10 capitanes de cine con los que nos embarcaríamos

Seamos realistas: puestos en la situación de hacerse a la mar, ¿te embarcarías con locos de atar como Nemo, Ahab o Wolf Larsen (Edward G. Robinson en El lobo de mar)? Piénsatelo un poco antes de responder, lector: vale que las hazañas de esos señores quedan muy aparentes en una pantalla, pero cuando se trata de izar las velas y surcar las olas a bordo de un barco legendario hacen falta ciertas virtudes para asegurar el bienestar de los pasajeros y la carga (bueno, y también el de la tripulación, que casi se nos olvida).

Pericia marinera por si toca doblar el Cabo de Hornos, conocimientos que permitan ir de una punta a otra del mundo sin despeinarse, mano izquierda para tratar a la siempre levantisca chusma y, sobre todo, arrestos para resolver la situación si la bandera negra de los piratas aparece en el horizonte. Estamos en situación de afirmar que el personaje de Tom Hanks en Capitán Phillips reune esos requisitos, pero como ahora mismo está muy solicitado, hemos elaborado esta lista para ti.

Navegamos con él en... Master and Commander: Al otro lado del mundo (Peter Weir, 2003)

¿Por qué nos inspira confianza? En una época en la que barcos de madera eran tripulados por hombres de hierro, marinos como este (creado por el escritor Patrick O'Brian) eran la piedra angular del poderío naval británico. 'Jack el Afortunado', como le apodan sus hombres, ha derramado tanta sangre sobre la tablazón de su navío HMS Surprise que considera al cascarón como un pariente.

Y sin embargo... Amén de un implacable sentido de la disciplina, Jack Aubrey posee un talante tirando a obsesivo que puede llevarle a las mismísimas islas Galápagos en persecución de un esquivo buque francés. Menos mal que su cirujano jefe, el sereno y científico Maturin (Paul Bettany) siempre está ahí para devolverle el sentido de la realidad. O, al menos, para intentarlo.

Navegamos con él en... El hidalgo de los mares (Raoul Walsh, 1951)

¿Por qué nos inspira confianza? También nacido en una saga literaria (escrita por C. S. Forrester, en este caso) y también combatiente en las Guerras Napoleónicas, Hornbolwer tiene todo el aplomo y la gallardía que uno asocia con el protagonista de Matar a un ruiseñor. Si quieres saber más sobre él, puedes verle con el rostro de Ioan Gruffud (Los Cuatro Fantásticos) en una larga serie de telefilmes (1998-2003)

Y sin embargo... Si el problema de su colega Aubrey es la determinación, el talón de Aquiles de Hornblower es su honor de caballero. Porque vale que el capitán se vea obligado a recapturar un navío que él mismo apresó (es una larga historia) y a cuyo bordo viaja nada menos que la hermana del duque de Wellington (Virginia Mayo), pero otra cosa es que a su tripulación le haga maldita la gracia.

Navegamos con él en... Bandera negra (Pedro Olea, 1986)

¿Por qué nos inspira confianza? Está claro que, lo que es glamour, los barcos mercantes tienen bien poco. Pero, si tuviéramos que enrolarnos en uno, agradeceríamos que su capitán fuese tan razonable y valeroso a la vez como este lobo de mar vasco: su historia está inspirada en la de José Luis Peciña, oficial español condenado a muerte en Nigeria por contrabando de gasóil e indultado posteriormente.

Y sin embargo... La mayor ventaja de navegar con Patxi es que se trata de un tipo corriente, sin ambiciones de heroísmo ni megalomanías peligrosas. Pero esa cualidad puede volverse en su contra cuando (con la connivencia de su mecánico Imanol Arias) su barco se ve envuelto en asuntos turbios.

Navegamos con él en... La caza del Octubre Rojo (John McTiernan, 1990)

¿Por qué nos inspira confianza? Cierren escotillas y alcen el periscopio, lectores: esta vez nos toca embarcarnos en un submarino. Y no en uno cualquiera, sino en el sumergible nuclear más avanzado de la armada soviética, dispuesto a caldear la Guerra Fría con su potencia, su alcance y sus misiles. Si, para colmo, el comandante del artilugio tiene el rostro (y el cerebro) de Sean Connery, a nosotros nos falta tiempo para remojarnos.

Y sin embargo... Quienes dicen que el capitán Ramius es un héroe tienen razón. Lo que desconocen es que dicho heroísmo le capacita para desafiar al Politburó y llevarse a su submarino a dar un garbeo con intenciones poco claras, las cuales podrían desembocar en toda una guerra atómica. Desde tierra firme, un tal Jack Ryan (Alec Baldwin, por primera y última vez) se esfuerza por desentrañar el enigma.

Navegamos con él en... La tormenta perfecta (Wolfgang Petersen, 2000)

¿Por qué nos inspira confianza? No hace falta haber visto Leviathan para saber que la vida de un pescador es dura, durísima. Por ello, puestos a surcar las aguas del Atlántico Norte en pos de la fletanes y bacalaos, bien está hacerlo bajo las órdenes de un veterano lobo de mar cuya desastrosa vida persoal se compensa con un gran conocimiento de su oficio y una percha digna de George Clooney.

Y sin embargo... Seguramente, Billy Tyne jamás habrá leído Moby Dick, pero está clarísimo que es paisano del capitán Ahab. Sólo que, como los tiempos no están para épicas, en lugar de una ballena blanca él persigue los abundantes caladeros de Flemish Cap. Y si tras pescar en ellos tiene que enfrentarse a un desastre meteorológico como el que da título a este filme, pues mala suerte...

Navegamos con él en... Simbad y la princesa (Nathan Juran, 1958)

¿Por qué nos inspira confianza? Según contó la espabilada de Sherezade en sus Mil y una noches, el legendario marinero de Basora se hizo a la mar seis veces. Craso error: esta película nos revela que Simbad viajó una séptima vez, durante la cual desafió a un malvado mago y conoció a con una princesa miniaturizada y al genio de rigor. Un puesto en su tripulación te garantiza un crucero lleno de magia oriental.

Y sin embargo... Viajar con Simbad te garantiza muchas emociones, pero también te convierte en candidato de primera para una muerte temprana. El culpable, como ya estarás imaginando, fue un hechicero llamado Ray Harryhausen, cuyos sortilegios llenaron este filme de cíclopes, dragones, mujeres-serpiente y otras criaturas mortíferas en stop motion. Malo para el héroe y sus amigos, pero muy bueno para el espectador.

Navegamos con él en... El submarino (W. Petersen, 1981)

¿Por qué nos inspira confianza? Pese a su apodo, este oficial de la Kriegsmarine nazi tiene sólo 30 años. Pero sus subordinados tuvieron buenas razones para calzarle el mote: basado en el auténtico marino Heinrich Lehmann-Willenbrock, el capitán del U-96 es un exponente perfecto de los 'Lobos Grises' que aterrorizaron a los buques aliados durante la II Guerra Mundial. Sólo que, lo que es a él, le importa más proteger a sus hombres que hundir cargueros.

Y sin embargo... El Viejo es uno de los oficiales más irreprochables que encontraremos en este informe, pero incluso él tiene un punto débil. Sin entrar en excesivos detalles, dejemos caer que no hay nada más patético que un pez (asesino, pero pez) fuera del agua.

Navegamos con él en... Ulises (Mario Bava, Mario Camerini, 1954)

¿Por qué nos inspira confianza? Estaría bonito no confiar en los recursos del tipo que inventó el Caballo de Troya, ¿no? Tras 10 años de masacre en Asia Menor, al rey de Ítaca le sobran ganas de volver a su hogar junto a su hijo y su señora, aunque para ello tenga que ponerse el Olimpo por montera y resistirse a las tentaciones de Circe (Silvana Mangano).

Y sin embargo... Amén de un señor de escrúpulos difusos, por no decir nulos, Ulises es una máquina andante y navegante de meterse en problemas: que si ahora me cargo a Polifemo y papá Poseidón se cabrea, que si atadme al mástil que quiero oír cantar a las sirenas, que si tal y cual... Y mientras tanto, la pobre Penélope (también la Mangano) venga a tejer y destejer el velo.

Navegamos con ella en... El planeta del tesoro (R. Clements, J. Musker, 2002)

¿Por qué nos inspira confianza? En pro de la paridad de género, no podíamos dejar pasar este informe sin incluir a una capitana. Y, ya que este mes nos hallamos ocupados en desentrañar la historia de la ciencia-ficción de cine, también nos sentimos obligados a incluir a un miembro de una especie alienígena. Mucho más simpática que su contrapartida literaria (el Smollett de Robert Louis Stevenson), Amelia convertirá a Jim Hawkins en un humanoide de provecho, por más que John Silver el Largo insista en llevarle por el mal camino.

Y sin embargo... Tan estirada que parece británica, en vez de felina, Amelia lleva a su tripulación más derecha que el palo mayor de la Hispaniola. Algo que, si bien garantiza travesías tranquilas y disciplinadas, puede convertirse en un acicate para los motines, sobre todo cuando hay botines de por medio.

Navegamos con él en... La saga Piratas del Caribe (2003-2011)

¿Por qué nos inspira confianza? Bueno, confianza, lo que se dice confianza... Dejémoslo en que, si lo que quieres es surcar los mares sin sobresaltos, mejor recurres a oficiales como su archienemigo Norrington. Pero, si tu ambición es convertirte en un desalmado bucanero con una mano en el sable y otra en la botella de ron (o en el seno de una moza de taberna) que se enfrenta a peligros sobrenaturales sin perder su cínica chispa, entonces Jack es tu hombre. ¡Ho, ho, ho!

Y sin embargo... Reconozcámoslo: el historial de Sparrow no es precisamente intachable. Algo tendrá su forma de dirigir a las tripulaciones que le lleva, casi indefectiblemente, a ser abandonado por estas, bien en la isla desierta de turno (reza porque en ella halla contrabandistas, o en todo caso tortugas), bien en el mismísimo reino de Davy Jones. Minucias, en todo caso, para un pirata que siempre respeta el Código. Bueno, casi siempre.

Más noticias de cine, próximos estrenos y series de televisión en CINEMANÍA.