OPINIÓN

El mesías del chisterazo

El mesías del chisterazo
El mesías del chisterazo
El mesías del chisterazo

Qué goloso es el final inesperado, ¿verdad? La sorpresa final, el sacarse un conejo de la chistera. El “chisterazo y chimpún” es para un cineasta como marcar con chilena para un futbolista. Una figura no estrictamente necesaria para puntuar, pero sí una virguería con la que meterte al respetable en el bolsillo. El final de El planeta de los simios (1968) te hace petar tanto la cabeza que llega incluso a desmerecer todo lo visto antes. Esos míticos 20 segundos finales de plano de playa con mano sujetando antorcha al fondo. ¡Acojonante!

Por cierto, que lo he vuelto a ver para escribir esto y andaba yo equivocado con el texto. El doblaje español dice, y cito textualmente: “¡Maniáticos! ¡Lo habéis destruido! ¡Yo os maldigo a todos! ¡Maldigo las guerras!”. Que yo tenía en la cabeza: “Humanos, yo os maldigo”. La verdad es que, pensándolo bien, tampoco tenía mucha lógica que George Taylor, el personaje interpretado por Charlton Heston, maldijera a los humanos como si él no tuviera nada que ver con ellos. Como sea, dos cosas: la primera, que “maniáticos” supongo que se usó como sinónimo de “maníacos”, pero vaya, que suena tibio para alguien que acaba de descubrir que le han jodido el futuro. La segunda, que pierde fuerza la broma que me curré con mi hijo cuando, de visita en el zoo de Barcelona, le convencí para que gritara: “Humanos, yo os maldigo”, delante de la zona de los gorilas [Esto es absolutamente cierto, amigos].

Volviendo al tema, esta maravillosa secuencia fue el primer final de este tipo que me impactó. De esos que te hacen replantearte toda la película que acabas de ver, con efectos retroactivos. Éste lo es sin duda. Estoy seguro de que impresionó a muchas otras personas, y a no pocos cineastas. Por ejemplo, a Tim Burton apuesto a que le marcó bastante. He visto un vídeo en YouTube intentando explicar el final de su remake que necesitaba otro video para entenderlo.

Y entonces llegó el que parecía ser el mesías definitivo del chisterazo. El dios de los finales sorpresa hecho carne. Pónganse de pie, amigos: M. Night Shyamalan. Manoj para los amigos. Bueno, bueno, bueno. Una detrás de otra. El sexto sentido, El protegido, Señales, El bosque. Todas con su sorpresita final. Mejor o peor, más rocambolesca o menos, más relevante o más sutil, pero ahí le daba. Os juro que me tuvo sin aliento el primer lustro del presente siglo. Hasta que empezó a hacer un pestiño tras otro.

¿Y sabéis una cosa? Hasta hace poco no le había visto la lógica, pero volviendo a ver a Charlton Heston arrodillado en la arena he tenido una especie de epifanía. ¿Y si M. Night Shyamalan es en realidad un maestro tal en el arte del chisterazo que está creando la sorpresa final definitiva? ¿Y si está trascendiendo la individualidad de cada una de sus obras para crear un discurso con su propia trayectoria cinematográfica, concibiendo su carrera como una gran película? ¿Y si ese “hacer mierdas” no es más que su gran sorpresa final? O aún mejor: ¿las está haciendo deliberadamente para acostumbrarnos a ellas y volver un día futuro con otra gran obra y entonces dejarnos a todos con el culo torcido.

Eso sería muy grande.

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