Ruth Elizabeth Davis nació el 5 de abril de 1908 en Lowell (Massachusetts). Sus padres se divorciaron cuando ella tenía diez años. Tanto su hermana como ella se criaron con su madre, que decidió viajar con ellas a Nueva York durante un tiempo para intentar sacar las castañas del fuego. Allí, Davis, una chica remilgada y algo ingenua, recibió sus primeras clases de interpretación.
Aunque empezó bailando, pronto descubrió que lo que realmente quería era ser actriz. Hizo alguna obra de teatro menor y debutó en Broadway con las comedias Broken Dishes (1929) y Solid South (1930). Después, comenzaría su carrera en la gran pantalla. Cuando en 1952 regresó a Broadway, después de veintidos años sin pisar sus tablas, lo hizo para representar la obra Two's Company y, posteriormente, la exitosa La noche de la iguana (1961), de Tennessee Williams.
A finales de 1930, Universal le hizo un estupendo contrato por el que cobraría 300 dólares a la semana. Con ellos hizo su primera película, el drama Volver a casa (1931). Pero tampoco le pusieron las cosas demasiado fáciles, al menos al principio. Cuando la actriz llegó a Hollywood, el representante del estudio que acudió al encuentro de su tren se marchó sin ella porque no vio a nadie que se pareciese a una estrella de cine. Asimismo, un oficial del estudio cinematográfico se quejó de que Bette tenía ‘tanto sex appeal como Slim Summerville’.
En 1932, firmó un contrato de siete años con Warner Brothers Pictures, con los que mantuvo una comentada relación de amor-odio. Hubo fuertes discusiones entre ambas partes y, en ocasiones, el estudio suspendió de sueldo a la actriz por rechazar actuar en películas que Davis no consideraba a la altura de su talento.
En un momento dado, Warner dio permiso a la compañía cinematográfica RKO Radio Pictures para contratar a la actriz para un papel de mujer manipuladora en el drama romántico Cautivo del deseo (1934), que le valió a Davis elogiosas críticas y su primera nominación al Oscar. La actriz dijo en su momento que no se llevó aquel premio porque Warner no se molestó en promover un galardón para una película que no habían producido ellos. Sin embargo, sí se llevaría la preciada estatuilla dorada por su papel de una famosa actriz venida a menos y alcohólica en Peligrosa (1935). Davis odiaba esa película y consideró ese galardón como una especie de premio de consolación.
Davis planeó hacer dos películas en Londres, y se marchó a Inglaterra. Pero Warner logró detenerla, ya que aún estaba bajo contrato con ellos y no querían que trabajase en ningún otro sitio. La actriz entabló un juicio por librarse de ese contrato, pero lo perdió. El pleito le valió al menos para que empezaran a tomarla más en serio y a ofrecerle papeles mucho más jugosos. Uno de ellos fue el melodrama Jezabel (1938), donde Davis interpretó a una esposa despechada y por el que logró llevarse el Oscar a mejor actriz., , En esa época, el productor Jack Warner la llamó un día a su despacho para comentarle que le había conseguido un papel interesante. Ella no quiso saber demasiado del asunto y se marchó de la oficina. Su ego la acababa de privar de interpretar el personaje de Scarlett O’Hara en la legendaria Lo que el viento se llevó (1939).
La norteamericana llegó a ser presidenta de la Academia en 1941 (aunque solo estuvo en el cargo durante ocho semanas, porque la junta prefería que fuese solo una representante). “Como era una mujer, tenía que estar controlada”, señaló en alguna ocasión la actriz. En la década de los cuarenta, Davis participó en exitosas películas pero, para cuando su contrato con Warner hubo acabado en 1949, las ofertas interesantes fueron decayendo. Los azares del destino quisieron que fuese contratada para sustituir a una enferma Claudette Colbert en la aclamada película Eva al desnudo (1950). Su papel de la famosa y veterana actriz Margo Channing le valió una nueva nominación al Oscar. Siempre ha dicho que esa película le salvó la vida, personal y profesionalmente.
Después de aquello, siguió trabajando pero su carrera comenzó a estancarse. Bien por su ego y modales, o bien porque se había convertido en una mujer madura, lo cierto es que el teléfono de su agente dejó de sonar. Por esa razón, se vio obligada en 1961 a poner un anuncio en la sección de anuncios clasificados dedicados a la búsqueda de empleo de un periódico. Tan solo unos días más tarde, recibiría el guion de ¿Qué fue de Baby Jane? (1962).
El drama psicológico dirigido por Robert Aldrich sirvió de punto de partida de una rivalidad histórica que trascendió la pantalla y el paso del tiempo: la de Davis y su compañera de reparto, Joan Crawford. Esa cinta le valió a Davis —que interpreta a una antigua estrella infantil de Hollywood que disfruta atormentando a su hermana, postrada en una silla de ruedas— una nueva nominación al Oscar.
Davis se casó hasta en cuatro ocasiones. Tres de esos matrimonios acabaron en divorcio. Siempre admitió que su carrera iba antes que cualquier otra cosa y que todos ellos fueron una farsa.
Las relaciones que mantuvo con esos hombres, elegidos con poco acierto, fueron bastante comentadas por la prensa de la época. De su primer matrimonio, que duró seis años, criticaron que ella ganase bastante más que su esposo, algo difícil de encajar por este y por el sistema patriarcal en el que vivían. Durante años, batalló con la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, insistiendo en que ella le había otorgado el segundo nombre de ese primer marido (Harmon Oscar Nelson Jr.) a sus famosas estatuillas doradas, porque en cierto modo se parecían (al menos, en la parte de su trasero desnudo)., , Su segundo marido, Arthur Farnsworth, falleció en 1943 a consecuencia de las heridas sufridas en su cabeza tras una aparatosa caída en las calles de Hollywood. Dos años después, en 1945, se casó con su tercer marido, el pintor William Grant Sherry, que se convirtió en el padre de su única hija biológica, Barbara (cuya custodia ganó la actriz tras divorciarse de él).
Su último matrimonio, con el actor Gary Merrill, fue el más largo y duró diez años. Juntos, se retiraron durante un tiempo a una casa en Maine y adoptaron en 1950 a una niña con retraso mental, Margot, a quien terminarían internando con tres años en un colegio especial, y a un niño llamado Michael Woodman Merril, que acabaría heredando la mitad de la fortuna de su madre adoptiva, cuando esta falleció (la otra mitad fue a parar a manos de Kathryn Sermak, secretaria y amiga íntima de la actriz).
Davis se mudó a Los Ángeles a finales de los setenta y, entre otras cosas, grabó un episodio piloto para la serie de televisión Hotel (1983), de Aaron Spelling. Sin embargo, acabó rechazando hacerla y, poco después, sufrió un derrame cerebral. Aprovechó su proceso de recuperación para escribir un libro autobiográfico titulado This 'N That. Como muchas otras intérpretes de la época, Davis desconfió a veces del medio televisivo. “Hice ocho pilotos hace unos cien años y cada uno de ellos se hundió sin dejar rastro”, apuntó una vez. A pesar de eso, ganó un premio Emmy en 1979 por su papel en la tv-movie Madre e hija, donde interpretó a la madre de una hija separada (Gena Rowlands) que padece una enfermedad terminal y que vuelve a casa para morir.
Pasó a la historia como una de las reinas del drama. Sin embargo, en unas noventa películas rodadas, Davis recordaba La novia de junio (1948), con Robert Montgomery, como su único esfuerzo cómico exitoso.
La actriz se convirtió en su época en la primera intérprete en lograr diez nominaciones a los premios Oscar. Desde entonces, solo cuatro actores han logrado superar aquella cifra (un selecto grupo capitaneado por Meryl Streep, que ha recibido veintiuna nominaciones hasta la fecha). Asimismo, Davis se convirtió en 1977 en la primera mujer en recibir el premio a toda una vida dedicada al cine del American Film Institute.
A finales de los ochenta, Davis trabajó en varias películas y en alguna serie de televisión, aunque la congestión cerebral con parálisis cerebral que había sufrido mermó su movilidad y apariencia física. Para más inri, su hija Barbara Davis publicó en 1985 un escandaloso libro en el que describía a su progenitora como una bebedora violenta y una madre abusiva.
La enérgica y combativa actriz quiso seguir trabajando hasta el último momento: “No puedo simplemente sentarme, pudriéndome. Esa es la tragedia de la mayoría de las mujeres mayores. Gracias a Dios, yo tengo una profesión”. Murió de cáncer de mama en octubre de 1989, en la ciudad francesa de Neuilly-Sur-Seine. Debido a su maltrecha salud, Davis había decidido hacer una parada en Francia, de camino a su casa de West Hollywood (Los Ángeles), después de participar en el Festival de Cine de San Sebastián, donde acababa de recibir un premio honorífico por toda su trayectoria.
Davis no estuvo nunca dispuesta a aparecer como actriz secundona. “Podría trabajar todo el tiempo si tomase lo que me llega. Sketches aquí y allá, tías, madres y esos papeles de 'también protagonizada por'. Pero no quiero terminar mi carrera de esa manera. Quiero que mi nombre esté por encima del título. He luchado toda mi vida profesional para situarlo aquí y ahí es donde lo voy a mantener”, señaló en una entrevista., , Cuando recibía demasiadas ofertas mediocres seguidas, la actriz se tomaba una especie de tiempo ‘sabático’. A veces en esa época, se iba de gira por Europa, Australia o Estados Unidos con un espectáculo unipersonal llamado ‘El show de Bette Davis: en persona y en película’, que empezó a hacer en 1973 (y que mantuvo hasta 1978), haciendo las delicias de sus fans. En él, se proyectaban durante una hora fragmentos de algunas de sus películas y, a continuación, se establecía una hora de charla en la que Davis respondía a preguntas sobre su vida y carrera formuladas por el público.