OPINIÓN

'Bla Bla Bland'

'Bla Bla Bland'
'Bla Bla Bland'
'Bla Bla Bland'

Vivimos tiempos extraños y salvajes, por eso quiero denunciar la injusticia que asola nuestro entretenimiento: me parece intolerable el racismo que los Oscar siguen demostrando hacia la comedia. Se premia el drama, se favorecen las lágrimas, se valora el sufrimiento y se menosprecia la risa porque no cuenta, porque es menos, porque se da por supuesta. Pero la edición de este año ha dado un paso muy retorcido para alejar el humor ácido, sarcástico e inteligente del canon artístico que merece ser premiado o siquiera nominado. La excesiva atención y los gloriosos parabienes a La ciudad de las estrellas - La La Land certifican la muerte por asfixia de la incorrección constructiva.

Me explico:muy mal tiene que estar la gente para que el baremo de la alegría lo marquen las pueriles cabriolas de Gosling y Stone. Gene Kelly, revolviéndose en su tumba, ya baila mejor que Ryan. No son pocas las personas que han afirmado salir de La La Land con ganas de cantar y bailar: espero que nunca vean una actuación de James Brown, porque sentirán la necesidad de arrancarse el corazón de cuajo. Hablan sin pudor sus responsables de “homenajes” a los mayores nombres, escenas y títulos del género, olvidando quizás que cualquier comparación referencial acaba siendo menor que el original. Admitir la inspiración no disminuye el concepto de copia. Podemos debatir sobre movimientos de cámara, diseño artístico o fotografía, pero esta historia carece de alma. Lo malo no es que su guión quepa en una servilleta, sino que la pretendida trascendencia del “persigue tus sueños” es una falacia que la aversión al spoiler me impide argumentar. Tiene que haber mucha tristeza en el alma de Occidente si el listón del optimismo está tan bajo. Me gustaría aclarar que no soy un hater de La La Land. Simplemente, no me ha gustado, interesado o conmovido. Lo mío sólo es indiferencia. Odiar conlleva un esfuerzo que ninguna película merece.

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