escena en la que Sarah Palmer está destrozada por la muerte de su hija, Frank salió sin querer reflejado en el espejo. Y en ese instante nació el personaje de Bob…

LLUEVE. TRAE MANGUERAS

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Provocar lluvia en un rodaje es complicado… Pero más complicado es tener que esconder la lluvia. En Carretera perdida el equipo había ocupado una calle entera y tenían que rodar una escena con especialistas al aire libre, se habían filmado las escenas anteriores y la siguiente debía transcurrir en la misma noche así que no podía llover.

A David le ofrecieron rodar en plató y él respondió: “No. Filmaremos fuera. Conseguid dos mangueras, y buscad a dos chicos y dos chicas guapas. Que estén allí cuando yo llegue”. Lo que hizo Lynch fue hacer que los cuatro chicos jugaran con mangueras mojándose unos a otros, así parecía que el agua de la escena venía de las mangueras y no del cielo.

LA HISTORIA DE LA MASTURBACIÓN DE NAOMI WATTS

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David Lynch descubrió a Naomi Watts. Es una historia preciosa, la típica historia de una actriz que está a punto de tirar la toalla y en el último momento alguien le da la oportunidad más importante de su carrera.

A David Lynch le gusta contar con actores desconocidos y alguién le mandó una foto de Naomi Watts, él vio algo que le gustaba y la llamó. Sin embargo, la primera impresión no fue buena, no era lo que David esperaba. El director quiso verla otra vez y cuando Naomi Watts volvió a una segunda prueba se puso a hablar con alguien que conocía del equipo, se pusieron a hablar y se reían mucho, David vio esta escena de lejos y descubrió una faceta de Naomi que le gustó. A partir de ahí ya todo es historia.

Ella le considera el mejor director y la mejor persona con la que ha trabajado. Pero no siempre ha sido fácil. En Mulholland Drive hay una escena donde Naomi Watts tiene que masturbarse mientras llora de rabia. La actriz estaba aterrada y no quería rodar esa escena, quiso posponerla pero Lynch insistió. Él quería que la cámara percibiera una desesperación furiosa e ímpetu así que acercaba la cámara a Naomi que se quejaba: “¡No puedo hacerlo, David, no puedo!”. Él respondía: “No pasa nada, Naomi” pero dejaba las cámaras rodando. Esto enfurecía a la actriz que acabó, claro, bordando la escena.

LECHE DE VACA Y LAURA DERN

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Inland Empire es, de por sí, una película basada en un experimento casual. Un monólogo que Lynch y Laura Dern improvisaron y del que partió el director para dirigir luego una de sus películas más indescifrables y al mismo tiempo más auténticas de su filmografía.

Y aunque no tiene nada que ver con su comportamiento en el set ni su faceta como genio dirigiendo a actores, David Lynch hizo algo tras el estreno de Inland Empire que merece ser recopilado en este informe. Hizo algo al mismo tiempo loco y generoso.

Se le ocurrió la ide ade conseguir una vaca y un cartel que dijera EL QUESO SALE DE LA LECHE. Después se sentó en el césped de una iglesia en la esquina de Hollywood boulevard con La Brea. A su lado tenía una foto grande de Laura Dern y un cartel que ponía VOTA A LAURA. Allí estuvo el director casi todo un día sentado. No apareció la prensa pero dos tipos le grabaron y el vídeo dio la vuelta al mundo.

UN FUERTE APLAUSO

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Absolutamente todos los actores que trabajan con David Lynch -o todos menos Anthony Hopkins, que intentó que lo echaran en repetidas ocasiones de El hombre elefante- tienen un pensamiento común sobre sus rodajes: “En el plató de David hay mejor ambiente que en ningún otro”.

Una de las cosas que hace David es que cuando se acaba el trabajo de un actor, aunque su papel sea minúsculo, él detiene la producción, reúne a todo el equipo y, según el veterano actor Don Murray, anuncia: “Este es el último día de tal o cual, y me gustaría que le diéramos las gracias y un fuerte aplauso”.

QUE TODO EL MUNDO SEA FELIZ Y QUE HAYA PAZ EN EL MUNDO

Y así deberían acabar todos los textos realizados alrededor de la figura de David Lynch.

**Muchas de las anécdotas se recogen en el libro Espacio para soñar escrito por Kristine Mckenna y el propio Lynch

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