OPINIÓN

¡Maldición! ¿Por qué soy tan gracioso?

¡Maldición! ¿Por qué soy tan gracioso?
¡Maldición! ¿Por qué soy tan gracioso?
¡Maldición! ¿Por qué soy tan gracioso?

El otro día hice una prueba para una película que consistía en un monólogo. El director me dijo que era un texto muy dramático y que quería una interpretación realista. A continuación os reproduzco el monólogo íntegro y luego os cuento:

“Me llamo R. Nací en el seno de una familia humilde en el sur de X. Soy el mayor de cuatro hermanos: dos chicos y dos chicas. Mi padre nos abandonó cuando yo tenía 16 años. Fue entonces cuando tuve que dejar el colegio y ponerme a trabajar recogiendo piedras en la cantera de Y. Después de cuatro meses trabajando, el patrón me dijo que no había plata y que no me podía pagar. Se lo conté a mi madre pero no me creyó. Para entonces mi hermanito pequeño Z estaba ya muy enfermo y a los pocos días murió. Mi madre me dijo que era un borracho y un inútil y que me marchara. Es verdad que tomaba de vez en cuando, pero no era ningún borracho. A mis hermanas se las llevó una señora a trabajar a la ciudad. Cuando se montaron en el carromato lloraron. Mamá también lloró. Me volvió a decir que me marchara y emigré hacia el norte. Me escondí en el motor de un autobús y por poco me muero de calor. Al llegar al paso fronterizo de S la policía registró el autocar y me descubrió. Me esposaron y me metieron en un camión junto a otros hombres. Nos dieron agua y nos dijeron que nos llevaban de regreso a nuestra casa. A uno de los hombres le pegaron. Yo pensé que de ahí me escapaba y que no volvía a mi casa. Por la noche salté del camión y empecé a correr por el desierto. Me iluminaban con sus linternas y me gritaban que me parara. Yo seguía corriendo. Empezaron a disparar como demonios. Yo corría. Corría y pensaba en mi madre y en que me había dicho que era un borracho y un inútil. Pensaba en mi hermanito muerto. Pensaba en mis hermanas. Y corría. Y corría. Y también lloraba. Las balas silbaban por todas partes. Entonces sentí como fuego en mi cabeza y todo se apagó”.

Cuando terminé el monólogo estaba exhausto emocionalmente y, sinceramente, me dio la sensación de que lo había bordado. Podía ver en sus caras emoción y cierto entusiasmo contenido, hasta que estallaron en carcajadas. O sea: SE PARTIERON EL CULO.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento