OPINIÓN

Más cara que espalda

Más cara que espalda
Más cara que espalda
Más cara que espalda

El otro día fui a Urgencias en plena madrugada porque esa misma tarde me había nacido en la espalda un notable dolor punzante que era nuevo y desconocido para mí. Resultó ser un lumbago más molesto que invalidante, pero el motivo de traer la anécdota a esta página es lo que sucedió justo antes del diagnóstico. Al mismo tiempo que exploraba mis lumbares, la amable doctora preguntó de manera rutinaria a qué me dedicaba y tuve que meditar mi respuesta porque no la tenía clara. Debí transmitirle pocas luces o muy mala memoria, pero lo que no hayan visto en Urgencias no lo ha visto nadie. El problema es que, al día siguiente, yo iba a hacer un pequeño e inusual evento que requería mi presencia, de pie y en un escenario, durante media hora. Era mi máxima preocupación en ese momento, y, como quería ser tan conciso como preciso en mi explicación, busqué una sola palabra a lo concursante de Pasapalabra completando el rosco: “Soy actor”, exclamé de repente, en un tono casi chillón.

No podía creer que hubiera dicho eso. Nada más oírme me arrepentí sinceramente. “¿Actor?”, dijo ella,  buscando en mi rostro algún tipo de reconocimiento. “Bueno, más bien humorista”, musité viniéndome abajo. “¿Humorista?”, volvió a preguntar aún más extrañada. Pensé que si ella seguía repitiendo mis réplicas, yo continuaría cambiando mis respuestas hasta acabar llorando, pero hice otro intento: “Es que paso muchas horas en el ordenador”. Juraría que me hice físicamente minúsculo. Asintió con un gesto neutro que no delataba compasión ni prepotencia y que yo quise interpretar como un “tranquilo, ya ha pasado todo”.

Salí del hospital con un puñado de antiinflamatorios y la sensación de haber mancillado el nombre de los comediantes. Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir. Al menos, ya no me duele la espalda.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento