Dolor y gloria

Dolor y gloria
Dolor y gloria
Dolor y gloria

El éxito y el fracaso. Ya lo decía Kipling, son dos impostores. Pero eso fue hace un siglo, lejos de diabólicas invenciones que miden logros, popularidad y fama. Instagram, los pulgares de Facebook, los filtros que mejoran la realidad. Hoy todo nos empuja a fingir una felicidad imposible, llena de atardeceres y trofeos profesionales. El éxito es más que nunca un escaparate, un muro sobre el que hacer scroll o un reality show de la canción en el que alguien se hace famoso de la noche a la mañana. Y, mientras estamos condenados al fracaso de creernos que eso es triunfar, Almodóvar nos lleva la contraria con lo mejor que ha hecho en los últimos años.

Dolor y gloria puede pasar a la historia como la película más sobria del cineasta. Apenas reconocemos en ella los manierismos de sus anteriores películas. No hay ciervos galopando en la noche nevada como en Julieta ni injertos de piel o adultos disfrazados de tigre como en La piel que habito. Tampoco esa desvergüenza posmoderna que va desde Luci, Pepi, Bom hasta los azafatos de Los amantes pasajeros. Apenas un bailecito de Asier Etxeandia y un chiste de su paisano Julián López haciendo de director de la Filmoteca. El resto de la película respira una sencillez y una espontáneidad diáfanas, lejos de cierto horror vacui que, por otra parte, le ha valido gran parte de su prestigio internacional. Sí, puede que Dolor y gloria pase también a la historia por ser la película de Pedro Almodóvar que gusta a los que no les gusta el cine de Pedro Almodóvar.

La película número 22 del manchego arranca con su protagonista, el prestigioso cineasta Salvador Mallo, hundido. Es una imagen literal –está sumergido en una piscina– y metafórica –es un hombre deprimido–. Sus dolores físicos y de espíritu son enumerados en una secuencia animada por Juan Gatti y, por si cupiese alguna duda de su bajona, Almodóvar le pone a leer El libro del desasosiego, de Pessoa, y Nada crece a la luz de la luna, de Torborg Nedreaas. Sus glorias de cineasta famoso, en cambio, son presentadas siempre en un segundo plano, con hastío, como si careciesen de importancia o, en el mejor de los casos, con cierta ironía –“pero, ¿cómo puede ser que mi cine guste tanto en Islandia?”–. La proyección en la Filmoteca de su película de culto, Sabor, posibilita el reencuentro de Mallo con su actor principal al que nunca perdonó su interpretación en la cinta. Este macguffin, que recuerda a la retrospectiva que la institución le dedicó a Almodóvar en 2017, le devuelve la memoria a Salvador. Son los recuerdos de su propia vida –el primer deseo homoerótico, la España cateta y beata de su infancia, el gran amor que regresa, Madrid en los años 80, el descubrimiento del cine, el vacío y la culpa por la muerte de su madre– convertidos en arte lo que sacan a este cineasta de su terrible desaliento. Y, si bien esas secuencias del pasado son correctas y sugerentes, es sobre todo el presente de Mallo –interpretado por un soberbio Antonio Banderas– lo que convierte a Dolor y gloria, una película sobre la soledad del que lo tiene todo, qué duda cabe, en uno de los trabajos más emocionantes de Almodóvar. Solo un artista de su envergadura derrumbaría el muro del éxito para enseñarnos lo que hay detrás.

Valoración:

FICHA TÉCNICA

Dolor y gloria
  • Director:

    Pedro Almodóvar

  • Género:

    Drama

  • País:

    España

  • Sinopsis:

    Narra una serie de reencuentros de Salvador Mallo, un director de cine en su ocaso. Algunos de ellos físicos, otros recordados: su infancia en los años 60, cuando emigró con sus padres a Paterna, un pueblo de Valencia en busca de prosperidad, el primer deseo, su primer amor adulto ya en el Madrid de los 80, el dolor de la ruptura de este amor cuando todavía estaba vivo y palpitante, la escritura como única terapia para olvidar lo inolvidable, el temprano descubrimiento del cine y el vacío, el inconmensurable vacío ante la imposibilidad de seguir rodando.

  • REPARTO: Raúl Arévalo, Antonio Banderas, Leonardo Sbaraglia, Julián López, Asier Etxeandia, Penélope Cruz, Julieta Serrano

  • VEREDICTO: Digámoslo sin rodeos: Antonio Banderas es el alter ego perfecto de Pedro Almodóvar en la mejor interpretación de su carrera.

  • DURACIÓN: 108 min.

  • DISTRIBUIDORA: Sony

  • ESTRENO: 22/03/2019

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