CINEMANÍA nº 235

Cate Blanchett, la madrastra de 'Cenicienta'
CINEMANÍA nº 235
CINEMANÍA nº 235
CINEMANÍA nº 235

DIRECTOR´S CUT: La extraña familia

1. MADRASTRA.  Soy de esos, sí. Cuando soy malo, soy peor. Un desastre absoluto. Y lo mismo le pasa al resto de mi familia cinemaníaca, unos buenazos de tomo y lomo, unos trozos de pan, casi mendrugos. Pero no somos gilipollas: sabemos reconocer una villanía cuando la vemos e incluso, como el Fernán Gómez y sus leggins años 50 de El malvado Carabel, estamos hartos de que nos tomen por el pito de un sereno. Nos entran muchas ganas de ser malos, muy malos para liarla parda. Queremos ser temibles, inolvidables, pero no sabemos. Eso sí, un día vamos a estallar y ya verás, ya. Tanto aguantar, para nada. Somos como cenicientas, pero sin final de cuento de hadas a nuestro alrededor; las infantas imputadas, los principados de Andorra rescatados y las grandes de España candidatas a alcaldías no cuentan. Por eso mismo siempre estamos dispuestos a reconocer el mérito de un buen malvado de película. Por eso, qué demonios, de entre los malos malísimos habidos y por haber quisimos rescatar a uno de los menos reconocidos. Nos atrevemos a ser los primeros en ofrecer nuestra portada a la madrastra, esa villana como de mesa camilla, que desde el principio sabes que no se va a salir con la suya. Una mala de andar por casa, sin sable ni esbirro (las hermanastras no cuentan) ni recortada, que ya no da miedo ni a los niños. Aunque puede que nuestro homenaje a la mala de Cenicienta no fuese posible si su lugar no lo ocupase Cate Blanchett, pura elegancia, presencia sublime capaz de ponerse seria para denunciar el sexismo en el tratamiento informativo de las alfombras rojas del universo cinematográfico. Un lujo de mala. Salvemos a la madrastra (Free Stepmother!), dignifiquemos el mal para mejorar el espectáculo, démonos un paseo por el lado oscuro, quizá la única manera que le queda a la buena de Cenicienta y sus cuitas de hacerse respetar.

2. PADRINO. Hubo algo peor que Sofia Coppola en El padrino III (ya que estamos con los villanos, no hay mal que por bien no venga: perdimos una actriz desastrosa, ganamos una cineasta interesantísima), el epílogo de una saga que acaba de cumplir 25 años. Somos muchos los que nunca perdonaremos a Francis Ford Coppola el haber matado a Tom Hagen y no llegar a un acuerdo con Robert Duvall. A pesar de todo, nos solazamos con la sagrada redención de Michael Corleone, otro malvado que nos enamora, como su padre Don Vito, dos de los malvados que mejor justifican esa extraña adicción de los mortales, y más si somos un poquito filfas, por la maldad. En esta cruzada nuestra del mes para enfrentar la bondad con la felonía, este discutido clásico nos da la razón: nadie acaba de ponerse de acuerdo. ¿El padrino III es buena o es mala? ¡El debate perfecto! ¡La ambigüedad fetén!

3. BASTARDO. Si eres de los que piensa que Don Draper es un auténtico hijo de p***, desde todos los puntos de vista, has acertado. Es NUESTRO hijo de p***. Pero pese a sus vaivenes con las féminas a causa de una infancia difícil con madre meretriz, y de que la extraordinaria Mad Men llega a su final, nuestra extraña familia se completa con otro bastardo, éste sí homologado: Jon Nieve, uno de los grandes protagonistas de Juego de tronos, la serie que llega a su quinta temporada con esa virtud de mezclar lo heroico con lo malvado, siguiendo a rajatabla nuestra doctrina Carabel. El personaje interpretado por Kit Harington, hijo del patriarca de Invernalia Ned Stark, es un valiente que tiene que ganarse su status: incluso cuando se convierte en uno de los Guardianes de la Noche, pasa por un periodo de humillación, como sirviente en el Muro.

Él es la cenicienta de Juego de tronos. Él es la esperanza, y no me digáis por qué pero yo lo veo unido a Daenerys Targaryen. Para chico cenicienta, no obstante, ya tenemos a Jerry Lewis, otro genio que confundía el bien y el mal en esa obra maestra que fue El profesor chiflado. Un maestro de la comedia al que tardaron en tomar en serio. Él, sin embargo, ya lo tenía muy claro: en El Ceniciento (y su genial título original Cinderfella), sabía que tenía una cosa muy seria entre manos. Por eso le pidió al mitiquísimo pintor Norman Rockwell que se encargase de diseñar los carteles de la película. Así, todo estaba a la altura de la madrastra temible que interpretó Judith Anderson. Un respeto a los villanos, por favor, a ver si nos vamos a enfadar de verdad.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento