Cinemanía nº 207

La vida de Pi y el mejor cine de 2013
Cinemanía nº 207
Cinemanía nº 207
Cinemanía nº 207

LA VIDA DE PI: EL AÑO DEL TIGRE

Director´s Cut: Chocolatinas en sesión continua

1. TIGRETÓN. El pastelito mentiroso (¿qué tenía aquel bizcocho chocolatero que ver con un felino?) que solía comprar en el surtídisimo ambigú del barcelonés cine Alexandra de chaval (no en todos los cines había bonys, bucaneros y tigretones) fue una de las tres primeras cosas que imaginé cuando oí hablar de La vida de Pi y los cinemaníacos empezamos a vislumbrar que podría ser la película de 2013. Las otras dos fueron Oscar (de la Academia) y Sandokán. Porque una cosa lleva a la otra. O, al decir de Manuel Manquiña en Airbag: “como te digo lo uno, te digo lo otro”. Tal vez por eso, la lista de las películas que van a arrastrarnos al cine el año que viene me recuerda a una queja que deriva en conversación (a veces en reyerta tabernaria) muy común en estos días de crisis, de caídas de espectadores, de subidas del IVA y de montarse el cine en casa: “Entre las gafas de marras, las palomitas y los refrescos de los niños, y no te digo nada como se te ocurra ir a tomar algo al salir… El cine está carísimo”. Me entran los siete males. Menos mal que no me mentan el coste del parking, la gasolina y el desgaste del coche, porque entonces llevaría al extremo la filosofía Manquiña hasta llegar irracionalmente al capítulo “Hondonadas de hostias”.

2. TOBLERONE. Dejando al margen esa impúdica teoría personal que defiende que el cine no es caro, sino sólo algunas películas (las malas); tomemos Lo imposible como ejemplo. Algo a lo que han tenido acceso casi 6 millones de españoles, que han dedicado una media de unos 8 euros para obtener a cambio dos horas largas de ocio, no puede ser caro. ¿Y el 3D? Esos 2 o 3 euros más, según lleves las gafas de casa o no, pueden variar en algo la perspectiva, sobre todo si el resultado no es lo que se promete. No es el caso de La vida de Pi, de irreprochable uso de la tercera dimensión, que entronca con la mejor tradición del cine espectáculo como la trilogía de El hobbit, otro de los fenómenos que se van a notar en 2013. Sumar a la aventura del cine en pantalla grande la comida, la bebida y hasta las compras en el centro comercial que alberga las salas puede completar la experiencia, a gustos, pero no es imputable al coste de la película. Porque se puede (incluso sería recomendable, sin ser talibanes) disfrutar del cine sin añadidos ni extras, en ocasiones muy molestos a los demás. Y porque cuando estoy en casa, no llevo la cuenta de lo que consumo mientras veo la tele. Que igual nos llevábamos alguna sorpresa. Ojo que esto lo dice alguien que sólo come Toblerone cuando va al cine. Es más, aparte de los aeropuertos (pero en tamaño King Size), juraría que jamás ha visto a nadie comer uno, ni siquiera el rastro piramidal de su envoltorio, fuera de un cine. Y tampoco es plan perderse eso.

3. M&M’S. En realidad, en mis tiempos éramos de Smarties (los pijos) o de Conguitos (los cañís), pero ya puestos, el réquiem por el Toblerone me lleva a repasar la figura de Hugh Jackman (otro crack para 2013) en clave de los chocolates que nos gusta comer en el cine. Y lo veo claro: Mutante y Miserable, M&M, con cacahuete o sin él. Y entonces me embalo, y recuerdo las chocolatinas rellenas, o aquellos doblones en cilindro rojo de Nestlé, y me planteo que incluso comprando chocolatinas las buenas películas siguen siendo baratísimas y 2013 un año perfecto para que el fin de la crisis nos pille en un cine.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento