OPINIÓN

Whatever happened to Baby Sue?

Whatever happened to Baby Sue?
Whatever happened to Baby Sue?
Whatever happened to Baby Sue?

El borracho ha vomitado cuatro veces esta mañana. Ahora se tambalea por los pasillos de una parafarmacia de Marbella. “¿Necesita ayuda, abuelo?”, le dice un veinteañero. Se estremece de horror. Tiene 60 años, pero 30 de ellos al frente de un bar ruinoso, más los litros de alcohol consumidos, le han arrugado el organismo. Consigue enfocar las letras de una de las cajas de medicamento. El hecho de que haya conseguido ver nítidamente esa, y no otra, hace que la escoja.

En el camino hacia la caja, impacta contra algo. Jersey oscuro, melena teñida de negro, raíces blancas: una anciana en gafas de sol que lo mira asustada. Parece, a pesar de la edad y la grasa, un cachorro que ha recibido demasiados ataques. “Maldita puta. ¿No miras por dónde vas?”, le grita. La señora agacha la cabeza. “Zorra asquerosa”, la insulta de nuevo. Ella se aleja temblando, recitando una cantinela en inglés, algo que suena como un conjuro protector que hubiera repetido mil veces en su vida.

Ya en casa, el borracho se deja caer entre las mantas sucias, pulsa al azar el mando a distancia. El televisor le devuelve la imagen en blanco y negro de una niña en bikini. Mira fijamente a alguien mientras chupa una piruleta y mira indolente tras sus gafas de corazón. Siente una punzada en el pecho recordando esa escena tantos años atrás, en un cine. Era pequeño, pero se juró que algún día amaría a una mujer que fuera como esa niña. “Sue Lyon”, leyó en el cartel, y lo escribió con letra torpe tras el cabecero de la cama. Con manos temblorosas, alza un dedo y traza las letras en el aire. No sabe que acaba de escribir el nombre de la vieja a la que, media hora antes, ha llamado “zorra asquerosa” en la farmacia.

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