Borat: Subsequent Moviefilm

Borat: Subsequent Moviefilm
Borat: Subsequent Moviefilm
Borat: Subsequent Moviefilm

Sacha Baron Cohen tenía un problema morrocotudo ante sí. Si las segundas partes siempre son peliagudas, más lo era su Borat, cuya propuesta cómica se basa en un particular trilerismo audiovisual: disfrazarse y enfrentarse a incautos ciudadanos estadounidenses para grabar sus reacciones con cámara oculta. Nada que no hicieran programas televisivos tan blancos e inanes como Inocente, inocente, pero que, en sus provocativas manos, transgredía de una manera salvaje los límites del humor y, sobre todo, nuestros tabúes culturales. Tuvo un éxito espectacular e incluso provocó un conflicto diplomático con Kazajistán, todo un sueño húmedo para cualquier cómico. No hay mayor prueba de la popularidad de Borat, el Charlot para mayores de 18 años, que el que casi cualquier persona del planeta sea capaz de reconocer automáticamente su mostacho y su triquini masculino, convertidos en íconos inmortales del cine y, por extensión, del acervo popular. Pero su fama también significaba su muerte: casi cualquier ciudadano occidental sabía ya dónde escondía Baron Cohen la bolita de Borat, por lo que el trile era irrepetible.Sacha Baron Cohen ha solucionado este problema personal y estilístico con el ingenio del que siempre ha hecho gala. En primer lugar, desde sus primeras escenas acepta la imposibilidad de recuperar el personaje tal y como lo conocemos. Su notoriedad es tal que ahora debe ser un Mortadelo, disfrazarse continuamente para que la risa provocada por la cámara oculta siga siendo efectiva. De este modo evita la sensación de déjà vu cuando apela al chiste tercermundista o al exhibicionismo y, por ejemplo, patenta un nuevo diseño escandaloso como el “masquini”. En segundo lugar, cede el protagonismo a su falsa hija Tutar, interpretada por Maria Bakalova, que va a cumplir las funciones de gancho atrapa pardillos de Borat en la primera película. Bakalova no se limita a acompañar a Borat, como hacía el piloso Ken Davitian, esa oronda montaña de vello, en la primera entrega. Bakalova es la razón de ser del filme y la gran innovación del mismo.

Del mismo modo que la primera entrega se centraba en la narrativa del falso documental y la cámara cándida, Borat 2 va a bucear de nuevo en la mal llamada televisión basura para estructurar la sátira a través de los códigos del género conocido como extreme makeover, el cambio radical. Bakalova y Baron Cohen atraviesan diversos Estados, y cada uno de ellos representa un nuevo paso en la transformación de la protagonista en la perfecta mujer blanca estadounidense. Y es que si Borat suponía una crítica al American Way of Life, su secuela lo es a la Administración Trump y, muy especialmente, a su visión de la mujer. Cada vez que se detienen en Texas, Oklahoma o Washington, cada vez que hablan con antiabortistas, cirujanos plásticos o influencers, Tutar deja parte de su idiosincrasia kazaja para dar un paso más hacia el prototipo que adora el sector más trumpista y conservador de EE UU, tradicionalmente identificado con la muñeca Barbie, la rubia cañón, y que ahora encarna Melania, la primera dama que obsesiona a la protagonista. Consecuentemente, para Tutar son los mejores gags y los más transgresores, aquellos que son puro Borat, esto es, los que son capaces de ir más allá y hacer humor con nuestros prejuicios no ya culturales, sino antropológicos. En este sentido, la escena más boratiana tiene que ver con la menstruación femenina, rara vez objeto de chanza en la ficción audiovisual (o de cualquier tipo).

La conversión de Tutar, su cambio radical, tiene como despreciable objetivo modelarla para su sacrificio, que no es otro que la entrega incondicional y tribal de la virgen, totalmente cosificada y sexualizada, servida en bandeja de plata y tinte rubio al poderoso decrépito. Es un desenlace explosivo, más salvaje y polémico que el de la primera entrega, que hará que ardan las redes y las fábricas de memes. Un final que remacha su mensaje feminista: la América de “McDonald” Trump, tal y como lo apoda Borat, no es un país para judíos, ni para afroamericanos, ni para homosexuales pero, sobre todo, EE UU no es país para mujeres. Es el reino del presidente sobón y su cohorte de pervertidos y proxenetas, con Jeffrey Epstein a la cabeza. ¡Si hasta en Kazajistán ellas acaban por ser más libres! La crítica a la involución de los derechos femeninos bajo la administración Trump es tan clara y prístina, que no se entiende muy bien que en los créditos finales se incite al voto en las elecciones “bajo pena de ejecución”. Un intertítulo demasiado panfletario, excesivamente propagandístico del Partido Demócrata, único borrón que se puede objetar a este inteligente regreso de uno de los grandes iconos universales (y kazajos) del cine del siglo XXI.

Valoración:

FICHA TÉCNICA

Borat: Subsequent Moviefilm
  • Director:

    Jason Woliner

  • Género:

    Comedia, Sátira

  • País:

    Estados Unidos

  • Sinopsis:

    Catorce años después de su primera aventura, el periodista kazajo regresa para salvar el mundo de nuevo. Sus nuevas locuras harán que tenga que hacerse pasar incluso por Donald Trump, portando a su hija Bakalova como regalo para el vicepresidente de Estados Unidos.

  • REPARTO: Sacha Baron Cohen, Maria Bakalova, Ken Davitian, Rudy Giuliani, Mike Pence

  • GUIÓN: Dan Mazer, Sacha Baron Cohen, Peter Baynham, Erica Rivinoja, Anthony Hines, Dan Swimer, Jena Friedman, Lee Kern

  • VEREDICTO: Disfrazado, desatado… y empoderado. Make America kazaja again!!

  • DURACIÓN: 95 min.

  • DISTRIBUIDORA: Amazon Prime Video

  • ESTRENO: 23/10/2020

Mostrar comentarios

Códigos Descuento