Al lado de este músico y actor, amiguete de Frank Sinatra y el resto de su Rat Pack, Christian Bale es un mero aficionado. Sammy Davis Jr. se hizo socio de la mismísima Iglesia de Satán a finales de la década de 1960, alcanzando el estiloso rango de Mago de Segundo Nivel. Según reconocía él mismo, el periplo satánico de Davis estuvo más motivado por las francachelas organizadas por la orden ("Dragones, mazmorras y mucho vicio", precisaba) que por ningún interés esotérico.
Durante el rodaje de Jóvenes y brujas (¡obra maestra!), esta actriz de origen libanés se tomó muy en serio las cosas del eyeliner, y también las de las Fuerzas Ocultas. Algo que, de rebote, la convirtió en propietaria de una tienda de artículos esotéricos llamada Panpipe's Magickal Marketplace. Tras haber hecho amistad con los dueños, que la ayudaron a documentarse para su papel, Fairuza descubrió que estos iban a jubilarse, con lo que decidió invertir en el negocio para asegurarse de que este seguiría abierto. Algo más propio de una buena hechicera que de una perversa sacerdotisa de Baal, si nos preguntan.
Intérprete de Drácula y de Saruman, aficionado al heavy metal, dotado con una longevidad casi sobrehumana… normal que a Christopher Lee se le achacasen tratos con los Superiores Desconocidos. Aunque el actor negaba el rumor que le adjudicaba una monumental biblioteca ocultista ("Si tuviera tantos libros como dicen, dormiría en el cuarto de baño", bromeaba), sí lucía grandes conocimientos sobre el tema y tenía un buen consejo para aquellos interesados en la Goecia: "Nunca, nunca, nunca. No solo perderás tu cordura, sino también tu alma".
Si bien su imagen en Boogie Nights debió de mandar a más de uno a las calderas de Pedro Botero, el interés esotérico de Heather Graham tira más hacia lo blandito y lo New Age. Pero ojo, porque Heather tuvo su propio aquelarre, formado junto a unas amigas y bautizado como 'Las Diosas'. "Quemamos cosas para honrar a los elementos de la tierra, el aire, el fuego y el agua", explicó la actriz. Y, más que un ritual arcano en honor de Baphomet, sus palabras evocan aquella 'hoguera de novios' que Rachel, Phoebe y Monica organizaban en un flamígero episodio de Friends.
Aunque entre sus contoneos en Dirty Dancing y las danzas sagradas de Gurdjieff mediase un trecho bastante largo, Swayze manifestó un gran interés por lo esotérico durante su vida, llegando a acumular una colección "digna de un museo" de piedras con presuntas propiedades sobrenaturales. "No sé si estas cosas funcionan, pero sí pienso que si crees en algo puedes hacerlo realidad", declaró al respecto en 1992.
Mientras su hermano Warren Beatty se dedicaba a prácticas de honda significación mistérica, pero de las que se practican en horizontal, la actriz de El apartamento consagraba sus energías a investigar temas como la ufología, la astrología y, sobre todo, la reencarnación. Además de para publicar varios libros sobre el tema, dicho conocimiento paranormal le ha valido para descubrir que, en una vida pasada, residió en la Atlántida, y que presenció el hundimiento de la legendaria isla. ¿Quién necesita los diálogos de Platón teniéndola a ella?
Aunque su carrera como actor nunca llegase a despegar, el 'Delgado Duque Blanco' nos parece una presencia imprescindible en esta lista. Porque, tras haber hecho equilibrios a la peligrosa sombra de Aleister Crowley y otros magi de tronío, Bowie vivió su mayor cebollón místico durante su estancia en Los Ángeles, a mediados de la década de los 70. Alimentado por cantidades industriales de cocaína, el trance incluyó el exorcismo de la piscina de su mansión (que quedó marcada desde entonces por una ectoplasmática figura) y el almacenamiento de sus deshechos corporales, evitando así que una bruja pudiera usarlos para maldecirle. Pero lo más interesante de todo es que en 1976, justo en medio de este descensus averni, Bowie publicó uno de sus mejores elepés (Station to Station) y protagonizó El hombre que cayó a la Tierra, película que podría ser su mejor trabajo para el cine. ¿Casualidad?