CINEMANÍA nº294

Un lugar tranquilo 2
CINEMANÍA nº294
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ATERRORIZA, QUE NO ES POCO1 FANTASMAS. El susto que se llevaron los incautos del Salón Indien del Gran Café de París al ver a toda aquella gente moviéndose sobre la pantalla (acaso una sábana) en La salida de los obreros de la fábrica Lumière fue quizá involuntario. Pero, en la práctica, las primeras películas fueron de terror. Todas. Tal vez no en la intención de los hermanos Lumière, pero sí en el recibimiento del público en su primera proyección. Aquellos trabajadores de Lyon regresando a casa no provocaban tanto miedo como sorpresa, pero el pánico de La llegada del tren a la estación de La Ciotat fue de aúpa. Y, sin embargo, los espectadores salieron de aquel sótano en el Bulevar de las Capuchinas con ganas de repetir, de volver con la familia entera y de contárselo a todos los que por allí paseaban el 28 de diciembre de 1895.

Desde entonces, han evolucionado las tramas, los temas, los tópicos y los sustos. Todo se ha enrevesado un poquito más (aunque ya se busque volver a los orígenes del terror con impactos más puros), pero la pulsión sigue siendo la misma: la atracción por la adrenalina en la oscuridad es eterna. Como lo es la capacidad de la realidad, la que captaban del natural Louis y Auguste Lumière y otros pioneros, para destapar el miedo. Nada circula tan rápido ni se propaga a mayor velocidad que el pánico, lo volvemos a ver en tiempos de películas de zombies, de series sobre la devastación ecológica y de amenazas de pandemias reales como el coronavirus. Y esa irrealidad terrorífica de la realidad primero filmada y luego proyectada, a la que Julián Marías llamó ‘fantasmagoría’, es la que nos sigue dando motivos para pellizcarnos y comprobar que resistimos al miedo. Sobrevivimos entre fantasmas de cine, reflejados en sus propias sábanas. Nuestros terrores favoritos siguen dentro de nosotros y sostienen el género más antiguo del mundo.

2 KIRK. Siempre fue ‘El del hoyito’. Soy de la última generación que vivió con normalidad el diálogo entre las películas del pasado y las del presente en las salas. Los reestrenos, los cines de barrio y las sesiones dobles (y continuas) hacían posible una curiosa convivencia entre películas de distintas épocas, que permitían que el mismo día uno pudiera ver el estreno de El final de la cuenta atrás en un cine del Paseo de Gracia y la reposición de Espartaco en el Paralelo barcelonés. Kirk Douglas en estéreo (otro concepto inútil: ya todo es, como mínimo, estéreo). Hoy, con los tráilers elevados a obras escrutables y hechos noticiosos, con las trilogías rodándose a la vez, con las temporadas de series programadas por algoritmos, parece que vivamos solo la ansiedad del cine del futuro. Ni presente ni pasado. Sin embargo, a veces surge el milagro: Sam Mendes nos devolvió en 1917 a las trincheras de Senderos de gloria (prohibida en España hasta 1986 por su bofetada a los ejércitos) y con esa imagen nos topamos con la muerte de un mito del cine: para el chaval impresionable que fui, pocas imágenes superan la escena de la crucifixión del hombre que liberó a los esclavos. Douglas representa un tipo de actor y productor cuyo compromiso estuvo siempre vinculado a su obra y no a sus declaraciones. La fama de cabronazo egocéntrico le acompaña pero sus ideales se plasmaron en la parte de sí mismo que legó a todos los públicos: las películas.

3 CUERDA PARA RATO. Siempre fui más de Fendetestas y de casarme en Soria que de Teodoro y de la chispa del gran Jimmy, padre en el sidecar y hombre en la cama. Pero, aunque nunca memoricé diálogos de Amanece, que no es poco, siempre gusté de transitar ese territorio, que linda al sur con La Mancha y al norte con el esperpento valleinclanesco, como un oasis, como una joya de nuestra cultura. Este mes que comienzan los picores académicos de las chicas y chicos del preu, que hay que buscar con nuestra Guía escuelas de cine en las que se formarán nuestras futuras generaciones, es momento de reivindicar una cátedra universal José Luis Cuerda. Recogiendo parte del humor de la generación perdida (la otra generación del 27) del humor de La Codorniz y revisitando el cine coral a mayor gloria del actor de reparto español (copyright), el genio de Albacete ha creado escuela, con discípulos y mecenazgos en el humor absurdo, en la comedia chanante y en la cultura cinematográfica. Seguirá amaneciendo todos los días.

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