CINEMANÍA nº297

Charlize Theron
CINEMANÍA nº297
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TEMPUS FUGIT1 “90 MINUTI SON MOLTO LONGO”. La escena se repite todos los días en miles de hogares. El campo de batalla lo conforman butacas, sofás, literas, catres y los dos lados de la cama en todo el mundo. Siempre la misma mecánica perversa: la ilusión del sagrado momento del día para relajarse frente a la pantalla, emponzoñada ante la disyuntiva: ¿Qué ver? Se empieza con ilusión, más allá del zapping por cadenas tradicionales, recorriendo de arriba abajo y de izquierda a derecha las plataformas. Una mezcla de ansiedad y frustración se apodera de nosotros… ¿Cuánto tiempo podemos perder con esta operación? La duración no determina la calidad de una obra, pero en estos tiempos de oferta desmedida, nos condiciona más que nunca. En el caso del cine es aún peor. Las series, píldoras manejables, han ganado la batalla de la comodidad, por eso es tan necesario una lista de películas que podamos encajar en el tráfico de nuestro ocio. Reconozcámoslo, ¿quién no ha dado un respingo de íntima satisfacción al saber que la película que iba a ver duraba menos de 90 minutos?

2 ES LA HORA. Ahora que vislumbramos nuestro regreso a los cines tras el confinamiento, rendimos homenaje a todas esas películas con escenas en un cine. De entre todos esos cines dentro del cine siempre recuerdo el de una película injustamente tratada y, si no maldita, sí con muy mala suerte. En la sección oficial del festival de Cannes de 1989 coincidieron, extraño caso, dos filmes del mismo país, Italia, y sobre el mismo tema: un clásico algo manido, pero evocador, como Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore, y Splendor, una pequeña película de Ettore Scola en blanco y negro, con Marcello Mastroianni y Massimo Troisi, rodada en el pueblo de Arpino, al este de Roma, que narraba en flashback la historia sentimental de un viejo cine, el Splendor. El fenómeno de Totò, de los besos recortados y de la banda sonora morriconiana del filme de Tornatore, que ganó el Gran Premio del Jurado en Cannes y comenzó una carrera que le llevó hasta el Oscar y la consagración universal, dejó en el olvido a la terrenal Splendor, con un Mastroianni cercano, primoroso, y un Troisi, el cinéfilo de pueblo convertido en proyeccionista, magnífico. Es justo rescatarla de aquel maleficio. Porque hubo más. Aquella pareja protagonista rodó ese mismo año en pocos días otra película a las órdenes de Scola: ¿Qué hora es?, otra estupenda película de personajes, en la que un joven que hace la mili en Civitavecchia pasa un día de permiso junto a su padre. Splendor se estrenó en mayo de 1989, ¿Qué hora es? en septiembre, en Venecia, donde Mastroianni y Troisi ganaron la Copa Volpi. Otra palada de tierra sobre Splendor. Colmo de colmos, en ese filme que sucede en un día, con padre e hijo de charla paseando, de compras, en bares y restaurantes, ambos acaban entrando a ver una película en una sala en la que proyectan Rain Man y la italiana Mortacci. Troisi y Mastroianni salen tristones, el día se les acaba. Aquel cine en la galería Garibaldi de Civitavecchia es hoy una sala de bingo.

3 INMORTAL. Había hecho otros papeles físicos, pero Mad Max: Furia en la carretera fue un hito. Aquella película saturada de color para diferenciarla de otros filmes apocalípticos fue un punto de inflexión en la ya exitosa carerra de Charlize Theron. Alineados todos con el espíritu de Imperator Furiosa, Theron le partió la nariz de un golpe involuntario a ese Tom Hardy que había sido un dolor de cabeza para el equipo durante el rodaje, y George Miller escogió a la montadora Margaret Sixel (su esposa) para editarla: “¿Por qué yo, si no he montado nunca películas de este tipo?”. Si lo hiciese un tío, se parecería a cualquier película de acción. De aquel filme, uno de los mejores de la década pasada, salió una Theron empoderada, concienciada con el cambio de paradigma en los personajes femeninos y el papel de la mujer en el cine, un camino en el que queda mucho por recorrer. Por si acaso, ella ha emprendido la marcha y ahí sigue, en la senda que pasa por nuestra portada. Por cierto, Charlize Theron no aparece (excepto La familia Addams, donde ponía voz a Morticia) en una sola película que dure menos de 90 minutos. Tratándose de ella, haremos una excepción con las dos horas que, como su Mad Max, dura La vieja guardia. No parece tanto para retratar la inmortalidad.

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