CINEMANÍA nº264

ESPECIAL 100 SERIES
CINEMANÍA nº264
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EL MUNDO DE SIMON

1 JIMMY. Siempre pensé que las historias de periodistas sólo nos interesaban a los periodistas. David Simon demostró que me equivocaba. El 28 de septiembre de 1980, el Washington Post publicó la historia del pequeño Jimmy, un reportaje de su periodista Janet Cooke titulado Jimmy’s World sobre un niño de ocho años adicto a la heroína desde que tenía cinco. La periodista relató el drama de aquel chaval, hijo de una heroinómana, criado en un ambiente sórdido e iniciado en la droga por el compañero de su madre. Las descripciones dickensianas de sus brazos pinchados y de la ilusión del crío por llegar a ser un traficante de mayor conmocionaron a la opinión pública y obligaron al alcalde de la capital federal a abrir una investigación para encontrar a Jimmy y solventar una crisis que puso a la ciudad en la picota.

Meses después, Janet Cooke ganó el premio Pulitzer de 1981 con su artículo, pero Jimmy seguía sin aparecer. Nadie en Washington tenía pista alguna sobre su paradero. A los dos días de recoger el galardón más prestigioso del periodismo y ante las contradicciones y la falta de pruebas del artículo, la redactora del Post (el diario que destapó el Watergate, el de los héroes de Todos los hombres del presidente) renunció al Pulitzer y reconoció que se había inventado a Jimmy. El niño heroinómano, dijo, era un recurso de ficción para alertar sobre la realidad de las drogas.

Un poco más al norte, en la capital de Maryland, las cuitas con las drogas siguieron empeorando. Reportero de sucesos del Baltimore Sun hasta que “unos hijos de puta compraron el periódico”, David Simon (Washington, 1960) hizo todo lo contrario que Cooke: dejó la prensa, escribió sus historias en dos libros (La esquina y Homicidio) y sus denuncias acabaron convirtiéndose en series. Así surgió The Wire, la mejor serie de todos los tiempos. De la realidad a la ficción.

2 ¿TV? A pesar de que la audiencia le dio la espalda, HBO respaldó The Wire en su apuesta por la calidad. Reparto coral sin grandes nombres, capítulos anticlimáticos, dureza en el tratamiento de la vida en la calle… Sin ínfulas, The Wire aspiraba a mostrar la realidad, pero en su esfuerzo para llevar el periodismo a la ficción, David Simon quería también combatir el problema y cambiar la sociedad con su serie. De una forma u otra, lo logró. Era complicado que aquella serie funcionase, pero algo había cambiado desde que HBO estrenó Los Soprano (en poderosa terna con Sexo en NY y A dos metros bajo tierra) en el inicio de lo que entonces, sin saber la que se nos venía encima, llamábamos “La edad de oro de la TV”. ¿Televisión? Algo cambió desde que los espectadores veían lo que HBO les ofrecía sin dudar. No veían la tele, veían HBO. Con el triunfo del eslogan “It’s not TV, It’s HBO” empezó una nueva forma de consumir ficción que la tecnología ha llevado al extremo. Las series dejaron de ser sólo televisión hace tiempo, igual que el cine dejó de verse sólo en salas.

3 ADICTOS. Han entrado a saco en nuestras vidas. Su receta del éxito incide en nuestras costumbres, apela a nuestra comodidad. Están hechas para ser vistas en cualquier pantalla, móviles incluidos, a cualquier hora en cualquier lugar. Y por un precio ajustado (de la lacra de la piratería ni hablamos). Las series han invadido el ocio en casa. Por su duración: si hay que madrugar al día siguiente, los 45-50 minutos de un capítulo facilitan las cosas. Y el contenido es tan variado que satisface a múltiples nichos de audiencia. Además, la serialidad provoca que nos parezca raro no compartir más tiempo con nuestros héroes: ¿una sola película? ¿Esperar meses o años por una secuela? Ya podemos exprimir esa relación placentera durante temporadas.

El triunfo nos arrasa a todos. Desde CINEMANÍA, la revista que con más criterio y entusiasmo se vuelca con las series, queremos dedicar una de nuestras (ya míticas) portadas a las 100 mejores de la historia. Nos gustan las listas. Y también las series. Pero, ojo, esta es una lista trampa. La adicción es real, no somos Jimmy. Vemos series por encima de nuestras posibilidades (aquí los primeros). No nos gustaría que estallase la burbuja con nosotros dentro: por eso ahí va esta lista de imprescindibles, un mapa para no perderse. De paso, entre gratos estrenos de cine en septiembre, con escenarios, estilos y temas propios del largometraje, recordamos que, lejos de la comodidad, toda una cultura vinculada al cine concebido como tal sigue mereciendo mucho la pena. Vivan las series, viva el cine.

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