¿Por qué nos gusta? Basta con mostrar las estilizadas líneas de esta astronave para que más de un fan se sienta tentado por el Reverso Tenebroso: no en vano es uno de los emblemas de las precuelas. Pero admitamos que su diseño es muy elegante y que, además, lleva a Natalie Portman dentro: un respeto.
¿Por qué nos gusta? Su diseño es algo tosco, y de su velocidad punta qué vamos a decir (si hubiera sido más rápida, otro Porg hubiera cantado). Entonces, ¿por qué esta corbeta corelliana tiene un lugar reservado en el corazón de los fans? Pues porque fue la primera astronave que apareció en la Star Wars de 1977... y también la última que vimos en Rogue One, huyendo de la Flota Imperial al completo y llevando en su interior a cierta princesa y dos droides.
¿Por qué nos gusta? Según el canon de la saga, los cruceros Mon Calamari fueron los buques más potentes de la Alianza Rebelde. Pero, con el debido respeto al Almirante Ackbar, la silueta de dichos navíos nos recuerda demasiado a una patata temprana: en vez de ellos, escogemos a estas máquinas cuya imagen siempre nos recordará a la reunión final de la flota en El Imperio contraataca.
¿Por qué nos gusta? Si George Lucas procuró llenar la trilogía original con armatostes estropeados por el uso, las astronaves que aparecieron en las precuelas se caracterizaron por sus finas líneas y sus brillantes colores. Estos aparatos son, seguramente, el ejemplo definitivo de este cambio estilístico.
¿Por qué nos gusta? Este cazabombardero, que debutó en El retorno del Jedi, es el armatoste más raro que jamás voló en la flota rebelde. Si bien su perfil (¿alguien sabría decirnos cuál es la parte de arriba?) causó muchos problemas al equipo de efectos especiales, a nosotros nos encanta precisamente por lo extraño que resulta.
¿Por qué nos gusta? Este caza espacial autotripulado (la versión galáctica de un drone) parece poca cosa. Y ahí reside su poder: sólo tenemos que recordar lo mal que Anakin Skywalker y Obi-Wan Kenobi lo pasaban luchando contra estos aparatos en La venganza de los Sith para saber que subestimarlo es muy peligroso.
¿Por qué nos gusta? El patito feo de la Alianza Rebelde. Ni tan glamuroso como el Ala-X, ni tan innovador como el Ala-B, ni tan rápido como el Ala-A, este bombardero lleva pidiendo a gritos una reivindicación desde que vimos a sus unidades cayendo como moscas durante el asalto a la primera Estrella de la Muerte, mientras ese espabilado de Luke Skywalker se llevaba toda la gloria.
¿Por qué nos gusta? Si vas a tener a Christopher Lee como lord del Sith en tu película, qué menos que darle una nave a la altura de su leyenda. Esta embarcación de lujo propiedad del Conde Dooku tal vez ande un poco justa de sentido práctico (si funciona con energía solar, ¿cómo se las apaña cuando no hay ninguna estrella cerca?) pero a estilosa no la gana nadie.
¿Por qué nos gusta? Según el canon de la saga, las naves imperiales por excelencia fueron diseñadas para resultar baratas y rápidas de construir, supliendo con su gran número la elevada cantidad de bajas fruto de su chapucero diseño. Y, efectivamente, llevamos ya cuatro películas (cinco, cuando se estrene Los últimos Jedi) viéndolas caer como moscas galácticas a manos de los buenos.
¿Por qué nos gusta? De diseño sencillo, pero estilizado, las naves pesadas del Imperio llevan desde 1977 siendo sinónimo de mal rollo para los sistemas libres de la Galaxia. Ahora bien: ni su potencia de fuego ni la miríada de cazas TIE que carga en su interior pueden evitar que un piloto espabilado (es decir, Han Solo) se la dé con queso en cualquier persecución. Por otra parte, El despertar de la Fuerza nos demostró que sus restos calcinados forman un habitáculo muy confortab
¿Por qué nos gusta? No esperes más: aquí tienes la única e irrepetible nave de Boba Fett, un diseño extremadamente original (recordemos que vuela con la cola hacia arriba) que lleva metiéndonos el miedo en el cuerpo desde que la vimos por primera vez, saliendo de la escotilla de residuos de un destructor imperial. Si algún día la ves siguiendo tu estela, puedes apostar a que acabarás convertido en un rico polo de carbonita.
¿Por qué nos gusta? Eres el Señor Oscuro de la Galaxia, discípulo de la tenebrosa orden Sith y mano derecha del Emperador. ¿Te vas a conformar con uno de esos mugrientos cazas que pilotan tus subordinados? ¡Por supuesto que no! En la batalla de Yavin IV, Lord Vader combatió pilotando esta versión más robusta y veloz del caza imperial de toda la vida.
¿Por qué nos gusta? Dejemos de buscarle una lógica a su diseño: esas alas son innecesarias para volar en un entorno sin aire, y no tienen otro objeto que homenajear a esas películas de aviadores que tanto le gustan a 'tío George'. Quedémonos, en su lugar, con que el caza más popular de la Alianza es un vehículo práctico y amanoso, ideal tanto para destruir estaciones de combate como para viajar a Dagobah en busca de la iluminación Jedi. Sumemos a ello su cómodo compartimento para transportar a tu unidad R2, y entenderemos por qué la Resistencia sigue empleándolo.
¿Por qué nos gusta? Venga, admítelo, que no pasa nada: ha sido ver la imagen y oír en tu cabeza el "chan-chan-chaaan" de la Marcha Imperial, acompañado de cierta respiración mecánica y cavernosa. El buque insignia de Darth Vader demuestra lo mucho que el lema "nave grande, ande o no ande" le gustaba a los ingenieros navales del Imperio, además de evocar a tantos y tantos oficiales estrangulados a distancia por el lord del Sith en cuanto a este le daba un pronto. Tanto lujo, tanto poderío, tanto "me ha fallado usted por última vez"... y, al final, esta máquina demoledora acabó derrotada por un solitario caza Ala-A que se estampó contra su puesto de mando.
¿Por qué nos gusta? Vale, es un montón de chatarra, pero es NUESTRO montón de chatarra, capaz de hacer la Ruta de Kessel en menos de 12 parsecs (que no 14). Este carguero corelliano, el equivalente galáctico a una furgoneta Seat Trans con el motor trucado, lleva 40 años haciendo soñar con viajes extraordinarios a generaciones enteras de cinéfilos, algo que basta para perdonarle su aspecto ruinoso, la cuestionable higiene de su interior (¿te imaginas lo que cuesta barrer todo ese pelo de wookie?) y esa hipervelocidad que siempre se escacharra cuando toca huir de los malos. Rey, guapa, ráscate el bolsillo y arréglale esa antena