Cinemanía nº 221

La guerra por amor al arte de 'Monuments Men'.
Cinemanía nº 221
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Cinemanía nº 221

La guerra por amor al arte de 'Monuments Men'.

DIRECTOR´S CUT: El arte de la guerra

1. ¡A LA NEVERA! Será una tontería, pero siempre me he preguntado por qué dos de las mejores películas bélicas de la historia, subgénero campo de prisioneros, llevan por título dos de las más precisas definiciones del cine. La gran ilusión, de Jean Renoir, y La gran evasión, de John Sturges, no pueden coincidir (en todos los idiomas, además) por casualidad. Las obras maestras son así. Parafraseando a Clausewitz, algún cursi o algún Kissinger de la vida dijo que el deporte era la continuación de la guerra por otros medios. Mentira. Sólo el cine es capaz de continuar la guerra, retratándola, reinventándola: quizá la única manera que tenemos los que jamás hemos visto de cerca un conflicto armado de sentirlo. Incluso aunque nos hagan creer que el héroe de la moto guarda un guante de béisbol para no perder la cabeza cada vez que lo encierran en una celda helada, es el cine el que ha creado, y sigue modelando, nuestra imagen colectiva del campo de batalla. Una mentira (una ilusión, una evasión) como otra cualquiera que nos permite seguir creyendo que incluso entre la miseria humana más profunda hay esperanza.

2. GUERRA TOTAL. Clint Eastwood lideraría una banda para atracar un banco en cualquier parte, la calva de Telly Savalas reluciría igual; pero Los violentos de Kelly no habría sido lo mismo sin el tanque de Donald Sutherland en ese pueblo de la Francia ocupada. A Sam Fuller le gustaba retratar los márgenes más violentos desde muy cerca: la ética que Lee Marvin va orillando en su camino hasta Alemania se topa de bruces con el horror en ese final brumoso de Uno rojo, división de choque. A John Huston no le gustaba el fútbol. Nada, niente, cero. No sabía ni quién era Pelé. Disimuló muy bien, pero jamás habría dirigido Evasión o victoria si no fuese una aventura ambientada en un stalag nazi. La II GM fue la última guerra en la que pudimos aceptar la existencia de buenos y malos. Así nos lo contó el cine y así ha pasado a la historia. Luego llegaron las guerras estratégicas de los gendarmes del mundo y nos topamos de bruces con otra realidad, con otro cine. Igual que Spielberg hizo Salvar al soldado Ryan para acercarse a su padre, George Clooney ha dirigido Monuments Men para llegar al público: quizá la idealización artística de la II GM no se ajuste a la verdad y perpetúe medias mentiras, pero ha dejado un buen puñado de películas inolvidables.

3. THE THIN RED LINE. Empezamos por los (no) violentos de Clooney en Monuments Men, y en el mes de las nominaciones al Oscar lo enlazamos con la última estatuílla que ganó Spielberg, 15 años ha, con su soldado Ryan; seguimos por Tom Hanks, protagonista de aquella película mítica; y terminamos enlazándolo con el otro soldado Ryan, el marine metido a agente de la CIA, Jack Ryan. ¿Casualidad? ¡Ja! Como Renoir, como Sturges, también las grandes revistas encuentran su delgada línea roja.

P.D. Me voy a dar el gustazo de flirtear con un spoiler para celebrar que cumplo seis años como director de CINEMANÍA. Sin pasarme. A estas alturas ya no es un secreto que la revista (LIFE, d.e.p.) en la que trabaja Ben Stiller como nuevo Walter Mitty prepara una portada muy especial. En nuestro horizonte aparece siempre un nuevo número, una próxima portada, siempre mejor que las anteriores. No hay hueco para sus fotos, pero en el espíritu de todas ellas está el talento mittyesco de quienes la hacen posible: los mismos que salimos a pelear juntos todos los meses por sacarla adelante. Va por mis compañeros, unos fenómenos. Un año más.

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